DÍA 17 (17ª CLASIFICATORIA)
Decimoséptima y última, ¡¡última!! sesión de las dilatadas clasificatorias del Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas de Cádiz (el COAC 2024). Y en un ratazo el jurado, sieso, pregonará el primer tú pasas, tú no pasas, de la temporada, pero… antes hay que tragarse toda la crónica, sin protestar. No se levanta naide hasta rebañar el plato.
Un jueves de remate de los tomates, de las preliminares, con el que se confirma el dicho aquel de “lo bueno se hace esperar”. La comparsa de la cantera, de Piru-Tomate, ahora ‘Y seguimos cantando’, volvió a demostrar con solvencia que sus dos últimas finales no son casualidad. Además, lo que queda de la chirigota de Los Molina, ‘Los chabolis’, dejó gratas sensaciones.
Juan, el ‘qué’ exclamativo va con tilde, que llevas dieciséis noches ignorando a la RAE porque te sale de los compañeros. Tanta filología pa esto. Maripili, dale a la palanca y que corretee al precipicio este cronicón en zigzag. Y si Tinoco nos quiere vestir, nos lo pensamos.
‘El aventurero’, la odisea
Las 20.04 horas. Arriba telón. Y ¿el coro? ¡Que no hay más coros, niño! Saluda ya desde Jaén la comparsa ‘El aventurero’, cargando con la guitarra en la mochila, y con melodías, cuartetas, estribillos y papelillos. Que no falten. Juan, saca la lupa. Explorando Cádi por febrero. Firman letra y música los hermanos Gutiérrez Denia, Juan Francisco y Raúl. Antonio Martín se lleva a su calle San Vicente el primer pasodoble ojanoso: “Cádiz, cuando se muere un poeta, aquí le cantamos muchas letras… desde Jaén esta letra yo te escribo, yo sí que te echo de menos, estando vivo, estando vivo”, rimando con a fuego vivo. Sin complicaciones. En la siguiente letrilla, visita al ambulatorio, quejoso con la tímida respuesta que, dicen, se le da a las enfermedades mentales: “doctor no sé qué pasa… eso es todo de cabeza, no piense y se le pasa… después lloramos el día de mañana, cuando se van muchas vidas, por la ventana, por la ventana”. Pasodobles al borde del drama, ambos. En uno de los cuplés hay mollete. Qué hambre. “Que guardaré como un tesoro, Cái en mi corazoncito enterrao”. Humilde popurrí sin riesgos ni cocodrilos, que se escucha como el que oye en la sobremesa un documental de La 2…, “la vida siempre será más bonita si tiene color… quiero estar a tu verita en cada momento, siempre en forma de canción… volveré por carnavaaaal”. Como las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales, jugando llamarán.
‘Que no se pierda la carga’, mushasho, ¿me da cera?
¡Cuidado con el cable neutro! Parecen el Cambalache, con tanto anuncio. La chirigota ‘Que no se pierda la carga’ va de eso, de cargantes de Cádi, con gracia ajín ajín, pero los dientes blancos blancos. Ahh, vale vale, que son una docena de Antonios Reguera. La cara de Juan, enfoca, enfosca. “Cádi, eres tú la que me carga el corazón”. Sergio Mora Campos se adjudica la letra y la música. El concepto carga te resuelve el primer pasodoble: la carga de los capillitas, la carga de los astilleros, la carga del hijo que se va a trabajar fuera…, “Cádiz, llevas una carga, pero tienes que aguantar… hace de su vida historias de alegría, aunque vaya por dentro cargando con sus heridas”. Y en modo cuento parece entrar la otra letrilla que busca ser pro-feminista, o argo: “nos vemos mañana princesa, que encuentres ese reino, donde nadie te acose ni te juegues la vida, disfrutando tus derechos”. “Le han cortao el rollo a los pajilleros que se escondían entre las dunas”, con el Eurovelo por Cortadura, expone uno de los cuplés, ajín. “Puede que sea verdad que yo sea mu cargante… o es que tú tienes mu poco aguante”. El popurrí pesa, pesa como varias toneladas de piera ostionera. Qué carga, chiquillo. Y de Cádi, eh. Esto no carga.
‘La tinta obrera’, color esperanza
Comparsa bien encalá desde Huelva. Blanca blanca, lavada con Ariel. La vida, un cómic con páginas que se van coloreando cada día, sorteando a los villanos que manejan el sistema. Por ahí anda la propuesta de ‘La tinta obrera”, la “rebelión de los nadie”. La letra la firma José Antonio Conde Santos, y la música, Víctor Manuel Quintero Larrarte. No, no es fácil seguirle el hilo al primer pasodoble, no, dibujando “garabatos imperfectos” para censurar la gordofobia hacia la mujer, “este es mi cuerpo, y tú no tienes el poder para juzgarme según mi talle”. Y mirando el telediario, en el otro pasodoble: “niños que dejan de serlo a mitad de su infancia… en el besamanos bajo la sotana… saltando al vacío que sufren en clase… robados del vientre que los parió… obligadas a casarse con quien quiere ser su padre… famélicos en África rogando al primer mundo su atención… apaga ya cariño, que esas noticias no son buenas para ti, porque esas cosas no son de niños”. Cuplés al Carapolla del Almeida y llamando cocainómano al Marichalar. Un borrón en el repertorio. “En este garabato en blanco y negro te regalo mi libreto, pa que ilustres con tus besos, el poder original”. Estos héroes imprescindibles de la calle, de clase obrera, inician su jornada “existencial” en el pupurrí, que acaba coloreándose en el hogar con la pareja…, “la riqueza del villano, sostenida en mi pobreza… en el cómic de esta vida sin color, ser humano es la revolución… los andaluces queremos no ser el chiste de Madrid… despierta, reescribe nuestra historia de colores el final”. Saca los rotuladores, Juan.
