Se cumplen 75 años de la explosión de Cádiz de 1947. Ese 18 de agosto, al anochecer, estalló un depósito de minas submarinas en San Severiano. El Ayuntamiento, desoyendo a quienes reclamaban una conmemoración especial, ha vuelto a recordar este oscuro suceso del franquismo con una ofrenda floral y visitas guiadas a la exposición permanente.
“El Ayuntamiento seguirá acompañando a las víctimas tal día como hoy hasta que consigamos tener todas esas respuestas”. Lo ha subrayado el alcalde José María González ‘Kichi’ en su breve intervención durante la ofrenda floral celebrada este jueves en recuerdo de las víctimas de la explosión de Cádiz, cuando se cumplen ya 75 años.
El 18 de agosto de 1947 estalló un depósito de minas submarinas situado en el barrio de San Severiano que mató a más de 150 personas, hirió a 5.000, y dejó una parte importante de extramuros afectada. Un hecho que la dictadura franquista intentó silenciar.
El alcalde y la concejala de Feminismos y LGTBIQ+, Lorena Garrón, junto otros concejales de la oposición de PP, PSOE y Ciudadanos, familiares de las víctimas y otras autoridades, han participado en la mañana de este jueves en la ya tradicional ofrenda floral en el monumento dedicado a las víctimas situado en la plaza de San Severiano. Allí se ha guardado además un minuto de silencio.
“la mejor forma de homenajear a las víctimas es acercar la realidad y dar a conocer lo sucedido en mayor profundidad”
Más allá de esta actividad protocolaria casi rutinaria cada 18 de agosto para que no caiga en el olvido la triste efeméride, el Ayuntamiento únicamente ha programado este 2022 un “aumento considerable” del número de visitas guiadas a la exposición permanente sobre la explosión que se encuentra en el Castillo de Santa Catalina.
Obviando así a las dos derechas en la oposición, PP y Cs, que en las últimas semanas han acusado de “desidia” al equipo de Gobierno, e instado a que el Ayuntamiento organizara alrededor de esta conmemoración actividades extraordinarias, teniendo en cuenta que se cumplen esos 75 años. Además, han puesto en valor el trabajo del investigador gaditano José Antonio Aparicio para mantener vivo el recuerdo de lo que sucedió en 1947.
Frente a ello, la concejala de Cultura y Fiestas, Lola Cazalilla, ha defendido la ampliada oferta de visitas guiadas a la muestra permanente, ya que “entendemos que la mejor forma de homenajear a las víctimas es acercar la realidad y dar a conocer lo sucedido en mayor profundidad. Consideramos que ese es el mayor homenaje, que la gente de Cádiz tenga conciencia de la gravedad de lo ocurrido en la ciudad”.
Mientras, la plataforma Ahora Cádiz (y potencial partido de Eugenio Belgrano de cara a las elecciones de 2023) ha aprovechado la fecha para plantear que la ciudad “debería recuperar los terrenos de la parte baja del Instituto Hidrográfico, donde estaban los antiguos polvorines” para convertirlos “en la mayor zona verde de la que puedan disfrutar los gaditanos de extramuros”. Además, en el comunicado remitido a DIARIO Bahía de Cádiz pide que se abra un centro de interpretación que recoja todo lo relacionado con la explosión.
¿ACCIDENTE? ¿SABOTAJE?
Ese 18 de agosto de 1947 se produjo, por la noche, una explosión en un depósito de minas de la Base de Defensas Submarinas; suceso que arrojó el balance de más de 150 personas muertas, 5.000 heridos, y 2.000 edificios afectados.
Aquella noche la onda expansiva arrasó el barrio de San Severiano y los astilleros, los edificios de la barriada España, los chalets de Bahía Blanca, los Cuarteles, la Casa Cuna, el campo de la Mirandilla y el sanatorio Madre de Dios. En la Casa Cuna murieron niños y hermanas de la Caridad. En los edificios de los alrededores fueron sepultadas familias enteras.
Una explosión que quedó fundamentalmente reducida al Cádiz de extramuros, ya que las viejas murallas de las Puertas de Tierra y de San Roque, defendieron en gran parte al casco histórico, pese a que dicen que hasta las puertas de la Catedral se doblaron como consecuencia de la deflagración.
Y cuyas causas aún no son del todo claras y más teniendo en cuenta que fue un hecho que intentó silenciar la dictadura franquista: se habla de accidente, en cualquier caso, evitable –de hecho no era entendible mantener un depósito de minas junto a la población-, e incluso de sabotaje terrorista.
Con todo, extramuros, lo que el gaditano llama Puertatierra, es consecuencia directa de la reconstrucción de la ciudad tras la explosión. Y cierta ayuda del Régimen. Así nacieron las barriadas España, Trille, Brunete, Puntales, o La Paz. E incluso el Estado nacionalizaba el astillero de Echevarrieta y Larrinaga, arrasado por el suceso y en horas bajas, naciendo Astilleros de Cádiz, hoy, tras sucesivas crisis, parte de Navantia.
La exposición permanente abierta en el Castillo de Santa Catalina trata de reflejar la magnitud de una catástrofe, recogiendo objetos personales de las víctimas, fotografías y documentos originales, además de una gran maqueta de cómo era el Cádiz de la época.