Llegó la primera victoria y el primer gol, seis partidos después, para empezar la deseable remontada desde lo más bajo. El Valladolid fue mejor y debió ganar ante un conjunto amarillo que sigue desnortado, buscándose, con Ledesma como su mejor hombre; pero en el descuento marcaba Negredo casi sin esperarlo. El cadismo suspira de alivio.
JORNADA 6. Con Sergio González jugándose (quizá) prematuramente su continuidad en el banquillo amarillo, tras el peor arranque liguero de un equipo en Primera división (cinco derrotas, cero goles a favor y 14 en contra), Valladolid y Cádiz abrían en la noche del viernes una nueva jornada en el José Zorrilla, en un duelo de dos conjuntos abocados a luchar por la salvación.
“Estamos buscando el punto de inflexión. Las excusas se nos han acabado ya. El equipo tiene muchas ganas de rebelarse. Necesitamos la alegría de celebrar un gol. Ojalá sea este viernes porque lo necesitamos, lo queremos y tenemos la obligación de hacerlo”, manifestaba el técnico en la previa de este encuentro que llegaba en una semana en la que se ha hablado más del muy mejorable operativo sanitario en los días de fútbol en el Nuevo Mirandilla, y de los cansinos líos judiciales entre Vizcaíno y Pina, que de la crítica situación deportiva.
La aparición de Iza Carcelén en el titular en la banda que desde el inicio del campeonato ha ocupado Zaldua era la principal novedad del once, con Lucas Pérez en la delantera, asistido algo más atrás por Rubén Sobrino; Fede San Emeterio y Álex Fernández en el centro del campo, con Alejo y Ocampo en los extremos; y en la defensa, además, Pacha Espino, Luis Hernández y Víctor Chust.
Cádiz (con las calzonas azules) y Valladolid disputaron una primera mitad igualada hasta pasada la primera media hora, con apenas acercamientos reseñables. Sin embargo, en el tramo final, los de casa se comieron con intensidad a los gaditanos, sin confianza, sin alma, sin nada.
Weissman tenía tanto en el minuto 36 como en el 45 las dos ocasiones más claras, primero errando delante de la portería, bien asistido por la derecha; y ya en el tiempo extra, muy solo cabeceaba con peligro a placer un córner, que se encontraba con Ledesma.
CONAN Y NEGREDO, PROTAGONISTAS
Tratando de refrescar la deprimente imagen del tramo final, el entrenador recurría a casi la única esperanza en la que se aferra el cadismo que sueña con ver al menos a un equipo competitivo, como el de la segunda vuelta de la pasada campaña: Rubén Alcaraz salía al campo por Brian Ocampo en el reinicio del choque.
Sin embargo, el panorama no variaba mucho y los pucelanos, recién ascendidos, eran los únicos que parecían un conjunto serio y con empaque, buscaban la portería con decisión ante un rival atenazado por sus urgencias, sobrepasado, que se veía y sentía inferior.
Tocaba asedio de los de Pacheta: en el 54, Ledesma en dos tiempos salvaba bajo palos un gran remate de cabeza de Monchu; un minuto después de nuevo del argentino salvaba el 1-0 por partida doble; y en el 59 desde lejos Oscar Plano la mandaba al larguero. Entre tanto, José Mari entraba por San Emeterio, y Bongonda por Álex.
En el minuto 69, otro cabezazo de Weissman, a las manos de Conan, atento. Y los últimos cambios en el banquillo cadista: entraban Negredo y Zaldua por Alejo e Iza, con molestias. El Real Valladolid, con sus limitaciones, seguía mandando en el verde, y lo más justo era que fuera ganando ya por varios goles a este colista inoperante, pero se llegaba al minuto 80 con el empate sin goles.
Y en el 85, casi se contabiliza la primera ocasión del Cádiz, aunque ni Lucas ni Negredo llegaban a conectar con el centro de Sobrino. En la continuación, Alcaraz probaba desde el borde del área.
En las estadísticas se mantenían los ocho disparos a portería de los locales frente a ninguno de los amarillos, que es verdad que habían dado un tímido pasito adelante. Y el fútbol a veces es muy injusto. Entrado ya el tiempo de descuento marcaba Álvaro Negredo, encontrándose el balón en los pies a raíz de un centro del ex de la Real y un fallo de la defensa.
La tensión acumulada se relajaba y la fiesta explotaba entre los jugadores amarillos tras el pitido del árbitro, ante las caras atónitas del rival y de la afición vallisoletana. Tres puntos más que necesarios que deben funcionar para cambiar, sobre todo mentalmente, a este Cádiz y a todo su entorno.
Un Sergio González “liberado” reconocía tras el choque la superioridad de su exequipo, esperando que esta primera victoria liguera “sea el click que nos ayude a ser mejores de lo que hemos demostrado hasta ahora. Nos premia los primeros minutos y los últimos quince; quizá el resultado no es justo, pero hemos marcado nosotros”. DIARIO Bahía de Cádiz
/ FOTO: Cádiz CF