JORNADA 10. El líder de Segunda se plantaba este domingo en el Nuevo Mirandilla, en horario antifútbol donde los haya (las dos de la tarde), para medirse ante un Cádiz gripado y penalizado por incomprensibles lagunas defensivas, y encima, atrofiado en su casa, donde no conoce la victoria desde el pasado mayo. Enfrente, un histórico Racing de Santander que ha ganado todos sus compromisos lejos del Sardinero en lo que va de campaña. Y en la Tacita, suma y sigue.
“No vamos a dejar nunca de crecer y creer. Vamos a seguir insistiendo para darle la vuelta”, resaltaba en su comparecencia previa Paco López, que no se escapa del runrún entre un sector de la afición, crítico ante lo que propone y lo que se ve luego en el campo. “Evidentemente tenemos que encontrar el equilibrio en todos los sentidos: ofensivo y defensivo por los goles encajados. Nuestra solución está en nosotros mismos. Estamos ahora mismo en el plan de menos hablar y más hacer. Lo único que se premia es ganar”, aseveraba.
Y con ese reto de retener de una vez los tres puntos ante su parroquia (en este caso, unos 15.000 aficionados en las gradas, junto a unos 200 cántabros), los amarillos salían al verde con su once, hoy día, de gala: David Gil, bajo palos; Iza, Matos Chust y Fali, en defensa; Alcaraz y Rominigue Kouamé en el centro del campo; y arriba, Brian Ocampo y Ontiveros en los extremos, y Chris Ramos y Carlos Fernández en la delantera. Y por primera vez en la temporada, Óscar Melendo entre el banquillo.
Con los dos equipos tanteándose en el arranque del choque, la primera ocasión llegaba en el minuto 5, con un buen cabeceo del delantero cedido por la Real. Los de casa se veían con urgencias y le imprimían mordiente y presión arriba, ante un rival a la expectativa.
Tras los primeros arreones, el juego iba consumiéndose entre faltas, protestas, empujones, hombres al suelo, teatro e interrupciones que apenas dejaban completar un ataque. Poco a poco, el Racing, sin hacer casi nada, iba merodeando más los dominios de David Gil, y la grada sufriendo con cada pequeño atisbo de fallo defensivo.
Y en el minuto 32, Mario García salvaba en la misma línea de gol el primero, un remate en el área pequeña de Carlos Fernández asistido por Brian al rescatar un balón que se iba por el fondo. Entre el descontrol del partido bronco, los hombres de José Alberto López parecían estar más atinados sin casi disparar entre los tres palos, y el Cádiz se dedicaba por rachas a a salvar los muebles y a tratar de enlazar al menos una contra.
Aunque al borde del 40 lograba trenzar una buena acción, y el protagonista de la misma, Kouamé, terminaba mandando la pelota al infinito y más allá. Poco después gozaba de otra ocasión de cabeza. Los de Paco López se acercaban al ecuador recuperando algo de brío. Sin embargo, ya dentro de los cuatro minutos de descuento, Gil evitaba el 0-1 con reflejos tras un doble saque de córner, un trallazo de Sangalli.
DESMORONAMIENTO AMARILLO A LA HORA DEL TELEDIARIO
Con la segunda mitad ya en disputa, un despiste de Víctor Chust estaba a punto de convertirse en el primero de los racinguistas, pero el disparo de Andrés con todo a favor acabó en el lateral de la red.
Los amarillos parecían haberse quedado en el vestuario almorzando una berza en el reinicio del encuentro. Y pasó lo esperable: en el 55 marcaba el líder el 0-1, Arana, aprovechando un córner y la ausencia mental de los gaditanos.
Un disparo fácil de atajar por parte de Ontiveros iniciaba el tímido despertar amarillo. Volvía a insistir poco después, recurriendo a su calidad, con algo más de peligro. Y en el 64, era el sevillano Carlos Fernández el que probaba a Jokin Ezkieta.
Alcaraz e Iza se iban a la caseta y entraban Escalante y Alejo, rondando el minuto 69. El Cádiz achuchaba, a su manera, rezándole a la inspiración Ontiveros-Ocampo, y el Racing, confiado en sus posibilidades, y en las pérdidas de tiempo, se dejaba hacer.
Pero todo era un espejismo, continuaban los parones desesperantes y pasar, volvía a pasar poco sobre el verde. Como penúltimo recurso, debutaba como cadista Melendo y se retiraba, muy aplaudido, Kouamé. Y en el 80, de nuevo lo intentaba el extremo marbellí.
Ya en el 85, acercándose el generoso descuento (nueve minutos de añadido, y todavía era poco), se iban Ontiveros y Chris cojeante, y entraban Sobrino y Mwepu. Pero el tiempo extra sólo sirvió para que la afición hastiada fuera abandonando antes del pitido final el estadio, sin verse nada de nada en el terreno, salvo faltas y faltas y faltas.
Y entre gritos de “¡Vizaíno, dimisión!”, se colaba un doloroso “¡esta camiseta no la merecéis!”, para despedir a los jugadores cariacontecidos, mientras los visitantes celebraban en el otro extremo del campo la victoria con sus aficionados arrinconados en fondo norte. Con recuerdo también para don Álvaro Cervera entre los cadistas y racinguistas que iban quedando en la grada…
“En esta categoría hay mucha igualdad. Pero ahora mismo la moneda está cayendo siempre al revés para nosotros. Hay que seguir creyendo. El vestuario está muy jodido, hay gente llorando, con la sensación de frustración. La ansiedad te hace no pensar en muchos momentos”, admitía en el postpartido Paco López, que pasaba a defender una vez más a la plantilla: “nadie puede decir que el equipo no quiera, otra cosa es que las cosas no salgan, más allá del aspecto mental. La gente sufre estás circunstancias”. DIARIO Bahía de Cádiz