“¿Cuántas más deben morir para que reaccione la sociedad y las administraciones actúen con todos los medios?”. Es la indignada pregunta que se hacen desde la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (Apdha), que en la tarde de este lunes convocaba una concentración en Cádiz, en el entorno de La Caleta, para recordar a Juan, una persona sin hogar que fallecía el pasado viernes en los bajos del Balneario de la Palma. Tenía 53 años de edad y era natural de la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz. Durante la protesta se ha evidenciado que “la calle mata” y se ha reclamado “un techo para todas las personas”.
Muerte que además ocurría justo el día después de celebrarse el Día de las personas sin hogar, el 25 de noviembre; fecha en la que precisamente el Ayuntamiento llevaba a cabo una jornada para analizar la situación de los sintecho de la ciudad y marcar el punto de partida del II Plan de inclusión social del colectivo, además de para repensar alternativas para reducir el sinhogarismo.
“Compramos y tiramos para poder volver a comprar; derrochamos luz para adornar las calles e invitar a la vorágine del consumismo bárbaro; se despilfarra de muchas maneras gastando desmesuradamente en cosas superfluas y somos incapaces de proporcionar una vida digna a nuestros vecinos más desfavorecidos y maltratados”, reflexiona este colectivo en el comunicado remitido a DIARIO Bahía de Cádiz.
Así, la Apdha remarca que se habla sobre derechos y deberes, “pero dejamos que las vidas de los más excluidos permanezcan al margen, como si ellos no tuvieran derechos, en el desamparo más total”. “Sí, es una muerte lenta, la que produce la vida en la calle, y tal vez por ello nos impresiona menos, pero es irrefrenable su avance y se advierten sus estragos a poco que queramos mirar”, se incide.
Esta entidad reitera que por muy hundida que esté una persona “no merece nuestra indiferencia y abandono”. Y exige a las administraciones “recursos profesionales y medios materiales para reintegrarla y devolverle la dignidad y dignificarnos como sociedad”.
“El valor de una sociedad se mide por cómo trata a sus miembros más vulnerables. Si nuestra sociedad no es capaz de proporcionar un techo a todas las personas es una sociedad indigna y sin valores”, se apostilla.
En este punto, se reprocha que hay muchas viviendas vacías que pertenecen a fondos buitres y bancos, e incluso la iglesia, “y vemos como natural que las mantengan retenidas, sin uso, para elevar los precios y hacer enormes negocios”. “¿Qué pensaríamos si se hiciera esto con los alimentos básicos, lo consentiríamos? Pues es lo mismo, la vivienda es una necesidad básica y la especulación con ella es intolerable”, sentencia la asociación convocante de la concentración en memoria de Juan.