La ejecución de la segunda fase de la futura nueva terminal de contenedores del Puerto de Cádiz (mientras la primera fase sigue sin estar operativa) posiciona a la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz (APBC) entre “las más eficientes” del Estado español en materia de construcción, al usar un innovador cemento ecológico que reduce las emisiones de CO2 entre un 30 y 50% respecto a otros materiales ordinarios.
Se trata de un cemento III/A verde o de bajas emisiones de CO2, con el que se van a construir los ocho cajones de hormigón que conformarán los 510,45 metros de la línea de atraque de esta ampliación de la futura terminal (que algún año permitirá trasladar a estos suelos ganados al mar las operaciones que se llevan a cabo en el muelle Reina Sofía).
El primero de ellos ha comenzado a construirse en la cajonera Kugira en los últimos días, y se espera que en el plazo de alrededor de 80 días estén todos realizados, se precisa en el comunicado remitido a DIARIO Bahía de Cádiz.
Según las especificaciones técnicas, este hormigón es especialmente idóneo para la construcción de cajones portuarios debido a su elevada durabilidad comparada con cementos convencionales, a la vez que favorece la construcción sostenible reduciendo las emisiones de CO2, el uso de materiales reciclados, menor consumo energético y la disminución de consumos de recursos y generación de residuos a largo plazo, al ser más duraderas y requerir menor mantenimiento.
Considerando el volumen de hormigón de 48.000 metros cúbicos aproximadamente que se va a utilizar en la construcción de los ocho cajones, las emisiones de CO2 con este hormigón verde “suponen una disminución de 56.310 Kg CO2 eq/por día, reduciendo la huella de carbono en 3.772.800 Kg CO2eq en el tiempo de fabricación”, se calcula desde la APBC, que presume de su “compromiso con la sostenibilidad y la innovación”, en colaboración con la empresa constructora adjudicataria de los trabajos.
OBRAS EN MARCHA DESDE MARZO
Acciona se adjudicó estos trabajos por 66,1 millones de euros (más de 15 millones cofinanciados con fondos europeos). El proyecto ampliará el muelle ya ejecutado en la primera fase (que lleva lista desde más o menos 2017, pero sin funcionar a la espera del túnel de acceso y del tren) en una longitud de 510,45 metros, con lo que se obtendrá una línea de atraque total de 1.100 metros, con calado de 16 metros respecto al cero del puerto. La superficie de explanada se incrementará en aproximadamente 10 hectáreas, obteniéndose de esta forma una futura enorme terminal con un total de 40 hectáreas dedicadas al tráfico de contenedores (Lo-Lo).
La primera piedra de esta obra (en principio no deben prolongarse más de 28 meses) se ponía el pasado marzo. En cuanto al material de relleno del recinto generado entre el nuevo tramo de muelle y las infraestructuras existentes, se obtendrá del dragado general que se realiza frente al muelle, ejecutado para alcanzar las cotas necesarias para el tráfico marítimo en la terminal, y de una zona de la canal de navegación situada frente la actual bocana de entrada a la dársena.
Los trabajos se completarán con la ejecución de la superestructura del muelle, que incluye la viga cantil, elementos de atraque (defensas y bolardos), galerías de servicios, carriles para las grúas y servicios de abastecimiento de agua y protección contra incendios.
En este contrato no entra la pavimentación de la explanada ni los servicios asociados a esta, que deben ser realizados por la empresa concesionaria de la terminal: Concasa, que en su momento se hizo en licitación pública con la futura explotación tanto de la fase 1.1 como de las de las fases 1.2 y 2 de la nueva terminal.