Este 7 de abril se cumplen cinco años del “descubrimiento” de la fachada de la Casa de la Camorra de Cádiz, que desde hace unos días forma parte del Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, logrando la protección requerida por el Ayuntamiento.
El historiador Juan Antonio Vila, uno de los mayores expertos en este lugar, recuerda en un comunicado remitido a DIARIO Bahía de Cádiz que ese día visitó el Centro Municipal de Artes Escénicas Arbolí para solicitar permiso para una visita por la ciudad “y el conserje que me atendió me mostró un patinillo habitualmente cerrado con llave que mostraba un lienzo completo de la parte izquierda de la fachada con el arranque del primer arco de medio punto que todas las referencias señalaban en la descripción del edificio que creíamos que había sido derribado”.
Cada aniversario de esa fecha, el propio Vila organiza visitas guiadas a estos restos (en este periodo calcula que suma cerca de un centenar). Aunque este año, debido a la pandemia del coronavirus y las restricciones, no ha podido organizar la iniciativa de forma generalizada.
CON HISTORIA DESDE FINALES DEL SIGLO XVIII
El propio Vila relata que ese 7 de abril de 2016 en un patinillo que sirve como respiradero del centro municipal de la calle Arbolí se encontró un lienzo completo de 8 metros de altura de lo que fue la fachada neoclásica del Salón Bajo de la Casa de la Camorra de Cádiz.
El edificio se construyó hacia 1783 sobre el pavimento de una casa anterior de una planta que había servido de lugar de residencia a la orquesta del anexo Coliseo de la Ópera Italiana. El jaleo que producían los músicos favoreció la denominación del edificio como ‘Casa de la Camorra’. Este Coliseo construido en madera desapareció por diferentes motivos hacia 1780 y la casa de los músicos fue vendida a un grupo de comerciantes europeos que se reunía en la misma calle desde mediados del siglo XVIII.
Una vez derribada la casa se levantó un edificio de tres plantas disponiendo en la planta baja de un teatro que recordase a los desaparecidos Coliseo de la Ópera Italiana y al Teatro Francés del Mentidero. Sobre el Salón Teatro dispusieron cinco salas en dos pisos que servían como biblioteca y salas de juegos y reuniones.
El historiador reseña que los 27 propietarios del nuevo edificio eran comerciantes de 14 nacionalidades europeas entre ellos los cónsules en Cádiz de Dinamarca, Suecia, Países Bajos, Prusia, Estados Pontificios y Saboya. La propiedad era a censo reservativo, es decir como una especie de acciones. Sirvió además de lugar de reunión como espacio donde se realizaban transacciones comerciales que permitían el envío de las mercancías provenientes de América al resto de Europa.
No se conocen los arquitectos pues no han aparecido los planos originales, destacando una fachada de acceso al teatro compuesta por cinco arcos de medio punto flanqueados por pilastras de orden romano construida en roca sedimentaria con una elegante decoración con almohadillado en los extremos y unas elegantes guirnaldas labradas probablemente por canteros gaditanos. El interior se decoró con estucos que fueron realizados por estuquistas provenientes de Italia y Portugal.
El edificio fue cerrado por el Conde de Floridablanca entre 1791 y 1795 por haber sido el lugar donde se recaudó donaciones por la numerosa colonia francesa para el funcionamiento del parlamento francés durante los primeros años de la Revolución como consta en un documento del Archivo de la Asamblea Nacional en París.
Además, al inicio de la Guerra de la Independencia el edificio fue confiscado por la Regencia y posteriormente sirvió de sede a numerosas instituciones culturales gaditanas como la Sociedad Económica de Amigos del País, el Liceo Artístico, el Ateneo de Cádiz, la Academia Filarmónica de Santa Cecilia, el Círculo Modernista (“donde en 1905 ensayó el coro ‘Los anticuarios’ y se escuchó por primera vez el tango de ‘Los duros antiguos’”), Escuela de Comercio, cabaret con el nombre de ‘Kursaal Gaditano’, Casa del Pueblo durante la II República, Teatro Jaime Balmes y sede de la compañía de Títeres de La Tía Norica, entre otros usos.
El edificio se convirtió a finales de la década de los 60 del siglo XX en un colegio y aunque se creía que había sido destruido, el arquitecto Antonio Sánchez Esteve ocultó entre sus muros la fachada neoclásica.
Desde el momento de su “descubrimiento”, resalta Juan Antonio Vila, visitas guiadas, un curso de verano de la UCA y un libro han permitido ampliar el conocimiento del edificio que recientemente ha sido incluido en el Catálogo de Bienes de Interés Histórico Andaluz.
El Ayuntamiento, actual propietario del inmueble, prevé una modificación en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) para iniciar un proyecto de recuperación como se ha aprobó recientemente. Las concejalías de Patrimonio Histórico y Urbanismo están trabajando en un proyecto de recuperación parcial que permita poner en valor los restos que se conocen actualmente. Sería un paso previo a una posible recuperación integral posterior de toda la portada, que incluiría también aquellos fragmentos de la fachada localizados años atrás.