JORNADA 37. Penúltima partida de la presente campaña 23/24 y último duelo en el Nuevo Mirandilla. Tarde de domingo de ‘transistores’ (ahora móviles), como antaño, y partido “decisivo” para el Cádiz CF si quería contar todavía con alguna pequeña posibilidad de salvarse en la última jornada del curso. Sólo cabía, otra vez, ganar o ganar, en esta ocasión a una UD Las Palmas cuesta abajo que le valía con un puntito para amarrarse otra temporada en Primera. Y el 0-0 no se movió del marcador…
“Más que hacer cuentas, hay que pensar en ganar este encuentro, que el rival sienta la presión con nuestra gente. Nosotros no podemos controlar los demás resultados. Dependemos de ellos, pero ya es suficientemente difícil hacer lo nuestro”, repensaba Mauricio Pellegrino en la previa; choque al que los gaditanos llegaban con cierta euforia tras dos victorias consecutivas para mantener al cadismo con un ápice de esperanza a estas alturas. Algo impensable meses atrás. Sin embargo, se confirmó que todo era un espejismo, y una temporada aciaga no se enmienda a última hora.
Por tercera vez jornada consecutiva, los amarillos repetían once inicial: Conan, en portería; Zaldua, Javi Hernández, Fali y Chust, en defensa; Alcaraz y Escalante en la media, con Sobrino y Robert Navarro en los extremos; y arriba, Chris Ramos y Roger Martí.
Y siendo un partido “decisivo” y en el que la afición debía jugar su papel (más de 18.000 personas en la grada), nadie podía entender (o sí) que Brigadas Amarillas se encontrara con la prohibición de entrar con bombo, megáfono y sus pancartas al fondo sur; mientras la megafonía del estadio, una semana más, sonando a tope en los prolegómenos… Eso sí, en cuanto se apagaron los altavoces, cayeron los primeros gritos de “¡Vizcaíno, dimisión!”. Y a jugar, tras una tensa espera.
Desde el pitido inicial se constataba, en la parsimonia descarada de los canarios, más allá de su tiki-taka, que el empate no les disgustaba, ante un Cádiz acelerado y con urgencias. El partido navegaba con el paso de los minutos sin orden ni concierto, y sin ocasiones reales en uno u otro lado, descartando el misil a las nubes de Escalante en el 24, o el remate imprevisto de Chris en el 32.
El primer disparo de los de rojo y blanco llegaba dos minutos después, un lanzamiento de Cardona atajado por Ledesma. Y respondía Robert Navarro poniendo a prueba a Valles. Era un aviso. En la siguiente acción, en el 36, marcaba el 1-0 Javi Hernández, y se desataba la alegría en el estadio por momentos… ya que el VAR entraba en acción para anular el gol por un fuera de juego previo.
Con cierta bajona ambiental, metidos ya en los últimos minutos (y solo uno de descuento), Sobrino remataba de aquella manera un buen centro de Zaldua. Se alcanzaba al ecuador con una igualada que, momentáneamente, mandaba a los de casa en Segunda. Celta y Mallorca también empataban a estas alturas sus partidos ante los ya descendidos Granada y Almería, y el Rayo perdía ante el Barça.
IMPOTENCIA ANTE UN RIVAL DESEPERANTE
Con frío se ponía en marcha el segundo tiempo, con Las Palmas igual de contemplativo y el Cádiz atascado a la hora de proponer algo arriba. Y la grada exigiendo al impasible Pellegrino cambios. Dicho y hecho: en el 54 entraban Juanmi y Sergi Guardiola por Sobrino y Roger.
Poco cambiaba el panorama, y Brian Ocampo se incorporaba por Navarro diez minutos después, momento en el que la afición se venía arriba tratando de alentar a los suyos. En el 71, Chris Ramos cabeceaba fuera; poco después, se reclamaba penalti (que al parecer el VAR revisó, y descartó), y entre tanto, en una contra canaria, Chust veía la tarjeta roja por tratar de detener a Cardona cuando cruzaba el centro del campo.
A por el milagro con un hombre menos, poco más de diez minutos por delante, y un rival centrado en perder tiempo de forma insultante, y entendible, les valía con el punto. Imposible jugar a algo parecido al fútbol así. Como último recurso, el técnico argentino recurría a Iza y a Maxi Gómez por Zaldua y Chris Ramos. Y Ocampo, cojo, la mandaba al séptimo anfiteatro, en el caso de existir en el Nuevo Mirandilla.
Al borde del 90, Rubén Alcaraz calentaba al portero. Y la grada se animaba al reflejarse ocho minutos de propina. Mas poco novedoso ofreció el descuento, más que lo inevitable. Se pitaba el final, y se confirmaba (sin mirar otros resultados -el Celta ganó y el Mallorca empató-) el descenso a Segunda del Cádiz, a falta de la última jornada en Almería, cuatro campañas después de que Cervera lo colocara en la elite.
La grada, aunque sabiendo que el reto de la permanencia era misión casi imposible, se quedó muda, sin ganas siquiera de reprocharle mucho a los jugadores que se quedaron unos minutos deambulando por el verde, como pidiendo perdón por no dar la talla durante gran parte del curso. Un descenso siempre es doloroso, pero también es verdad que el cadismo lo llevaba asumiendo (y viéndolo venir) desde hace meses.
“TENEMOS QUE MIRAR LA PARTE LLENA DE LA BOTELLA, PENSAR DE DÓNDE VENIMOS”
Y por sala de prensa no apareció Pellegrino. Quiso dar la cara el presidente, Manuel Vizcaíno, para asumir su responsabilidad en este “fracaso, bajar a segunda, lo es”. “Las valoraciones hay que hacerlas en frio. Está claro que algo hemos hecho mal. Pero hemos disfrutado cuatro temporadas en Primera. Tenemos que mirar la parte llena de la botella, pensar de dónde viene el club y el equipo. Durante diez años siempre hemos conseguido el objetivo, hasta ahora. El que me he equivocado he sido yo, soy el máximo responsable, pero nos tenemos que parar todos a pensar dónde estamos”, afirmaba entre las preguntas de la prensa.
Añadía Vizcaíno que “es mi primer descenso y me duele mucho”, y avanzaba que “desde ya me armo en el reto de volver a subir y estoy convencido de que lo vamos a conseguir”. Al tiempo que dejada varios recados a todo lo que rodea al Cádiz CF: “no hemos sabido disfrutar de Primera”. “Los halagos hacen poco ruido, los gritos se escuchan más”, apostillaba.
Por otro lado, el máximo mandatario de la entidad ha admitido la estrategia de varias de sus declaraciones desbordantes de optimismo a lo largo de la temporada, pese a los malos resultados y lo que se veía en el campo: “el presidente siempre dice lo que le conviene al club, cuando dije lo que dije fue para animar a los chicos. Quizá no rematamos bien la plantilla en la que yo confiaba, han dado lo que tenían. A mí eso me vale, el esfuerzo de los chicos, no dudo de ello, otra cosa es el rendimiento. Nos hemos ahogado en la orilla”. DIARIO Bahía de Cádiz Dany Rodway