JORNADA 8. El Cádiz volvió a caer derrotado con gran claridad (3-1) en su visita a Huesca, haciendo un partido en el que sacó a relucir todas las carencias que arrastra desde hace ya demasiado tiempo. El equipo luce una defensa dramática, un centro del campo descompuesto, una delantera inofensiva y, en general, un estado que fluye entre la depresión, la desesperación y la aceptación del propio destino fatal, que parece que ya tienen escrito en piedra, al menos, desde la horrible temporada pasada. Cabría preguntar si esto es el legado que ha dejado el insigne Pelegrino.
Salieron los gaditanos al Alcoraz con las novedades de Kouamé, Alejo y Álex en el once titular, y con la camiseta blanquiazul que venden en la tienda oficial del club como segunda equipación. A lo mejor la idea de Paco López era asumir el control del partido con la presencia del maliense y el madrileño en el eje central del campo, pero lo cierto es que los de casa empezaron controlando a un Cádiz timorato y fallón y dieron el primer susto a los 10 minutos con un disparo acrobático de Vilarrasa que David Gil atajó con seguridad.
Pero poco más. Si recordamos el aburrimiento supino que provocaba ver un partido del Cádiz cuando estaba en Primera, imaginen ahora en Segunda. Es inexplicable que nadie en su sano juicio se siente a ver este espectáculo soporífero, esta tortura en 42 capítulos que va a ser el periplo de los amarillos por LaLiga Hypermotion, que es como los expertos en marketing han tenido a bien denominar a este hiperbólico plomazo.
Menos mal que a alguien se le ocurrió gastarse una pasta en implantar lo del VAR para aportar algo de emoción a este horror. En el minuto 25, tras consulta al televisor de la banda, el colegiado decidió inventarse un penalti contra el Cádiz por un golpe que inadvertidamente Matos propinó a un rival en la lucha por el balón. El fútbol siempre ha sido un deporte en el que se ha permitido el contacto, pero ahora lo cierto es que los árbitros asumen que para contactar está lo del Tinder, y a esto hay que jugar sin tocarse, no vaya a ser que alguien se despeine y no salga guapo en las fotos. Afortunadamente para los visitantes, Silva disparó tan desviado que el banderín de la esquina tembló del susto.
La primera mitad fue avanzando como si fuera una telenovela venezolana. No ocurría nada. El primer acercamiento del equipo cadista a puerta fue un disparo de Iza desde la frontal a la salida de un córner. Todavía están los niños de Huesca buscando la pelota por fuera del estadio. Unos minutos después sí que tuvo el Cádiz una ocasión importante, en un centro desde la izquierda bien rematado a la media vuelta por Álex y mejor parado por el guardameta local por dos veces, la segunda ante el remate de Chris Ramos.
Con esta oportunidad, los amarillos lograron quitarse de encima un poco el pastoso dominio inocuo del conjunto aragonés. Hasta que de nuevo en el 43 el árbitro designó otra pena máxima para los locales por un estúpido agarrón de Fali a un rival que no tenía ninguna opción de llegar a la pelota. Esta vez, Silva lo marcó magistralmente. Y Fali, como casi siempre, tuvo que dejar el campo lesionado.
NI SABE ATACAR CON INTENCIÓN NI DEFENDER CON EFICACIA
Se reanudó el encuentro con la salida al campo de Zaldua y Carlos Fernández por Matos y Alejo, y con el segundo gol de los aragoneses, en una carrera de cincuenta metros de Soko en la que sacó una ventaja de sesenta metros a Chust. Luego, tras un rato de sopor, en el 61 Kortajarena remataba otra gran jugada local que volvía a dejar en evidencia a todo el Cádiz, que ni sabe atacar con intención ni defender con eficacia.
Ya con el 3-0, Brian Ocampo entró por Álex. Pero nadie esperaba ya nada del Cádiz. O mejor dicho, el Cádiz hizo lo que todo el mundo preveía a lo largo de todo el encuentro. Lo que lleva haciendo desde que empezó la liga: dar mucha pena. Los locales se quedaron tranquilamente replegados ante la enorme inoperancia de los amarillos, que no demostraban tener ninguna capacidad de crear el más mínimo peligro. Incluso Alcaraz falló un penalti, que lanzó de una manera digna del mejor jugador de rugby australiano.
Aun así, por estas cosas raras del deporte rey, Rubén Sobrino hacía el 3-1 al remachar un despeje del portero local, en uno de los pocos acercamientos serios ya con el Huesca jugando con diez. Y en el tiempo de descuento, a base de centros al pelú, fueron capaces de asustar un poco al guardameta, que siempre respondió.
DEMASIADO HACE PACO LÓPEZ CON NO DIMITIR CON EL PANORAMA QUE TIENE A SU CARGO
Todo el mundo afirma que Paco López es un gran entrenador, pero el estado de este equipo podría poner en duda este axioma. No se percibe en nada la mano de un preparador de categoría. Aunque es notorio y de común conocimiento que esta plantilla es un gran pufo, formada por jugadores fracasados, ya de vuelta, desechados de otros equipos, lesionados de larga duración, alguno que no quiere estar aquí y, encima, Iván Alejo.
Y así, con esos mimbres el canasto que puede hacer el técnico valenciano solo puede salir cambembo, sin asa y lleno de boquetes. Quizás, en el fondo, demasiado está haciendo con ir cada día a entrenar y no dimitir con el panorama que tiene a su cargo y la dirección que soporta sobre él.
Lo cierto es que este equipo huele muy fuerte a Primera Federación. A ver si en esa categoría estos jugadores son capaces de competir. Y si no, al menos queda la esperanza de que Vizcaíno fiche a alguien el año que viene, que en la tercera categoría serán más baratitos de encontrar. DIARIO Bahía de Cádiz