JORNADA 31. Partidazo, a priori y a posteriori, en la víspera del domingo de Ramos. Pese a la hora anti-fútbol el Nuevo Mirandilla se vestía de gala este sábado primaveral de Pasión, con todo el papel vendido (y más de un millar de béticos y no sólo en el rincón para la afición visitante en preferencia) para un derbi andaluz pasional con dos equipos vecinos luchando por arriba y por abajo: un peligroso Real Betis que pelea por no descolgarse de lo más alto de la tabla se medía ante un Cádiz CF resurgido de sus cenizas que trata de seguir escapando de la zona descenso aferrado más allá de a la fe en sus propias posibilidades, al buen juego. “No debemos tener ningún miedo”, era la consigna de Sergio González en la previa del choque.
Los de amarillo saltaban al verde con el mismo once de la pasada jornada, sin sorpresas: Ledesma en portería; Akapo, Espino, Chust y Luis Hernández, en defensa; la dupla San Emeterio y Alcaraz en el centro del campo; los extremos para Alejo e Idrissi; y arriba, Negredo y Lucas Pérez.
Y ni se había consumido el primer minuto y el marroquí cedido por el Sevilla gozaba de la primera oportunidad, que repelía un defensa, y el Nuevo Mirandilla (con unos 18.000 espectadores) se venía bien arriba desde temprano. En los primeros compases los de Pellegrini trataban de dominar infructuosamente ante un Cádiz acertado en los cortes y robos, y eléctrico arriba, aunque no terminaba de poner a prueba a Bravo.
Sí asustaban los blanquiverdes en el 15 en una jugada embarullada dentro del área entre rebotes que los locales salvaban bajo palo, aunque el VAR le daba suspense y se llevaba unos minutos revisando la acción, sin ver gol fantasma por ningún lado, o más bien fuera de juego. La Tacita suspiraba aliviada.
A partir de ahí, el Betis ganaba presencia con la pelota y el ímpetu casero se veía en parte frenado y superado por la calidad del rival, mas poco era capaz de generar ante el buen hacer atrás de los gaditanos, que terminaban esta intensa primera mitad pisando campo bético con dos tímidos disparos lejanos, y un trallazo desviado de Alcaraz ya en el alargado descuento.
Al larguero la mandaba Guardado nada más reanudarse el encuentro. Los visitantes volvían de las duchas algo más enchufados y los de Sergio González intentaban no recular en exceso; y poco a poco se volvía a equilibrar todo, e incluso pasaban a mandar por momentos los de casa: en el 54 Idrissi estrellaba en la red, por fuera, una pelota clara, tras una gran jugada de equipo. Y tres después marcaba el primero Iván Alejo, culminando una acción que arrancaba con uno de esos saques de banda kilométricos de Luis Hernández.
Alegrón total, pero quedaba un mundo por delante. Alejo salía del campo con la grada en pie, quién lo iba a imaginar hace tan sólo unos meses, y entraba en su lugar Sobrino. Entretanto, Fekir casi sorprende en una falta lateral, y en el otro lado del campo, en el 69 Alcaraz de cabeza tenía cerca el 2-0 en un córner, y muy forzado Lucas Pérez asistido por Idrissi, en el 75.
El crono parecía ir hacia atrás, Sergio González no cambiaba sus piezas y los de Pellegrini la movían sin encontrar huecos. Hasta que lo encontró la calidad de Tello en el 78, con un lanzamiento al borde del área, empatando el derbi. Para más inri, el VAR veía penalti poco después en una acción absurda de Rubén Alcaraz al despejar dentro del área, y Borja Iglesias adelantaba a los de verde en el 84 desde los once metros.
Tratando de reaccionar al duro varapalo, entraban Choco y Álex Fernández en la recta final, por Idrissi y San Emeterio. Al borde del 90, Alcaraz lanzaba una buena falta peligrosa, pero la despejaba sin problemas el guardameta. Y se decretaban cinco de propina extra, con momento de suspense para que el árbitro y el VAR no apreciaran otra pena máxima ahora en el área bética, por presuntas manos.
Se luchó y se compitió esta vez sin frutos; un Cádiz que pasaba casi de celebrar antes de tiempo la tercera victoria consecutiva en el Nuevo Mirandilla, a lamentarse sin sumar, y cayendo de nuevo en zona de descenso al imponerse el Mallorca al Atleti un rato después. A pensar ya en dar la campanada en el Nou Camp.
En su rueda de prensa post-partido, el técnico amarillo incidía en la “sensación de rabia, de impotencia”, ante esta derrota: “creo que el equipo ha vuelto a estar a un buen nivel ante un gran rival; con el marcador a favor entendíamos que no estaba pasando nada, y no debíamos cambiar”, pero “en una jugada puntual de calidad y un penalti de risa, nos han ganado”. “Esto supone un frenazo, es evidente, pero tenemos que levantarnos, vamos a por otro arrebato”, sentenciaba el de Hospitalet. DIARIO Bahía de Cádiz Dany Rodway