JORNADA 32. Con el bajón en el cuerpo tras las victorias durante la tarde de Celta y Rayo Vallecano, el Cádiz se medía en la noche del sábado al conjunto revelación de la temporada, un Girona que sigue aferrado a puestos de Champions y que como local es uno de los rivales más peligrosos de LaLiga. Al otro lado, los amarillos, que todavía no han ganado como visitantes en el presente curso, buscaban seguir con algo de vida y esperanza asaltando Montilivi.
“Estoy contento con la evolución y la entrega que estamos teniendo. Estoy ilusionado con la plantilla que tengo. Confío en nuestra preparación y en nuestro equipo para dar pelea. Va a ser un bonito partido”, meditaba en la previa Pellegrino, que en su once inicial presentaba algunas novedades: el sancionado Javi Hernández lo suplía Lucas Pires, Iván Alejo sentaba a Rubén Sobrino, y Maxi Gómez volvía a llevar al banquillo de entrada a Chris Ramos.
Así, el Cádiz salía al verde catalán con Conan Ledesma, en portería; Pires, Iza, Ousou y Chust, en defensa; Álex Fernández y Alcaraz en el centro del campo, con Robert Navarro y Alejo en los extremos; y Maxi y Juanmi, como hombres más adelantados. Y Darwin Machís ni en la lista de convocados.
Si el sábado ya transcurría para deprimirse, futbolísticamente hablando, y pese a que los gaditanos habían entrado en el juego activos y presionando, no se había cumplido ni el minuto 10 y Eric García de cabeza marcaba el primero aprovechando un córner defendido de aquella manera. Y en la siguiente acción pudo incluso subir el 2-0, tras un disparo al palo de Yangel Herrera, que mandaba a la red Dovbyk, pero en fuera de juego. Poco después, Yan Couto remataba alto.
La superioridad de los de Míchel se hacía aplastante ante un Cádiz sin norte tras el varapalo tempranero. El Girona manejaba la pelota a su antojo frente a un rival aplatanado, acongojado, desaparecido. Y en el minuto 21, Iván Martín sí marcaba el 2-0, culminando una jugada colectiva incontestable, con los amarillos como meros espectadores.
El juego confiado, alegre y eléctrico de los locales contrastaba con la nada y hasta desgana al otro lado, jugadores corriendo como pollos sin cabeza, defendiendo regular y atacando peor… ¿atacando?: sin oler el balón, sin dar tres pases con cierto sentido… Aunque a medida que se acercaba el ecuador de la contienda, el Girona parecía relajarse y dejaba algo de aire y de campo al rival, conocedor de su candidez. Y justo antes del pitido previo al descanso, Savinho la mandaba al larguero tras sortear a un Víctor Chust dormido.
EL CÁDIZ MEJORA ANTE UN GIRONA A MEDIO GAS
Escalante y Chris Ramos entraban en el segundo tiempo, por Álex y Juanmi. Pellegrino movía el banquillo pronto buscando alguna reacción. E inicialmente, los primeros minutos tenían otro color, con los de casa contemplativos y el Cádiz tratando de dominar y de exponer ofensivamente; y el recién incorporado delantero gaditano tiraba por primera vez entre los tres palos en el 52. Tres minutos después era Pires el que probaba con un potente disparo detenido por el portero en dos tiempos.
Un Girona más conformista y un Cádiz que lavaba mínimamente su triste actitud de la primera mitad igualaban fuerzas aunque no pasaba casi nada, hasta que en el 70 el pichichi Dovbyk se inventaba el 3-0, gol que parecía en fuera de juego, mas el VAR no lo consideró así. Un minuto antes Maxi y Alejo se iban a la caseta y entraban Roger Martí y Sobrino.
En el 79, Ramos se revolvía en el área, y lograba un córner. En el saque de esquina, Escalante metía el pie y marcaba el tanto del honor, el 3-1; un resultado que duraba poco o nada en el marcador, ya que en la siguiente jugada, los catalanes conseguían el cuarto, gol de Portu ante un Ledesma que fallaba en su salida.
Ya en el tramo final, con los de Míchel más pendientes de celebrar su histórica clasificación matemática para Europa que de otra cosa, Chris Ramos la empalaba en el área y ponía en aprietos a Gazzaniga. El Cádiz quería morir con las botas puestas, pero demasiado tarde. Tres puntos vitales menos en el casillero gaditano, y la afición entrando en fase realista al mirar la clasificación, entre la desesperanza y la resignación. DIARIO Bahía de Cádiz