‘Los chabolis’, que se apaga la candela
La otra mitad de la chirigota de los Molina pide turno. ‘Los chabolis’, desde Chiclana…, “pobrecitos pero honraos, bajo la luna lunera, viviendo a nuestra manera… que como siga así las cosas, nos veremos aquí prontito…”. Manuel Benítez Molina y Gonzalo Madrid Garrote, en la autoría de estos chabolistas, invirtiendo buenos duros en ese atrezzo. Taratataratachín, ya suena el metapasodoble de entrada, pum pum…, “por eso le grito a Cádi entero, que tendrá de mí un te quiero, cuando llegue carnavales”. Cambiando la musiquita del pasodoble, en el siguiente, replican a esos periodistas que llaman ‘chirigota’ en tono despectivo cualquier asunto, “yo no tengo como usted dueño ni obligación, llevo bien alto mi pabellón…”. De proyecto Hombre, a proyecto Hambre… “aunque está feo decirlo, estaba mejor estando enganchao”, apuntilla uno de los cupleses. En el otro hay hueco para el socorrido satisfayer. “¿Y la gente buscando piso, haciendo cola?… yo me quedo en mi chabola”. Juan, pichita, ¿y ese lunar en la mano? Entretenido pupurrí pamplinoso y casi sin respiro, al tipo bañado de estereotipos, hasta la desembocadura…, “ahora quiero invitarte a mi casa, una casa que no tiene dueño… hay mil coplas para cocinar… se desconcha una pared y llueven papelillos… se mantiene apuntalá con cuatro serpentinas… que aquí sólo existe un mes, febrero en cada esquina”. El patiobutaca ardiente mantiene encendida la candela.
‘Y seguimos cantando’, aunque la vida te quiera aplastar
Piru, Tomate, ¡embrújanos! La expectación se respira en el ambiente. Cantan los niños de la cantera. Con Cádi convertida en parque temático y los payasos, a escena…, “ya no nos duele lo nuestro, ya no explota en las gargantas la rabia de los valientes, ahora rebuzna el que canta, pa entretener a la gente, ya no araña nuestra pluma, la cara del que gobierna… y en una noria dando vueltas, cada año por febrero, para tenernos entreteníos y tragar nuestro veneno… y mientras Cádiz se está desangrando, aquí seguimos cantando… canta, Cádiz, cántame, colócate una careta de nuevo por carnavales…. ay carnaval, que tú me robas el sentido y me lo das, y yo hago lo que tú quieras, carnaval, que a mí me quitas las penitas por febrero… y seguimos cantandoooo”. Antonio Jesús Pérez ‘Piru’ y Sergio Guillén Bancalero ‘Tomate’, detrás de letra y música, le tiene cogida la media al Falla, no hay dudas. Piropillo y defensa del estilo de Cádi para Cádi, para empezar: “dicen algunos que me repito cuando te canto… aquí se viene a cantarle a Cádiz, que es la cuna y la madre de los copleros… me suena al compás del latido de mi corazón, para decirte Cái de mi vida, cuanto te quiero”. Y espectacular el otro pasodoble desde lo muy particular a lo general, para que todos nos veamos ahí interpelados: “déjame mare que yo te diga las cosistas que me suelo callar, aunque no soy de mostrar en público lo que siento, lo que te quiero decir rebosa de mis adentros… sé muy bien que estás harta de que te digan que hay que seguir palante mientras se viva, que hay que ser positiva, aunque tengas tu enfermedad… que tú no tienes que ser fuerte, luchadora, ni una guerrera, y manda lejos al que le moleste verte llorar… la batalla de verdad la tenemos que llevar a los que en Andalucía se han cargao la sanidad… la enfermedad, no se cura con sonrisas, ni con palabras que valen ná, se cura echando cojones al barón de Andalucía, que está destrozando por dentro nuestra sanidad mientras se muere la mare mía”. Fuuuuaaa. El teatro se cae pa abajo, chiquilla. Subidos en la montaña rusa te cantan dos cupleses que ganan con la genial interpretación, ¡¡foto!!, uno de ellos no habla de la variedad de condones que existen en el mercado, y en otro un vecino entrometido no se pide asuntos propios, se pide asuntos tuyos. “Que Cádiz es mi montaña rusa, la que acelera mi corazón… y aunque tú me vuelvas loco, cuando yo voy a bajarme, otra vez quiero montarme, otra vez quiero montarme”. Con el popu, una preciosidad sin medida, también crítica y reivindicativa, abre este parque turistificao sus puertas…, “que pase to el que quiera, pa fuera la miseria, que ya tendremos tiempo para llorar… ya están preparados los copleros para servir al forastero, y para echarse la fotito, cuando acaben de cantar… empieza la guerra, una sonrisa y a tapar nuestra vergüenza… Ay gaditano, sonríe, sonríe, aunque la vida te quiera aplastar, sonríe, sonríe, porque si tú lloras el turista se va… vendo mi risa y mi canción por dinero, y cuando se va el verano, mis lagrimas fluyen por el mundo entero… Recuerda una cosa, que todos los carnavaleros, por más que tú nos dispares, resucitamos por febrero, si no te gusta mi copla, escucha otra… Cuando el parque se queda vacío y ya no queda nadie, te contemplo, saco mi guitarra y comienzo a cantarte… Y si viene un maremoto, que me coja aquí cantando, rodeao de los míos, borracho de amor, ay cantando… Se coló doña Cuaresma, y este parque van cerrando, pero yo me quedo en Cái pa quererle todo el año, y pa seguirle cantando…”. Juan, me pinchas con esos vellitos de punta… rebobina la cinta, y que empiece de nuevo este mogollón de comparsón.
