Cádiz, “ciudad abierta al mundo” (ha remarcado en su saludo Aurélien Lechevallier, representante francés) se ha convertido durante unas horas en este inicio de septiembre en “el centro de Europa”, según la expresión algo excesiva del ministro español de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación en funciones, José Manuel Albares, anfitrión (a medias) de la reunión informal ministerial de Desarrollo convocada en la capital gaditana en el marco de la Presidencia Española del Consejo de la UE durante este segundo semestre de 2023.
Este martes desde temprano, y con notable presencia policial casi en cada esquina, comenzaron a llegar las delegaciones de los 27 estados de la UE al Palacio de Congresos, epicentro de la actividad de esta ‘mini-cumbre’ con horarios trastocados respecto a lo anunciado, y que ya en la víspera, el lunes, despachó una primera reunión de trabajo en el Parador contando por videoconferencia con Amina J. Mohammed, vicesecretaria general de la ONU.
Esa jornada inaugural se remataba con una recepción y comida ofrecida a los asistentes en la Casa de Iberoamérica, donde recibieron el saludo del alcalde, Bruno García, y de parte de la Corporación municipal.
Y pese a todo lo positivo que implican, a priori, estos eventos internacionales que ponen el foco en Cádiz, en esta ocasión no han faltado las críticas, más al fondo que a las formas: en la misma tarde del lunes, una veintena de colectivos gaditanos, encabezados por la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (Apdha), celebraba una concentración para mostrar su rechazo a las políticas de cooperación de la actual UE, unas ayudas al desarrollo que entienden “al servicio de los intereses de la propia Unión Europea” y condicionadas al “buen comportamiento” de los países beneficiarios.
“NO HAY PAZ SIN DESARROLLO NI DESARROLLO SIN PAZ”
Los responsables de desarrollo de los Veintisiete se han citado en Cádiz para seguir definiendo su política conjunta, en un encuentro presidido por el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell; quien antes de la primera reunión de la mañana (extrañamente ya sin el ministro de Asuntos Exteriores español, por cuestiones de agenda), se felicitaba de estar en “la bella ciudad de Cádiz” y avanzaba, en español e inglés, los retos de la cita.
“Esperamos que sea una jornada tremendamente fructífera, pero que sobre todo sirva para cohesionar a los estados miembros y fortalecer la posición europea en el mundo en un ámbito tan determinante como es el ámbito del desarrollo”, era el optimista mensaje a primera hora ante los periodistas.
Borrell, indagando en las políticas migratorias (censuradas en la protesta del lunes), aprovechaba para reiterar que desde Europa sale casi la mitad de la ayuda al desarrollo mundial y en este sentido precisó que “no puede ser considerada como una dádiva, como una limosna, tiene que ser un motor que genere actividad y crecimiento, y eso significa también que sus productos puedan ser exportados; todas nuestras políticas comerciales tienen impacto en las políticas migratorias, ya que si no cogemos sus productos, tendremos que coger sus personas. Hay que ayudar al desarrollo local, y eso requiere estabilidad política, no hay paz sin desarrollo ni desarrollo sin paz”.
Así, entiende que, mirando a África, esta cooperación al desarrollo es fundamental para que las personas que cruzan el Estrecho buscando oportunidades en el viejo continente “no pongan sus vidas en peligro”.
“DIFÍCILMENTE SE PUEDE HABLAR DE LA TRANSICIÓN DIGITAL O DE LA MEDIOAMBIENTAL SI NO HAY UNA TRANSICIÓN SOCIAL”
La agenda del encuentro ha estado marcada por el impulso a la Agenda 2030 de cara a la inminente Cumbre de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la importancia de la dimensión social en la transición verde y digital, y la reforma de la arquitectura financiera global en un contexto de crisis financieras en muchos países del Sur.
Se desarrollaba a lo largo de dos “intensas” reuniones de trabajo, con una pausa para la foto de familia de rigor en el patio del Palacio de Congresos, sobre las 13 horas, una hora y media más tarde de lo programado y antes del aperitivo.
Y poco antes de las 15 horas, con la circunstancial sala de prensa contigua oliendo a restos de almuerzo, comparecía Pilar Cancela, la secretaria de Estado de Cooperación Internacional del Ministerio de Exteriores español, para hacer balance de la jornada, incidiendo en la pelea de España para convencer a sus socios europeos de que “la vertiente social siempre tenga preminencia”, o “no estaremos hablando de desarrollo, estaremos hablando de otra cosa; difícilmente se puede hablar de la transición digital o de la transición medioambiental si no hay una transición social, si no hay justicia social”.
“Quiero dar las gracias a esta fantástica ciudad, y pedir disculpas a todos los gaditanos porque seguramente les hemos trastocado con este trajín su día a día. Los miembros de las delegaciones se van impresionados de lo bonita que es Cádiz, y creo que con ganas de volver, y no a trabajar, que vuelvan siempre que quieran. Ha sido un enorme orgullo el poder tener a esta ciudad como la gran capital del desarrollo de Europa, ayer y hoy. Quería dejarlo muy patente. Todos han sido muy amables, y muy pacientes”, remataba Pilar Cancela en su intervención final.
Para la historia quedará que, aunque casi como mero espectador/escenario, Cádiz aportó su granito en la Presidencia española del Consejo de la UE del segundo semestre de 2023, un ‘cargo’ que España no asumía desde el primer semestre de 2010. DIARIO Bahía de Cádiz Dany Rodway