Augusto poseía un taller en el barrio de Santa María; fue asesinado en agosto del 36. Desde el Ayuntamiento se hace un llamamiento a familiares de represaliados para que se realicen pruebas para cotejar los restos hallados en el cementerio de San José. Se han localizado casi un centenar de víctimas por arma de fuego.
La concejalía de Memoria Democracia del Ayuntamiento de Cádiz ha recibido la visita de un familiar de Augusto Curty Martínez, asesinado por los sublevados franquistas en agosto de 1936 y cuyos restos pueden ser los hallados en una de las fosas del cementerio de San José, durante los trabajos de exhumación de represaliados llevados a cabo en los últimos meses. Ha entregado muestras de ADN para que se proceda a la comparación de los restos y dar por certificado la identidad de los mismos.
José Luis Martín Curty, proveniente de Vigo, nieto de Augusto, ha contado cómo su madre tuvo que regresar a Galicia, de donde era natural su abuelo, y otra parte de la familia a Buenos Aires para no correr la misma suerte.
Su abuelo tenía un taller en la calle Santa María y entre sus clientes (según testimonio oral de su madre) estaban personalidades como Ramón de Carranza o Luis Machuca (militar y jefe de la Policía Municipal), con los que, al parecer, tuvo alguna discusión fortuita.
A colación, en una nota remitida a DIARIO Bahía de Cádiz, el concejal de Memoria Democrática, Martín Vila, ha querido recordar la importancia de que “los familiares acudan al cementerio para poder cotejar todos los restos hallados e identificar los cuerpos de manera fehaciente”. Vila ha querido agradecer el gesto del nieto de Augusto Curty, porque de esta manera “también podemos conocer el contexto de tantos asesinatos silenciados y, además, cuando acaben los trabajos de investigación, se le podrá dar justa sepultura”.
Casi un centenar de víctimas por arma de fuego se han encontrado en el clausurado cementerio de San José desde que se empezaran los trabajos de exhumación y se han realizado casi una cuarentena de muestras de ADN. “Con esto se puede cumplir una vez más con la Ley de Memoria, además de ir cerrando pequeñas historias de esta etapa negra de Cádiz y España, al tiempo que se cumple con las premisas básicas memorialistas: verdad, justicia y reparación”, reitera el edil responsable.
“después de ser detenido, intentaría huir y le dieron un tiro en la pierna, para posteriormente asesinarlo con un tiro certero y de frente en la cabeza”
El equipo de investigación, compuesto por Pepe Gener, arqueólogo municipal, la arqueóloga Fátima Barreiro, Enrique Estévez, antropólogo forense, así como el representante de la Plataforma de Memoria Histórica, ha estado explicando al familiar los trabajos realizados.
Por los restos hallados se trata de un varón de mediana estatura, de entre 40 y 50 años (según el nieto Curty tenía 42 años cuando lo asesinaron) y presenta varios impactos de bala. Uno de ellos en una rodilla, que le perforó la misma, otros restos de balas se han hallado en las costillas y otra evidencia es la del orificio de entrada en el cráneo.
Las pesquisas apuntan a que “después de ser detenido, intentaría huir y le dieron un tiro en la pierna, para posteriormente asesinarlo con un tiro certero y de frente en la cabeza, probablemente con una bala de 9 mm”, interpreta Gener. Además, los restos presentan una serie de patologías que podría tener el individuo bien en el momento de la muerte, bien a lo largo de su vida. Junto a los restos, también se han hallado restos del calzado y botonaduras de madera y nácar que pudieran coincidir con chaquetas, camisas y/o pantalones.
Poco se sabe de la vida de Augusto Curty Martínez, ni los motivos por los que fue apresado y asesinado. Sí se tiene constancia que vivía en el número 2 de la calle Santa María y que era electricista. Su nieto añade a la biografía que en el taller que poseía en los bajos de su vivienda, “arreglaba elementos eléctricos de barcos”. Ingresó en la Prisión Provincial el 31 de agosto de 1936 y fue sacado el 1 de septiembre para, en teoría, ser trasladado a la prisión de El Puerto de Santa María.
Sin embargo, se le aplicó el Bando de Guerra y en el camposanto fue enterrado en una de las fosas de San Mateo, llegando procedente de la avenida Duque de Nájera (frente a la playa de la Caleta se realizaban fusilamientos).
Sus restos fueron hallados durante el proceso de exhumación auspiciado por la asociación SOS Bebés Robados. Al exhumar cuatro metros de profundidad, encontraron restos de diversas épocas y con un volumen importante de cadáveres que podrían ser, como así se corroboró, del verano del 36, momento en el que se daba el golpe de Estado militar contra la Segunda República.