JORNADA 31. Tres puntos “vitales” en juego en la noche del sábado en el Nuevo Mirandilla, con el complemento de viento de levante moderado. “Vitales” para el Barça, según Xavi Hernández, para no dejar ya en bandeja el campeonato liguero al Real Madrid; pero todavía más “vitales” para un Cádiz en su ardua lucha por sacar la cabeza de zona de descenso.
“Se trata de un rival de envergadura y por tanto necesitamos hacer muchas cosas bien para tener posibilidades. Ojalá tengamos un buen día, tenemos que dar lo mejor en nuestro estadio. Más que ellos, las posibilidades pasan por cómo actuemos nosotros”, apuntaba Mauricio Pellegrino en la previa de este complicado reto que llegaba tras otra semana en blanco, en esta ocasión por la final de la Copa.
Y frente a un FC Barcelona eufórico tras imponerse en la ida de los cuartos de la Champions al PSG, los gaditanos, con la inoportuna baja de Rominigue Kouamé para lo que resta de temporada cuando comenzaba a ser pieza clave en la mejora del equipo, salían al verde con un once inicial esperable: Conan, bajo palos; Iza, Javi Hernández, Ousou y Chust, en defensa; Álex Fernández y Rubén Alcaraz, en el centro del campo; Sobrino y Robert Navarro, como extremos; y Juanmi y Chris Ramos, en la delantera.
Un choque con más de 19.500 personas en las gradas, los precios de las pocas entradas disponibles entre los 95 y 175 euros (sin contar los palcos VIP en tribuna a 400 euros), y el club advirtiendo insistentemente de la ilegalidad de revender abonos, habiendo detectado a “más de 700 socios” intentándolo de cara a este atractivo encuentro, con recibimiento multitudinario a la expedición local.
Sin urgencias y sin ocasiones transcurrió la primera fase del choque, con los culés insistiendo con su muy a menudo estéril sobamiento de la pelota, y los de Pellegrino concentrados y bien plantados, sin meterse del todo atrás, achicando puntualmente y atrevidos cuando había oportunidad. De hecho, el primer disparo entre los tres palos lo firmaba Javi Hernández en el minuto 21, repelido por Ter Stegen, lo que propiciaba un segundo tiro de Juanmi, inocuo.
Casi hasta el 32, no debía intervenir Conan Ledesma, despejando a córner un centro de Héctor Fort que se envenenaba y se iba colando. Sin embargo, cuatro minutos después, en otro saque de esquina, Joao Félix marcaba el 0-1 de chilena acrobática. E incluso al borde del descanso, Víctor Chust evitaba el segundo sobre la misma línea, ante un disparo de Fermín. En la siguiente acción, Juanmi se iba quedando solo ante el meta rival, pero llegaba tarde. Y a las duchas, con cierta sensación de resignación merodeando el Nuevo Mirandilla: con dignidad, sí, pero ya se iba perdiendo.
ARREÓN AMARILLO, DE MÁS A MENOS
Con apenas cinco minutos espesitos disputados de la segunda mitad se retiraba con molestias en una costilla Chris Ramos y entraba en su lugar Maxi Gómez. Y la pelota pasaba, lenta, por sus pies en la jugada en la que Juanmi, en el 53, marcaba el empate, anulado al instante por claro fuera de juego. La acción daba alas al cadismo, y por momentos el equipo y la grada achuchaban, y los de Xavi reculaban y hasta perdían tiempo.
Y cuando más sufrían los azulgranas, casi subía en el marcador el 0-2, un disparo de Joao Félix se iba fuera por poco. El técnico catalán aprovechaba además para menear el banquillo y dar entrada a los titulares Koundé, Lamine Yamal y Pedri. El mismo portugués la estrellaba en el poste rondado el minuto 71, cuando el Barça había pasado a tratar de que no pasara nada, a retener el balón el máximo tiempo posible para contrarrestar los arreones amarillos, cada vez más diluidos.
Pellegrino buscaba refresco con un triple cambio, ineficaz, con un cuarto de hora por delante: se retiraban Juanmi, Navarro y Álex, y entraban Roger Martí, Machis y Sammasékou; quien en su primera intervención, desde fuera del área, ponía a prueba a Ter Stegen.
Ya en la recta final, Lucas Pires reemplazaba a Chust. Sin embargo, no terminaba de pasar nada, ni por un lado del Barsa ni por el del Cádiz, pese a su necesidad de puntuar. Y los cuatro minutos de descuento dejaban apenas un córner local en las estadísticas.
Derrota previsible sí, mas con la sensación de que se bajó los brazos demasiado pronto (también la grada), de que no se empujó lo suficiente ante un rival superior aun con suplentes, pero a medio gas; que deja la salvación un poco más complicada, si cabe, al consumirse otra bala. Y a pensar en la próxima visita al sorpresivo Girona. DIARIO Bahía de Cádiz Dany Rodway