CRÓNICA J-30. El Cádiz abría en la tarde del sábado la concatenación de tres partidos consecutivos como local (salvando el parón obligado del Reus), cosas del calendario, como oportunidad para acumular puntos y afianzarse en puestos de play off de cara a la recta final del campeonato. Y con un mensaje realista por parte de Álvaro Cervera para los veletas, después de la derrota justa de la última jornada: “cada punto hay que lucharlo, no somos más candidatos que a luchar cada partido”. El primer rival que veía Carranza, el Lugo de un viejo conocido, Alberto Monteagudo.
Tras una semana en la que se ha conocido que tanto Machís (mejor jugador de febrero para la Liga123) como Vallejo se perderán como mínimo el encuentro del Córdoba, ambos convocados por sus selecciones nacionales para disputar amistosos (el primero, por Venezuela, y el chiclanero, por primera vez, con la Sub 21), y el correspondiente enfado de Cervera, los dos formaban parte del once inicial, con la novedad de Pachá Espino, debutando en el sitio de Matos. Un titular conformado por: Cifuentes, bajo palos; Correa, Espino, Sergio Sánchez y Kecojevic, en defensa; José Mari y Aléx Fernández, en el centro del campo; y arriba, Salvi, Machís, Aketxe y Manu Vallejo.
No se había cumplido el minuto 3, y parte de las más de 12.000 personas en Carranza todavía ni había ocupado sus asientos, cuando Ager Aketxe, a pase del sanluqueño, fallaba la primera ocasión clara. En el rebote, el balón de Álex se iba a córner. La presión de los de casa metía a los gallegos en su área en el arranque del choque, y en el 12, Álex Fernández aprovechaba un saque de esquina sin peligro para volver a meter miedo al contrario.
E incomprensiblemente, en el primer acercamiento del Lugo en el minuto 17, y ante la relajación defensiva, no subía el 0-1 de milagro: Carlos Pita disparaba a bocajarro y la repelía Cifu, y en el rechace, con todo a favor, Juan Muñiz no atinaba. Susto como aviso. Poco después, Campabadal probaba de lejos, con intenciones.
La tarde se equilibraba, e incluso los lucenses parecían tener las ideas más claras arriba, frente a un Cádiz que, con la pelota en los pies, no sabía cómo hacer daño: se buscaba al menos, insistentemente, el recurso de sacar algún córner. Y en el 40, Luis Ruiz tenía otra vez el primero del Lugo en sus botas, que no entraba por centímetros. Poco más deparó la trabada primera mitad.
Cervera no esperaba a hacer cambios, y en el descanso dejaba en la caseta a Aketxe y daba la oportunidad a Jairo. Pita y Lazo generaban las primeras oportunidades de este segundo periodo, ante un Cádiz sin tensión, que se ganaba la desaprobación desde la grada. Pitos que despertaban a los de casa, que lograron que merodearan durante unos minutos el área de Juan Carlos. Sin embargo, el técnico seguía sin verlo claro, y el en 60 entraban ya al verde Edu Ramos y Lekic por Álex y Salvi.
Y los recién incorporados protagonizaban, en su primer balón, el que pudo ser el 1-0, un pase de Edu desde atrás que el delantero caza, corre, y a la hora de rematar, erraba.
Precisamente, cuando los de amarillo ganaban en confianza arriba, en una jugada rápida, en el 63, subía al marcador el gol de los gallegos, obra de Manu Barreiro, rematando un pase desde la banda. Aunque no duró mucho la alegría en el Lugo. Cuatro minutos después, Manu Vallejo se veía con la pelota en la línea de fondo, dentro del área, optaba por la jugada individual, el caño a un defensor, y se marcaba un golazo imposible de la nada y sin ángulo para igualar el resultado, y insuflar de esperanza y ánimos al cadismo.
En medio del arreón local casi a la desesperada, la presión desde la grada y el reloj volando, Edu Ramos lo intentaba desde la frontal en el 74; Lekic de cabeza, muy forzado, ya camino del 80; y en el 82, era Sergio Sánchez el que remataba un saque de esquina, a las manos del portero. El Cádiz estaba volcado, los de Monteagudo se defendían como podían, y una extraña niebla sobrevolaba el estadio.
El árbitro concedía tres minutos de prórroga, pero el choque estaba ya roto, con más interrupciones que juego real. Y en el último suspiro, el Lugo se quedaba con diez hombres, por expulsión de Campabadal, y el Cádiz gozaba de su ocasión definitiva, una falta algo escorada… que Darwin Machís estrellaba en la barrera.
No se pudo desnivelar ese 1-1 pese al empuje, con más corazón que cabeza, del tramo final. Punto insuficiente si se quiere aspirar a no descolgarse de arriba. DIARIO Bahía de Cádiz