El Museo de Cádiz ha recuperado de sus almacenes y expone hasta principios de septiembre una peculiar escultura romana del dios Pan sentado en una roca que data del siglo III d.C., hallada en su momento en la Sierra de Gibalbín en Arcos. “Otro claro testimonio del gran patrimonio almacenado” por esta institución.
El Museo de Cádiz, en la plaza Mina de la capital, expone ya al público, y hasta el próximo 3 de septiembre, una pieza conservada en los almacenes y que ha sido recuperada dentro del programa ‘Museo oculto’. Se trata de una escultura romana del dios Pan sentado en una roca que data del siglo III d.C.
Es una escultura masculina de mármol blanco y grano grueso, hallada en la Sierra de Gibalbín en Arcos de la Frontera. Le falta parte de la cabeza, los brazos y las piernas. Presenta un torso musculoso y una anatomía bastante realista. La posición de los brazos indica que tenía una mano apoyada en el pecho, quizás sosteniendo un vaso del que estaría bebiendo demasiado, lo que justificaría el estado de embriaguez que caracteriza a Pan. El brazo izquierdo se apoya en un recipiente o ánfora en el que el escultor talló un canal para conducir el agua. Sobre el hombro izquierdo se apoya en una piel de animal anudada, una de cuyas patas le cae por la espalda.
Se trata de un modelo helenístico, del que se conocen dos copias casi idénticas, una en Hannover y otra en Madrid en el Museo Arqueológico Nacional, ésta procedente de Itálica. De la comparación con ambas figuras se deduce que se trata del dios Pan, con patas de cabra y ebrio, en actitud de beber.
Cronológicamente se puede encuadrar en época antoniniana por la forma en que está trabajando el trépano para dar sensación de claroscuro, característico de este período romano tardío, explican desde la Junta de Andalucía en un comunicado remitido a DIARIO Bahía de Cádiz.
Pan es una divinidad de origen griego, mitad hombre y mitad animal, con cuernos y patas de macho cabrío. Su gran sensualidad y capacidad seductora hacían que pasase el tiempo persiguiendo a ninfas. Es dios de la naturaleza, de los bosques y los campos. Vigilaba también la fertilidad de los rebaños.
Esta escultura, se sentencia, es “otro claro testimonio del gran patrimonio almacenado en la sede del Museo de Cádiz”.
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