‘Tú hazme caso a mí’, no
“Si no estás de acuerdo, te toca tortura, el Emirato a Cádi acaba de llegar…”. Un jeque impone una dictadura en el Al-Yuntamiento. Volvemos a la cruda realidad de las preliminares, Juan. Ya canta la chirigota ‘Tú hazme caso a mí’, desde la localidad sevillana de Mairena del Aljarafe. Rafael Flores García aporta la letra y la música de esta propuesta, junto a Sergio Toro González. Mohamed, el hostelero, “en su trabajo explota a la gente”, afirma el primer pasodoble-terrorista: “sueña hacer una comparsa y que reviente el teatro”. El “delito de ser mariquita” se inserta en la otra letra reglamentaria que trata de ser irónica, “yo le digo a esos fascistas, que mejor ser mariquita a ser una maricona”. Cuplés pa dilapidarlos. “Este estribillo se va a pegá”. O va a ser que no. “Porque eres tan hermosa y a la vez tan del ISIS”: el popurrí embadurnado de xenofobia o argo, va contra los derechos humanos.
‘La chirigotera’, oficial o callejera
Y el candado a la función y a las benditas clasificatorias lo echa ‘La chirigotera’, la comparsita dirigida por Tamara Beardo, con letra Antonio Pedro Serrano ‘el Canijo’ y María Rosario Suárez Varo, y música de José María Barranco ‘el Lacio’. “Yo soy puro carnaval… antes que comparsista, chirigotera soy yo, que comience la función”. Paridas en el Mora, frente a la Caleta. La presentación se replica en el primer pasodoble…, “en Cádiz yo nací, un día de carnaval, y me crié entre notas de la libertad… soy la que tiene guasa y gracia con salero, la que limpia su casa y limpia el polvo con un plumero… soy la que a las desgracias siempre pinta una sonrisa…”. Y crítico con la parsimonia del gaditano, en el otro pasodoble, mejor: “el gaditano es la estatua de Moret, totalmente parado, se quedó parado sin saber por qué… con los brazos cruzados, paralizado como mi astillero… viendo cómo pasa el tiempo y todo sigue igual… así son los gaditanos, lo mismo que el monumento, puede ser que en el fondo seamos, de piedra por dentro”. Cuplé gastronómico, pero niño aprende a comer, yatújabe; y pildorita al Quique Miranda, mano inocente en el sorteo del orden de actuación, “con to lo guapo que eres, pero que poco mueves las bolas”. “Cádiz de mi corazón, mi niña carnavalera, tengo más de un motivo para sentirme chirigotera, chirigotera”. Con recuerdo a Las molondritas, la primera chirigota de mujeres tras la dictadura franquista, parte ese popurrí que va recorriendo la historia de la chirigota concursera y de las ilegales, “Cádi en su esencia, carnaval de verdad”. “Que cantando yo soy feliz, no vivo del que dirán, ser de Cádiz es mi bandera, oficial o callejera, a mí qué más me da…”. Carmela, orgullosa de la herencia de su abuela.
Las 00.34 horas. Baja el telón. Adió preliminares, adió, para lo bueno y para lo malo, la fase más absorbente de este cebado concurso de coplas amateur, aunque alguno no se quiere enterar. Juan, ahora a esperar 33 minutos a que baje el jurao, sieso, a dictar su primera sentencia, pero eso ya es otra historia. Ve arriando velas. Y no, que no pase una noche sin que la Inteligencia Artificial nos devore con una de sus frases célebres de chichinabo: “En la justicia, lo más justo es lo más justo para el más débil”, dicen que dijo Anaxímenes de Mileto. Dany Rodway
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