JORNADA 20. El Cádiz resolvió su enésima oportunidad de levantar la cabeza con una nueva catástrofe incluso peor que de costumbre. La dura goleada en casa, en el inicio de la segunda vuelta, ante un Valencia práctico y resolutivo pone a Sergio González al borde del precipicio.
El equipo fue en todo momento al remolque en el partido, pese a una primera parte aceptable que tiró a la basura con una segunda mitad de nuevo totalmente espantosa. Si bien es cierto que el plan que tuviera el entrenador catalán se vino pronto abajo con el primer gol de los visitantes y la lesión de Fede, el equipo de nuevo adoleció de una falta total de reacción, aderezada con un gran desorden en todas las líneas y ninguna personalidad en el juego. La grada acabó clamando la dimisión de Sergio, de Vizcaíno y del que sea, harta ya de soportar un montón de meses sin ganar, y sobre todo, de la imagen del equipo de estar sobrepasado por las circunstancias.
Comenzó el partido con Kouamé y Fede San Emeterio como grandes novedades en la alineación de los amarillos. Volvía también Javi Hernández al lateral izquierdo de la defensa, así como Navarro y Alejo a las bandas del ataque. La presencia de Chris Ramos como único delantero constituía la apuesta técnica de los locales, pero realmente viendo el rendimiento de toda la pléyade de potenciales goleadores de los que disfruta Sergio en su plantilla, es explicable que ninguno de ellos salga en el once titular.
Con este plan, los de amarillo comenzaron animosos y enchufados, pero lo cierto es que el Valencia cargaba con el juego y en el minuto 7 se adelantó por medio de Hugo Duro, al rematar a placer una buena jugada por la derecha de Diego López en la que a Fali se le vieron todas las costuras ante un rival ágil y rápido.
Encima, para continuar con la debacle, antes del cuarto de hora Fede abandonaba el campo lesionado dejando su sitio a la reaparición del argentino Escalante, que estuvo voluntarioso y trabajador pero también contribuyó al descontrol total.
A todo esto, tuvieron los de casa su primera oportunidad con cierta claridad en un remate de cabeza, al estilo de la Tía Norica, de Iván Alejo. El equipo cadista estaba bastante caótico y desordenado, mas con el empuje de Ramos y, como sorpresa positiva, de Navarro, lograba merodear el área valencianista, aunque de una forma inocente y tibia.
Precisamente un arranque de Robert Navarro acabó con una falta lanzada por Alcaraz que tras dar en el codo de Foulquier y una larga deliberación del VAR, terminó en penalti. El propio jugador catalán lo transformó en el empate, merecido hasta entonces, por el entusiasmo de los locales, que incluso en el 25 tuvo una manifiesta oportunidad para la remontada, en un remate de cabeza tras saque de banda de Luis Hernández, despejado fantásticamente por el cancerbero visitante.
El choque seguía con la misma tónica de un Cádiz revolucionado y un Valencia que vivía aprovechando simplemente los fallos de los locales, tales como un empujón fuera de contexto de Luis Hernández a un rival que le costó la amarilla, o un fallo grosero de Kouamé que acabó con una clara oportunidad salvada por Fali. También, en el 40, los locales tuvieron el 2-1 en otro remate de Navarro tras saque de banda de, como no, Luis Hernández.
La cosa estaba entretenida, más que por la calidad del juego, por la capacidad del Cádiz de sorprender tanto en el área rival como en la propia. Con este traqueteo, y sin el dominio manifiesto de ninguno de los dos equipos, acabó la primera parte con un empate más o menos justo según lo visto hasta ese momento en el verde del Nuevo Mirandilla, con más de 18.500 espectadores.
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TOTAL FALTA DE REACCIÓN
La segunda parte comenzó de nuevo con un Cádiz revoltoso y voluntarioso. Alcaraz por dos veces y Alejo en un fallo de Mamardashvili lo intentaron antes del minuto 50, pero siempre sin mucho acierto. Y como en la primera mitad, Diego López logró adelantar de nuevo al Valencia en el primer acercamiento, donde otra vez la pareja de centrales local queda retratada en su carrera detrás del atacante blanquinegro.
En el 55, Sergio decidía reemplazar a Kouamé por Sergi Guardiola. El jugador africano no fue ese ancla que el equipo necesita. Estuvo fallón y pocas veces demostró la jerarquía que, por su calidad, debe tener en este equipo. Pero lo cierto es que al faltar en el campo, el Cádiz empezó a ceder más todavía el juego a su rival y a retrasar sus líneas ante el incipiente dominio de los visitantes.
Para mitigar esto, Fali, Iza y Navarro dejaron el campo para dar entrada a Pires, Ocampo y Maxi en el 65. Pero en vez de mejorar, los amarillos fueron poco a poco instalándose en la inoperancia que con tanta alevosía desarrolla este con frecuencia este año. Tan solo con imprecisos centros de Alejo o con los primitivos saques de banda de Hernández eran capaces de acercarse inofensivamente a la portería visitante.
El dibujo sobre el terreno de juego era un garabato, sin ningún orden y con jugadores desubicados por todas partes y que nunca estaban donde realmente debían estar. Ciertamente, con el gol del Valencia se podría haber cortado el partido, porque todo lo que pasó después sólo dejó constancia del desastre en que se ha convertido el Cádiz de Sergio González.
Y lo peor quizá no es el resultado. Es la repetida debacle del equipo en las segundas partes. La total falta de reacción. La nula capacidad de control. La manera de jugar a trompicones, con continuos contactos, parones, protestas y otras artimañas burdas. La desaparición total de los delanteros. Que Alejo sea el único argumento ofensivo, que es como si Ucrania quisiera ganar la guerra pegando pellizcos a los tanques rusos. Que Ledesma no para como el año pasado. Que la grada empiece ya a pasar de esto porque está aburrida. No se sabe muy bien cuál es el motivo de todo, pero los síntomas son claros, y lamentablemente, la manera más fácil de intentar salvar todo esto pasa por dar un volantazo cesando a Sergio.
Al final del partido, entre pelotazos sin sentido de los locales, Javi Guerra anotó el 1-3 y Jesús Vázquez el 1-4, lo que hizo que la grada se volviera contra el entrenador, el equipo y la presidencia. Habrá que estar atento a las próximas horas, porque el equipo está muerto y debería ser muy normal que haya noticias. Al final, lo mejor de todo es que este Cádiz hundido mentalmente y deportivamente aún está a tiro de piedra de la salvación, y que si vienen cambios, es muy difícil empeorar la actual caricatura en que se ha convertido este equipo. DIARIO Bahía de Cádiz