CRÍTICA. Maria Rodés presentó en el Castillo de Santa Catalina de Cádiz el 25 de julio su último trabajo ‘María canta copla’, disco dedicado a la revisión de la copla española, desde su perspectiva y sentir musical. Vino acompañada de un grupo de cuatro músicos, donde destacó el despliegue de ayudas electroacústicas. No todo fueron coplas, también repasó algunos de sus temas anteriores, que a la postre fueron los más interesantes entre los que se escucharon en su corto concierto, y donde la cantante catalana exhibe su creatividad musical con mayor libertad y brillantez.
A la salida del concierto, un par de amigos comentaban entre ellos: “Viene bien para el PayPay, pero no para aquí“. Era difícil sustraerse a la sensación de que María Rodés estuvo en un lugar inapropiado con un público inapropiado. Pero el comentario tenía su parte de razón y su parte de injusticia hacia los auténticos méritos de la cantante y su grupo. Si se tiene en cuenta que el público podría caber en el conocido café-teatro gaditano, tendrían razón; pero, desde mi punto de vista, el comentario no acertaba a diagnosticar el auténtico dilema de Rodés: definir a qué público quiere entusiasmar con la interpretación de sus canciones.
Desde luego, con el público que asistió a su concierto en Cádiz, curtido en cientos, y quizás miles, de audiciones de la copla española lo tiene difícil. Y no se trata de juventud, porque si la copla ha reverdecido en estos años, ha sido por el empuje de los jóvenes. Aún se recuerda el concierto ‘Azabache’ de hace poco más de un año, en el que hubo copla, copla, y miles de asistentes. Se trata de que la copla sigue enamorando, sobre todo a los más maduros, cuando se interpreta “a la antigua”. Por eso, la frialdad con que el público recibió la escucha de las versiones de María Rodés, versiones desprovistas del tremendismo expresivo de las canciones originales, que la memoria musical nos hace recordar y comparar inevitablemente con quien quiera emularlas.
Para muchos de los asistentes, el concierto fue un fiasco; porque acudieron con el señuelo de volver a escuchar la copla de sus tiempos y hubo una copla de salón, de factura correcta en voz e instrumentos, pero transformadas en especie de baladas, sin la barroca escenificación al uso en los coplistas, pero con un inteligente trabajo en el acompañamiento instrumental. La forma en que versionan la copla es un experimento que no entendió gran parte del público en este concierto.
El problema no fue el lugar, porque por el Castillo de Santa Catalina desfilan muchos grupos de jóvenes músicos, incluso con menos porte que el que acompañó a la cantante catalana en Cádiz. El problema fue que muy pocos jóvenes acudieron a escuchar a Rodés, una voz interesante por lo demás, que se encontró como desplazada ante un público indiferente a las otras líneas musicales que trazó con temas de sus otros discos. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL CONCIERTO:
María Rodés.
Programa: Flor del mal / El día que nací yo / Transiciones / Anabeluna / Desorden / Haz lo que te de la gana / A lo mejor / Qué fácil / Manos vacías / Mirail / Lejos de Pekín / Que te vaya bonito / Tengo miedo / Tres puñales / Ay, pena, penita, pena.
Lugar y día: Castillo de Santa Catalina de Cádiz, 25 de julio de 2014. Asistencia: cuarto de entrada.