JORNADA 3. Con el mercado estival de fichajes finiquitado y en una tarde bochornosa para despedir agosto, el Cádiz recibía en el Nuevo Mirandilla a un Tenerife que ha empezado la campaña todavía peor que los amarillos (con dos derrotas).
Así, en las últimas horas se han firmado para el plantel de Paco López tres necesarios y esperados refuerzos (aunque es una incógnita sus rendimientos): el central serbio Bojan Kovačević (joven cedido por el Partizán de Belgrado), el delantero sevillano Carlos Fernández (en préstamo por la Real Sociedad), y el centrocampista catalán Óscar Melendo (que firma por tres temporadas, procedente del Granada). Además, se ha confirmado que ni el indisciplinado Kouamé ni el capitán Álex Fernández (a quien se le enseñó la puerta semanas atrás) se mueven de momento de la Tacita.
“Después del partido del Levante, el equipo ha ganado en confianza. Lo más importante es generar ocasiones. La efectividad es una cuestión de convencimiento y confianza. Mi mayor deseo es cambiar el ambiente actual a un clima de energía. Esto al final es de todos. Si conseguimos generar un buen clima, va a ayudar muchísimo”, apuntaba el entrenador cadista en la previa; comparecencia en la que admitía que este Cádiz “no tiene la mejor plantilla” de Segunda, pero peleará por ser el mejor equipo de la categoría.
Para contrarrestar a los chicharreros, Paco López confiaba en el mismo once titular de la última semana: con David Gil en la portería; Glauder, Chust, Zaldua e Iza, en defensa; Fali, Escalante y Alcaraz en el centro del campo, con Sobrino y Ocampo en los extremos, y Chris Ramos arriba.
Y para seguir ahondando en el mal rollo ambiental, Brigadas Amarillas protestaba en el primer tramo del encuentro dejando su sector de la grada de fondo sur sin ocupar al prohibírsele desde el club el acceso con pancartas, banderas, bombo o megáfono. Con los ya hasta clásicos gritos de “¡Vizcaíno, dimisión!”, comenzaba a rodar la pelota ante unas 16.500 personas, sumando a los más de 300 aficionados tinerfeños.
QUERER Y NO PODER
Rara empezaba la tarde en el graderío, y también en el verde. En los primeros lances, Brian Ocampo (que en demasiadas ocasiones se olvida de que juega en un equipo) buscaba su protagonismo, pero todavía no se había entrado en calor y se detenía la partida varios minutos por un choque de cabezas entre Fali y Juande, que dejaba KO a ambos “por conmoción cerebral”, sustituyéndolos Ontiveros y Gayá, rondándose el minuto 12.
Un lanzamiento de falta directa del marbellí a las manos del portero en el 22 se convertía en la primera ocasión del duelo, aunque poco antes y poco después, tanto Chris como Sobrino se plantaban solos delante de Nadal, y se reliaban con ellos mismos.
El Cádiz, sin hacer nada del otro mundo, trataba al menos de exponer ante un Tenerife agazapado. Y, suele ocurrir, en su único acercamiento a los dominios de Gil, y ante una defensa endeble, hacía el 0-1 Yussi Diarra. El crono marcaba el 26, y a los de Paco López, con la cara de circunstancias, les tocaba otra vez nadar a contra corriente.
De ahí hasta el ecuador, incluidos los siete minutos de descuento, los gaditanos fueron un quiero y no puedo, con intenciones teóricas de ir a por la remontada, pero sin alcanzar el área rival es imposible. Lo más peligroso, ya en el tiempo extra, un mal control de Chris Ramos cerca de la portería sin consecuencia alguna… lo más peligroso, sí.
MÁS DE LO MISMO HASTA EL ARREÓN FINAL
El panorama era idéntico en el arranque del segundo tiempo: el Cádiz espeso, sin ideas, tenía la pelota para nada, no sabía cómo profundizar con ella ante un rival ordenado y a la expectativa que, para más INRI, marcaba el segundo en el minuto 53, con el portuense Luismi Cruz picando el balón delante de David Gil. La afición no sabía si aplaudir el gol canario, si pitar a los suyos, si acordarse una vez más de Vizcaíno… Y salía al campo Iván Alejo por Zaldua.
La desesperación contagiaba a la grada y a unos jugadores incapaces en su tikitaka estéril. Y en el minuto 64, de nuevo el habilidoso Luismi Cruz, casi cuela por la escuadra la que podría haber sido la puntilla. Los hombres de Óscar Cano estaban decididos a aprovechar sus contras.
Paco López, por su parte, intentaba cambiar la espesura mental con refresco, el relevo en el centro del campo de Alcaraz y Escalante por Álex Fernández y Tomás Alarcón. Y surtió efecto. Llegaba el minuto 70, y el árbitro amonestaba a Chris Ramos por tirarse en el área… entraba el VAR, y el de negro tras pensárselo mucho rectificaba, y en el 73 Álex hacía el 1-2 desde los once metros.
Quedaba tiempo por delante para creer al menos en la igualada. Y para ese arreón, alentado por el público, el entrenador confiaba en Matos y Mwepu por Iza y Sobrino. El 2-2 subía pronto con un golazo de Brian Ocampo, eso sí, gracias a la fe del delantero del filial, de Zambia, al no dar un balón por perdido en línea de fondo. Aunque la alegría duró poco. El VAR se chivaba de un supuesto fuera de juego previo, y el árbitro anulaba el empate.
El varapalo enfrió bastante el ímpetu local, pero a base de coraje, ya en el tiempo de propina, hasta diez minuto, Paco Mwepu era el más avispado en el área chica y la empujaba para lograr ese segundo tanto amarillo, en el 94, un mal menor. Había tiempo para luchar por los tres puntos, pero faltó templanza y acierto.
Se rescata in extemis otro puntito (2 de 9 en este inicio liguero), mostrando los de amarillo de nuevo lagunas puntuales defensivas que cuestan goles, y preocupantes carencias arriba; aunque en esta ocasión al menos se pudo reaccionar. Queda una eternidad de LaLiga Hypermotion. No hay que verlo todo gris oscuro casi negro. Todavía.
“Si la valoración es desde el 0-2, nos sabe bien el punto porque teníamos los tres perdidos”, apreciaba en el postpartido el técnico valenciano. Aunque mirando el global del partido, reconocía que la lesión de Fali “nos trastoca el plan”, y en la primera mitad “nos ha costado. Los cambios en la segunda mitad nos han dado muchísimo una vez más. Han aportado mucha energía, ganas y empuje”. DIARIO Bahía de Cádiz