JORNADA 21. Nueva derrota del Cádiz en liga. El partido fue una fotocopia del día de Valencia, con un equipo que aguanta la primera parte a duras penas con el agua al cuello, se hunde totalmente al empezar la segunda y se va ahogando de ahí al final exhibiendo una fantástica incapacidad de reacción.
Con esta, el equipo amarillo celebra una histórica racha de 16 partidos sin ganar. Un récord que, sin duda, y viendo lo acontecido, será capaz de superar en sus siguientes encuentros si no hay un cambio radical. Ya que es inviable echar a los 28 jugadores de la plantilla, al menos debería haber sido el último servicio de Sergio González, en el día además que se convertía en el entrenador amarillo con más partidos en Primera de la historia.
Salió el Cádiz al césped de Mendizorroza con varias novedades respecto al desastre de la jornada anterior. La defensa solo mantuvo a Fali, con las apariciones de Zaldúa, Chust y Pires, en la zona media destacaba la ausencia de Kouamé que cedió su titularidad a Escalante, y arriba el compañero de Chris Ramos era en esta ocasión Guardiola. Y el once amarillo comenzó este partido como acabó el último: totalmente desnortado. En los primeros diez minutos el Alavés pareció el Brasil del 70 ante un Cádiz desbordado por todas partes. Un disparo de Guridi al larguero y varias paradas salvadoras de Ledesma mantuvieron el resultado inicial. Sin embargo, poco a poco, los gaditanos fueron recomponiendo la figura y apoyados en los arranques estrambóticos de Alejo, y en los un poco más cuerdos de Robert, fueron haciendo recular al equipo vasco hasta aplicarles una especie de presión alta que evitaba su juego fluido.
A eso del minuto 20 Guardiola y Ramos habían tenido un par de ocasiones, y el equipo de Sergio era capaz de llevar el peso del partido, que tampoco es que pesara mucho, aunque al estilo gaditano, es decir, de una manera extraña y deslavazada, trabajosamente, con gran inseguridad, acciones inexplicables y muy poca expectativa de hacer daño al rival. Pero al menos, no sufría atrás y ciertamente, se le veía cierta ambición.
En este periodo tuvieron su mejor ocasión, que consistió en un mal despeje del portero local que rebotó en el cuerpo de Iván Alejo y muy bien se pudo haber colado en la portería. Pero también se percibía la desesperación y lo fácil que pierden los papeles los jugadores cadistas este año. Sergi Guardiola pudo muy bien haber sido expulsado al revolverse y golpear a un rival tras sufrir una falta; afortunadamente el colegiado decidió únicamente mostrarle la amarilla.
Conforme acababa la primera mitad, el choque se fue equilibrando con un Alavés que se volvió a asentar mejor en el campo y a merodear el área del Cádiz, que había cedido en su presión. Con todo, se podía considerar que la primera parte del Cádiz fue aceptable sin alardes, teniendo en cuenta el horror en el que este equipo habita. Lo que se espera de un plantel tocado anímicamente, deportivamente, físicamente, socialmente y que lleva un montón de meses encadenando resultados negativos.
ESTE CÁDIZ TIENE MUY TRABAJADA SU INEPTITUD
Y un equipo en esta situación generalmente puede causar un estropicio en cualquier momento. Nada más empezar la segunda mitad un claro pisotón de Alejo a Kike García es decretado como penalti y transformado en gol por Luis Rioja. Otra vez tocaba afrontar medio partido por debajo en el marcador.
Otra vez a mostrar la falta total de fútbol, la inexistente capacidad de reacción, los negligentes centros de Alejo, las pérdidas en el medio de cualquiera que tenga el balón, los pelotazos desesperados hacia Chris Ramos, la defensa descolocada… lo cierto es que este Cádiz tiene muy trabajada su ineptitud, y no importa quién esté en el campo, que como pasa con los grandes equipos de la historia, siempre es muy reconocible en su juego. Siempre pierde de la misma manera. Es tan previsible que esta crónica está escrita antes de acabar el partido.
Sergio, lanzando su canto del cisne, probó a poner en el campo a Ocampo y al delantero del filial Eyong, que debutaba, en vez de un Alejo histérico e impreciso como siempre, y un Guardiola tan irrelevante como hablar del tiempo en el ascensor. Mientras, la segunda parte avanzaba irremisiblemente hacia su ocaso, el equipo amarillo era un agujero negro de ideas. Escalante, totalmente perdido, también era reemplazado por Álex Fernández, un jugador tan pastoso y amortizado del que nadie esperaba nada. Cosa que cumplió con creces.
EL DESASTRE SIGUE SU CURSO Y NADIE HACE NADA
Ya era un poco extraño que Sergio González estuviera todavía en el banquillo tras la histórica racha negativa que protagoniza. Esto solo deja constancia de la inoperancia de la directiva, incapaz de encontrar un sustituto, ya no de garantías, sino cualquiera que tenga dos patas. También deja en evidencia la debilidad de la organización deportiva del club, que carece de cualquier sustituto provisional que permita, al menos, intentar cambiar la tónica negativa poniendo una cara nueva a entrenar.
Lo que está claro es que Sergio no debe estar la próxima jornada porque su discurso está completamente agotado. El Cádiz podría estar en el campo seis horas, podría incluso jugar sin un rival delante, que no haría una jugada trenzada. Los partidos consisten en esperar a recibir el gol y luego esperar a que llegue el minuto 90. No hay liderazgo, los jugadores parece que han perdido completamente su calidad. No se han visto más centros a lo loco al área desde la selección de Escocia de 1953.
En resumen, el desastre sigue su curso y nadie hace nada para intentar mitigarlo. Volvemos a depender de los resultados de los demás para poder ver la situación con algún minúsculo optimismo, pero lo cierto es que este equipo huele mucho a muerto. Y tal como está, incluso diríamos que nos tendremos que empezar a aprender la diferencia entre Primera y Segunda RFEF. DIARIO Bahía de Cádiz
/ FOTO: Cádiz CF