El Museo de Cádiz participa en la exposición ‘Carthago. El mito inmortal’, que acoge el Coliseo de Roma hasta el próximo 29 de marzo de 2020. Se trata de una muestra que reúne de nuevo Roma con Cartago y que está promovida por el parque arqueológico del coliseo.
Desde la capital gaditana han viajado a Italia dos importantes piezas de la colección fenicia del Museo de Cádiz, dependiente de la consejería de Cultura de la Junta de Andalucía: en concreto la cabeza egiptizante de terracota que fue hallada en el entorno de la playa de La Caleta y uno de los bronces de Melkart de Sancti-Petri.
‘Carthago. El mito inmortal’ es considerada la primera muestra a gran escala dedicada por completo a la historia y civilización de una de las ciudades más poderosas y fascinantes del mundo antiguo.
La participación del Museo de Cádiz en exposiciones temporales “es una costumbre que viene desarrollándose desde los años 70 del siglo pasado y es una forma importante de dar a conocer los fondos y las colecciones que tiene el museo, no solamente en el ámbito geográfico más inmediato sino llevándolo más allá de sus fronteras, dándolo a conocer en el resto del mundo”, explica en una nota remitida a DIARIO Bahía de Cádiz su actual director, Juan Ignacio Vallejo. Así, diversas piezas han viajado a museos como el de Nueva York, París, Atenas y Londres, participando en exposiciones del mundo fenicio, fenicio-púnico y romano en los últimos 30 años.
Precisamente, para garantizar el proceso de traslado de las dos piezas gaditanas así como que el montaje se hiciera de la manera correcta, “velando en todo momento por la buena conservación” de las mismas, el propio Vallejo se ha trasladado hasta Roma, supervisando las labores de montaje, a pie de vitrina, como responsable técnico de la consejería de Cultura.
“Este préstamo manifiesta una vez más la gran calidad de las colecciones del museo gaditano, así como el prestigio internacional de la institución”, insiste Vallejo, el responsable de observar y garantizar todo el proceso de desembalaje de las piezas y su montaje, comprobando que se cumplieran todos los requisitos que para asegurar que no haya ningún riesgo para las piezas cedidas temporalmente.
El director del Museo de la plaza Mina insiste en que “es muy prestigioso y ha participado en grandes exposiciones internacionales, que han querido contar cuenta con nuestras colecciones”. En el caso de esta exposición italiana, el hecho de ceder dos de las piezas más emblemáticas, “nos demuestra el papel crucial que jugó Cádiz en el pasado”, subraya.
“Es fundamental y muy positivo participar en muestras más allá de nuestras fronteras, para contribuir a la difusión de nuestro patrimonio y valorar lo que tenemos, porque muchas veces hace falta que vengan de fuera a reconocer nuestro prestigio y esto nos puede servir para reflexionar sobre ello y valorar mucho más lo que tenemos”, sentencia Vallejo.
Y ‘EL ENCANTADOR DE SERPIENTES’, CEDIDO AL THYSSEN DE MÁLAGA
Por su lado, el Ayuntamiento de Cádiz tiene cedida la obra ‘El encantador de serpientes’, del pintor gaditano Salvador Viniegra y Lasso de la Vega, al Museo Thyssen de Málaga, para formar parte de la exposición temporal ‘Fantasía árabe. Pintura orientalista en España (1860-1900)’, inaugurada este fin de semana, y que se podrá ver hasta el 1 de marzo. Reúne más de 80 obras de más de 20 artistas nacionales e internacionales, entre los que destacan Fortuny, Tapiró, Fabrés, Lameyer, Delacroix, Benjamin-Constant y Dehodencq, entre otros.
La cesión de esta obra (se encontraba en una de las dependencias del Ayuntamiento, y a ella será devuelto una vez concluya la exposición) se produce en el marco de esta nueva exposición del Museo Thyssen sobre la fascinación de los pintores españoles del siglo XIX por el Oriente. La expansión colonial europea en el norte de África en ese siglo alentó los viajes de numerosos artistas, sobre todo franceses y españoles, por Marruecos, Argelia o Túnez.
De la representación de sus paisajes, costumbres y paisanaje surgió la llamada pintura orientalista, un género con personalidad propia dentro del arte decimonónico, que se recrea en la luz, el color y el preciosismo de los detalles, y que cultivaron apasionadamente grandes maestros como Eugène Delacroix o Mariano Fortuny.