JORNADA 4. Una visita al imponente nuevo San Mamés sin salsa en las gradas no es lo mismo, pero sigue siendo San Mamés, pese al coronavirus. El Cádiz, en esta apretada semana de tres choques al inicio del campeonato, pisaba en la tarde del jueves Bilbao para vérselas con todo un clásico.
Era un duelo bonito en el que tratar de arañar puntos (nunca se había ganado en liga) que sumen en la lucha por la permanencia, tras el palo del domingo en Carranza, jugando serio y compitiendo, pero sucumbiendo en los últimos minutos ante la calidad del Sevilla. “No podemos estar en Primera con un pensamiento y un juego de Segunda ni como equipo ni como entrenador”, avisaba Cervera en la rueda de prensa pre-partido, insistiendo en que o llegan refuerzos (el plazo acaba en unos días) o lograr el objetivo será doblemente difícil.
El once de inicio para meterle mano al Athletic venía con cambios y refrescos, y el más significativo, en la portería, con el capitán Cifuentes ni convocado tras sus dos últimas titularidades, prefiriendo el técnico al argentino Ledesma, uno de los contados fichajes del verano. Además: Akapo, Pacha Espino, Juan Cala y Fali, en defensa; Augusto y Jonsson en el centro del campo, con Álex Fernández más adelantado; y arriba Iza Carcelén, Malbasic y Pombo.
La primera parte deparó poco espectáculo: un Cádiz bien plantado y haciendo todo lo posible (con los recursos que tiene hoy día) para que los de Garitano se sintieran incómodos en casa, pese a dominar. Y así ocurrió durante la mayor parte de los minutos. Ofensivamente, apenas se pueden citar un disparo de Malbasic en los primeros instantes; y en el otro campo, una volea de Raúl García que se marchaba fuera en el minuto 16 y un cabezazo de Núñez que atrapaba Conan Ledesma sin problemas en el 38.
No podía reiniciarse peor la partida tras el descanso: Akapo se ganaba la segunda tarjeta por otro pisotón y dejaba en inferioridad a los suyos. Pese a ello, los de amarillo se desperezaban aprovechando una galopada de Malbasic contra el mundo que terminaba con un buen lanzamiento de Choco Lozano desde la frontal, atajado por Unai Simón. Y la sorpresa se alargaba. Poco después, en el 56, el mismo hondureño se fabricaba un jugadón solo, se plantaba en el área, centraba a Jonsson (que había iniciado la acción) ya colocado para rematar pero se adelantaba Unai López marcándose en propia meta.
Un 0-1 inesperado, que tocaba conservar con uñas y dientes. Y el acoso, con más desesperación que juego, no tardó en llegar, con un cabezazo de Iñaki Williams al palo y un disparo al borde que abortaba la mano de Ledesma.
Cervera movía el banquillo, sacando a Salvi, Alejo y Negredo por Iza, Álex y Choco. Y todavía podía ponerse más complicada la tarde, que se iba tiñendo de épica: el delantero de Vallecas no duraba ni diez minutos sobre el verde, al ver dos amarillas, la segunda al tirarse descaradamente en el área bilbaína.
A tratar de completar la machada con dos jugadores menos y veinte minutos por delante, y el roteño José Mari suplía al danés Jonsson. El único punto a favor para los gaditanos era la ansiedad del Athletic al verse perdiendo frente a un recién ascendido con nueve hombres. Y Salvi Sánchez asustaba en el 81 en una contra…
Los leones desquiciados apretaban sin saber cómo derribar el muro, Garrido debutaba (y en su tierra) esta campaña sustituyendo a Augusto Fernández, el árbitro decretaba siete minutos de añadido (que fueron casi nueve), y Unai López, a la desesperada, probaba casi desde su casa, pero Ledesma la retenía en dos tiempos; era casi la última oportunidad con cierto sentido de un choque ya roto, que acabó con los vascos hundidos y los gaditanos (y el cadismo) eufóricos. Habrá que canalizar este chute de moralina para recibir el domingo al Granada. DIARIO Bahía de Cádiz
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