La Apdha ha celebrado en la capital gaditana, como cada año por el Día de los Derechos Humanos, un acto en defensa de su vigencia, en un contexto de “crisis”: sanitaria, climática, nuevas formas de pobreza…, a lo que se suma la guerra en Ucrania, y “nos toca, a los de siempre, afrontar la cuenta”.
Para reclamar la vigencia de los derechos humanos “como herramienta de lucha contra las desigualdades”, la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (Apdha) promovía este sábado 10 de diciembre, por el Día Internacional de los Derechos Humanos (promulgado por Naciones Unidas hace 74 años), una concentración en Cádiz, a la que se han sumado formalmente más de un centenar de organizaciones y asociaciones de la Bahía y de La Janda.
La Declaración Universal de Derechos Humanos es un documento histórico que proclama los derechos inalienables que corresponden a toda persona como ser humano, independientemente de su raza, color, religión, sexo, idioma, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.
En este acto celebrado en la plaza de San Juan de Dios, además de reivindicar el cumplimiento y denunciar las vulneraciones de los derechos humanos con la lectura de un manifiesto, se ha entregado el tradicional premio que la propia Apdha otorga cada año: en este 2022, el reconocimiento es para la Red de Acogida de El Puerto de Santa María por “su labor y defensa de los derechos de la juventud migrante”.
En la víspera de este 10-D, la organización daba a conocer además desde Sevilla su informe ‘Andalucía: la desigualdad echa raíces’, en el que se apoya para denunciar el “empeoramiento” de las condiciones de vida de una parte importante de la población andaluza y la “alarmante desigualdad” presente en la comunidad autónoma. Este documento aporta datos ilustrativos: acapara 18 de los 20 municipios con mayor porcentaje de personas paradas, 12 de los 15 con menor renta u 11 de las 15 ciudades con mayor desempleo, es la primera del Estado español en tasa de pobreza y en calidad de vida, la segunda en pobreza severa y en salario más bajo, y se encuentra a la cola en gasto sanitario por habitante y en inversión en políticas sociales.
“EXISTEN OTRAS GUERRAS MÁS ALLÁ DE UCRANIA, GUERRAS SILENCIADAS”
En el manifiesto leído en la concentración, la Apdha exige de entrada que pare la guerra en Ucrania, y “que se abra un periodo de diálogo y que se encuentren soluciones”. “Son tiempos de crisis, crisis sanitaria, crisis económica, crisis climática… pero este año hay algo que nos ha preocupado especialmente: la aparición de la guerra a las puertas de Europa. Una guerra que ha sacudido las conciencias de todos y de todas y que nos ha hecho revivir la crueldad, los desplazados, el sufrimiento de los más débiles”.
“Sin embargo -se evidencia en el texto recogido por DIARIO Bahía de Cádiz-, no podemos olvidar que no es la única guerra. Existen otras guerras, guerras silenciadas que no ocupan la portada de los informativos pero que viven la misma crueldad que la de Ucrania, pero son guerras más lejanas, de otros continentes y, seguramente, de otro color de piel. Es la hipocresía de la vieja Europa”.
Una guerra en Ucrania que, se añade, “es la que ha provocado esta profunda crisis económica que nos está afectando. Pero no a todos. Las grandes multinacionales y la banca no han recortado sus dividendos, los beneficios que obtienen nos hacen sonrojar a todos menos a ellos. Parece que nos toca, de nuevo, a los de siempre, afrontar la cuenta. Vergonzoso”.
“están dejando a la sanidad pública sumida en una crisis que estamos obligados a revertir; y el derecho al trabajo y el derecho a una vivienda digna siguen siendo asignaturas pendientes”
Por otro lado, se incide en que tras la pandemia del Covid-19 “estuvimos convencidos que la sanidad, la educación y los servicios públicos esenciales que nos permitieron sobrellevarla iban a ser blindados, parecía esencial. Sin embargo, la respuesta, tan solo unos meses después, ha sido una ola de privatizaciones que están dejando a la sanidad pública sumida en una crisis que estamos obligados a revertir. Nos jugamos la salud”.
Además, abunda el manifiesto por el 10-D, “estamos asistiendo a la aparición de nuevas formas de pobreza. Trabajadores precarios que necesitan varios empleos para poder llegar a fin de mes. Un paro estructural que no cesa y que expulsa a miles de jóvenes de sus lugares de origen, incapaces de iniciar una vida independiente. El derecho al trabajo y el derecho a una vivienda digna siguen siendo asignaturas pendientes. Apelamos a la Renta Básica Universal como un recurso imprescindible”.
También preocupa cómo asistimos a “la aparición de los nuevos neofascismos que han encontrado en la difusión de sus bulos y de sus mensajes populistas un medio eficaz para crear confusión, para encontrar al enemigo en los más vulnerables. Son los terribles discursos del odio, y sus víctimas: los inmigrantes, las minorías, el colectivo lgtbiq y los derechos de la mujer. Discursos del odio que llevan a unos delitos de odio que crecen día a día”. “Una sociedad diversa, tolerante y basada en la convivencia se está convirtiendo en una sociedad racista, xenófoba, y violenta. No podemos permitirlo, queremos insistir en el artículo 1 de la Declaración Universal: todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.
“una sociedad diversa, tolerante y basada en la convivencia se está convirtiendo en una sociedad racista, xenófoba, y violenta”
Además, “la frontera sur sigue aportando imágenes brutales. Muertos que no parecen importar a nadie y de los que nadie parece responsabilizarse. Seguiremos denunciando la crueldad de esa frontera, de todas las fronteras”. Y la crisis del clima “parece imparable y los datos la evidencian. Ya está provocando hambrunas y millones de desplazados que más pronto que tarde estarán también ante la valla. Una crisis que sigue sin encontrar soluciones en las cumbres internacionales, más plegadas a los intereses económicos que a los de la ciudadanía y a los del propio planeta”. Frente a ello, “asistimos ilusionados a una juventud que parece rebelarse, que pelea por su futuro, y a la que tenemos que apoyar incondicionalmente. Es su hora”.
Y finalmente, el manifiesto se cierra con “brotes de esperanza” y es que, se remarca, “también la hora del feminismo en su lucha por la igualdad. Nos da la impresión de que ecologismo y feminismo son actualmente los valores que nos permiten soñar en una sociedad mejor”.