Cádiz y Celta se vieron las caras en la tarde noche del 7 de enero, post-navidades, en la ida de los octavos de la Copa. Una ronda de regalo en la que los de amarillos ni se imaginaban estar, y sobre todo tras medirse en dieciseisavos con el Real Madrid, al que se superó en los despachos. Unas 8.000 personas acudieron al Carranza para ver otro fútbol diferente al de Segunda B, y disfrutaron de entrada con un equipo amarillo que encerró a los de Primera en los primeros veinte minutos. Pero llegó un error, y el gol gallego, y se acabó la historia. Los de Berizzo, más asentados, dominaron tranquilamente la segunda parte, llevándose para la vuelta de Balaídos un cómodo 0-3.
Cádiz y Celta de Vigo se vieron las caras en la tarde noche del jueves 7 de enero, post-navidades, en la ida de los octavos de final de la Copa del Rey. Una ronda de regalo en la que los de amarillos ni se imaginaban estar a principios de campaña. El objetivo copero –totalmente secundario- era alcanzar los dieciseisavos y medirse ante un Primera de competiciones europeas –y hacer una buena taquilla-, y se logró no sin dificultades –dejando en el camino a Murcia, Mensajero y Laredo-, obteniendo además uno de los premios ‘gordos’ en el bombo, el Real Madrid. Luego los merengues hicieron el ridículo con el caso Cheryshev, y los de la Tacita, casi sin quererlo pero aprovechándose de las circunstancias, se vieron en la siguiente fase del torneo del KO, y jugando ante un atractivo equipo gallego entrenado por un excadista, el ‘Toto’ Berizzo.
Un choque que, como era esperable, no causó excesivo interés entre los aficionados, aunque al final, y con precios muy ajustados para los abonados, las gradas del Carranza congregaron a unas 8.000 personas –un extra para las siempre alicaídas arcas del club-, con el ánimo de olvidar por un rato las exigencias de la liga en Segunda B, y los siete puntos de ventaja que ha tomado el Real Murcia en la cabeza, y centrarse en disfrutar.
Y lo hicieron durante el primer tramo del partido, con los hombres de Claudio Barragán encerrando a los de celeste, y haciéndoles recular. Es lo que tiene jugar sin presión. En el once, la novedad de David Sánchez, uno de los tres primeros fichajes invernales. Además: Pol, Pávez, Andrés Sánchez, Aridane y Josete, Mantecón, Quintana, Fran Machado, Salvi y Plá. Varias ocasiones pusieron en apuros por momentos a Rubén Blanco, bajo los palos.
El Celta apenas había demostrado nada hasta que en el minuto 24; entonces, una pérdida de balón la aprovechaba el sueco Guidetti para marcar el 0-1, injusto, muy injusto. A raíz del gol, los de casa se descentraron y perdieron demasiado el control ante un rival que intentaba tener más posesión, insulsa, sin generar apenas peligro.
Con un Cádiz más a la defensiva o un Celta más al ataque, se reiniciaba el choque tras el descanso, en el que lo más subrayable fue el cambio de Álvaro García por Mantecón, instantes después de que parte de la grada gritara “¡Mantecón, no juegues más!” tras un nuevo error. Sin duda, una manera de hundir moralmente al jugador. A continuación, en el minuto 13, y gracias un desafortunado rebote, Jonny hacía el 0-2. Poco después, Guidetti casi marca el tercero sin querer.
El partido cada vez tenía menos historia ante un conjunto amarillo ya desmotivado, que con todo, buscó el gol del honor cuando el rival pensaba que lo tenía ya todo hecho de cara a la vuelta dentro de una semana en Balaídos, el miércoles 13. Como respuesta, subía al marcador el 0-3 en el 34, obra de nuevo de Guidetti encontrándose la pelota en el área chica. El resto, hasta el pitido final, sobró; salvo un centro de Dani Güiza desde la derecha que casi se cuela en la portería. DIARIO Bahía de Cádiz
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