JORNADA 33. “Tenemos dos enemigos. Uno es el Athletic y otro nosotros mismos. Venimos de hacer historia en Barcelona, pero hay que conectarse ya, ese es el mensaje que mando a mis jugadores. Además, la gente va a estar con nosotros, nos van a llevar en volandas”. Eran palabras de Sergio González en la previa del partidazo de la tarde-noche del jueves en el Nuevo Mirandilla, en el que el Cádiz, en su incansable pelea por escapar de abajo, recibía a un peligroso Athletic Club con sus aspiraciones de alcanzar plazas europeas muy tocadas.
Y el técnico catalán, como era previsible, volvía a contar con sus hombres más habituales pese al espectacular e insospechado rendimiento de la unidad B el lunes en el Nou Camp. Así, salían de inicio: Ledesma, bajo palos; Luis Hernández, Chust, Akapo y Pacha Espino, en defensa; Rubén Alcaraz y Fede San Emeterio, en el centro del campo; Alejo e Idrissi, en los extremos; y arriba, Negredo y Choco Lozano.
En el ambiente, muchas ganas de cachondeo alentado por el ‘speaker’ y su inglés caletero, y todavía más ganas de disfrutar del equipo, con recibimiento al autobús local y más de 16.000 espectadores en las gradas, sumando a la nutrida representación de aficionados vascos, siempre bienvenidos.
Sin embargo no empezó nada bien el choque para los gaditanos. Asustaba Nico Williams casi con el pitido inicial, y entre pelotazos y rebotes, en el minuto 3 marcaba el 0-1 Raúl García aprovechando un taconazo del otro hermano Williams, Iñaki, y la ayuda de Conan Ledesma. Con el mazazo prematuro, se rebajaba la euforia en el Nuevo Mirandilla. Al menos al borde del minuto 6 Negredo de cabeza ponía el ‘uy’ en la grada y la afición intentaba volver a creer. El Tiburón gozaba de otra ocasión peligrosa poco después, en fuera de juego; y en el 15 otro buen disparo, desviado, acción en la que se reclamó penalti.
El partido estaba más loco y desordenado de lo previsible, con los bilbaínos extramotivados y los amarillos sin el punto de intensidad requerida en su juego para llegar rápido a los dominios de Unai Simon. Así, en el minuto 20, nuevo varapalo: pena máxima señalada a Pacha Espino por agarrar a Nico Williams dentro del área cuando se le iba, y gol de Muniain en el rechace, después de que el argentino le adivinara el lanzamiento desde los once metros.
El panorama se ponía gris oscuro casi negro. Lozano y Negredo gozaban de sendas tímidas ocasiones cerca de la media hora de juego, aunque el partido estaba ya muy raro para los de Sergio González, nerviosos y descolocados, ante un rival enfrente sin presión alguna que parecía vengarse de la derrota de la primera vuelta en San Mamés. Y de nuevo metía la cabeza el de Vallecas en el 31, pero estaba atento el portero. En la siguiente acción subía al marcador el 0-3, en un trallazo desde fuera del área de Vesga.
Demasiado castigo. Daba la sensación de que cada vez que llegaban los leones, marcaban. Y en tiempo de descuento hacían el cuarto, anulado por el árbitro y el VAR. Con todo, desde hacía minutos, a los de amarillo se les notaba fuera de sitio, sin estar en el verde, contagiados por el embajonamiento generalizado.
Con una asistencia de lateral uruguayo que casi se cuela en la meta de Unai al rebotar en un defensor y un lanzamiento lejano de Iván Alejo comenzaba la segunda mitad. Más cerca todavía del primero para el Cádiz estaba Alcaraz en el 50. El equipo había salido con otros aires y quería al menos competir lo que quedaba por delante. Pero arriesgar arriba implicaba también arriesgar abajo, y Williams ponía de nuevo a prueba a Ledesma.
Fali, José Mari y Lucas Pérez entraban al campo por Chust, Akapo y San Emeterio. Y en un barullo en el área subía al electrónico el 1-3, gol adjudicado en el 56 al delantero recién incorporado. El tanto animaba a la hasta ahora alicaída grada. En el 63 no entraba el segundo que parecía claro, en un centro de un Alejo -completando uno de sus mejores partidos- a la cabeza de Negredo. Los de casa estaban jugando ya prácticamente con tres defensas y metiendo en su área al Athletic, que ahora sí se estaba viendo superado, y trataba de pausar el juego.
Rondando el minuto 70 pasada casi de todo: Sobrino reemplazaba a Choco Lozano y Vesga veía la segunda cartulina amarilla y dejaba a los bilbaínos con diez hombres. Pero además, Alcaraz se retiraba con molestias musculares y entraba por él Álex Fernández; y Sobrino fallaba en boca de gol con todo a favor, en fuera de juego. El Cádiz rondaba el 2-3 casi en cada arreón, en cada balón al área.
Se llegaba a los últimos diez y los de Marcelino lograban por momentos meterle algo de freno al ímpetu amarillo, pero en el 86 marcaba Rubén Sobrino el segundo. A estas alturas era más que merecida que se completara la machada. Y tanto el propio Sobrino como Lucas tenían el tercero… Se decretaban sólo cinco de tiempo extra, se mosqueaba el estadio y algún carajote tiraba una botellita desde la grada, rompiendo el ritmo cuando más se necesitaba. Y Fali la mandaba ¡¡¡a la madera!!!!
Hubo asedio final, remate incluso de Ledesma, pero no se consiguió la al menos merecida igualada. La afición reconoció el pundonor, coraje y actitud del segundo periodo, pese a los cero puntos. Resta mucho sufrimiento todavía, cinco finales de infarto.
Ya en sala de prensa, Sergio González reconocía que se iba a casa “muy fastidiado. Como avisé, hemos sido nuestro principal enemigo, por cómo hemos salido, muy mal. No lo podemos volver a permitir, en la primera parte no hemos estado bien”. “Lo considero un accidente. Los primeros treinta minutos no pueden volver a repetirse, hay que se autocríticos”, insistía el entrenador amarillo, al tiempo que añadía que “en la segunda mitad hemos demostrado que se puede. En el descanso hemos hablado y hemos dicho que había que tirar de orgullo y demostrarlo, y creo que incluso nos hemos merecido ganar, con ocasiones y situaciones”. “Hemos hecho lo suficiente para no perder, en la segunda parte hemos sido un vendaval, y así hay que seguir en lo que resta de liga”, sentenciaba el de Hospitalet. DIARIO Bahía de Cádiz Dany Rodway