DÍA 1 (1ª CLASIFICATORIA)
“Y beben y beben y vuelven a beber…”. Quieto ahí, Juan. Cambia el disco. Saca el pito pito, gorgorito. No somos conscientes todavía, anda que no. Pasamos del turrón del duro a los cuplés de pelo. Estamos a 9 de enero, hace fresquete y casi llueve ahí fuera, y ya estamos embutidos en el foso del Gran Teatro Falla. El Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas de Cádiz (el COAC 2024), el primero de la era Bruno y post-Kichi, tenía prisas por darle al play.
Ajeno a si mascarillas sí, mascarillas no, ante un país que sale de las navidades, fun fun fun, mocoso y griposo, al caos que se vive en estos momentos en Ecuador, o al genocidio de los terroristas sionistas de Israel en Palestina, levanta el telón y abre cortinas el mayor espectáculo del mundo mundial, sin exagerar, ehhh, hecho desde abajo, por el pueblo para el pueblo y para quien lo quiera disfrutar/sentir/odiar más allá de Cortadura.
En cifras gordas, la nueva concejala de Fiestas, Beatriz Gandullo, ha preparado un menú de adultos con 29 funciones por delante, 109 agrupaciones deseosas de pisar las tablas (54 de la propia ciudad de Cádiz, y pinceladas exóticas muy puntuales desde Mérida y Barcelona), y entre unos 25.000 euros y 18.000 euros generosos para las agrupaciones triunfadoras de la final, de la gran final del 9 de febrero.
Hasta entonces, hasta dentro de un mes, este juntaletras bañado de paradojas de DIARIO Bahía de Cádiz, con su credencial al cuello, promete en su decimonoveno Falla a cubrir seguir huyendo de la inmediatez irreflexiva del twitti, y contar su versión de los hechos en modo analógico, insistir cada sesión con sus cronicones a fuego lento, escritos con reglones torcidos, mucha mamarrachada y cero caldito de hospital. Junto a Juan, de copiloto, que le ha cogido cariño al tresporcuatro, y al puchero de febrero.
Vamos a dejarnos de paja y pajas, que esto casi arranca, prima. Las 20.01 horas y resuena por los altavoces el inconfundible vozarrón de Eduardo Bablé, presentador de sala, saludando y anticipando el minuto de homenaje a todos los carnavaleros que se han ido en el último año. Y a montar el coro. Maripili, no me faltes nunca: tira de la palanca y que fluya el primer cronicón de la temporada. Y si alguien quiere pagar la convía, este es su párrafo.
‘La rendición de los bribones’, ni pican ni muerden
¡Va telón! Las 20.12 horas. Échale miel al estreno fallero. Tipo avispero, Juan, saca esos limones repelentes. Se presenta el coro ‘La rendición de los bribones’: “tengo miedo de saber quién eres tú… yo he sabido siempre bien quién eres tú”. Nos trasladan a una colmena tan patriarcal como ya te imaginas qué, en un canto por la igualdad real ante el repunte del machismo, patrocinado por la Granja San Francisco. Desde Huelva con amor, la letra es de Manuel Fernández y la música la firman Manuel Alvarado y Antonio Rodríguez. Abejas obreras y zánganos en escena, guerra de sexos sin fructuosa. “Que los primeros amores, Cái de mi alma, nunca se olvidan”, apostilla ese primer tango para el saco de los piropillos. “No me seas marimacho…”, apunta en algún momento la segunda letra, en boca de una mujer que, rompiendo muros, llega a ser “campeona del mundo entero” dándole a la pelota. El cotizado aceite de oliva nutre uno de los cupleses; el otro hace aguas, todavía más. “Somos abejas con poderío, que en carnaval pegan zumbíos”, ajá. El Noly se gana al grupo con una particular bienvenida desde el gallinero, y directos al popurrí… “y sin miedo hay que volaaaar”, aunque no termina de despegar. La primera cucharada de néctar siempre sabe rara.
‘Los atrapaos’, parchís con gravedad
Piezas en un tablero, al azar de los dados, que caen en la casilla de febrero y, claro, le cantan “a los que nos manejan… es el momento de estar despiertos y no ser una pieza máaaaas”. Momento de la comparsa, también onubense, ‘Los atrapaos’, con su sombrero correspondiente, que no falte. Los hermanos Giraldo Bueno, Alberto e Iván, le ponen letra y música a esta mano. Un negro, pero negro pasodoble acaba tornándose verde esperanza en su remate. Con pasión. Habrá que verlos jugando a la oca. Y tiro porque me toca. “Me da igual la amnistía”, peeeero no tanto, sostiene la otra letrilla. El Rubiales y más aceite a precio de narco en una tanda de cuplés ¿participativa? Tira el dado, Juan. Seis: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis. De puente a puente, y al pupurrí, una partida vital amañada “para que ganen siempre los mismos”, de la que sólo puedes escapar con el carnavá…, “y si algo aprendí en mi corto caminar es que no debes enmudecer la verdad”. La verdad os hará libre, dicen, aunque luego no sabes qué hacer con tanta libertad y votas a otro facha mentiroso. A la casilla de salida.
‘Que ni las hambre las vamo a sentí’, repellando las Puerta Tierra
Haciéndose de rogar, tras cuatro años de ausencia en el Falla y un ratito güeno de montaje generando expectación y ambientillo en el teatro, el Selu is comming, Juan. Cantando “por alegrías, por no tirarnos del puente de la Bahía”. Flamencos tiesos que “se parten la camisita, la camisita que tengo, por eso me he puesto un velcro”. Ahí queda la presentación de la chirigota ‘Que ni las hambre las vamo a sentí’, con letra, música, dirección y representación legal de José Luis García Cossío, y el Ardentía a su vera. Ole. El traje de Emidio Tucci, aunque tenga que inaugurar un contador en la calle Feduchy, protagoniza el pasodoble de entrada, con pullita al Bruno, el nuevo alcalde del PP, que entró en el Ayuntamiento “de la mano de la tita Teo”. Complementario el siguiente, con la salida liberadora der Kichi de la Alcaldía…, “ya puedes estar tranquilo, ya puedes devolverle la chaqueta a Tinoco”. Genial esos modos, entre la guasa y la crítica irónica, de encadenar pasodobles, de abrir y cerrar etapas, de contrastar políticos y políticas. El niño de la vecina que juega sin sentido, ideal pal Cádi de Vizcaino; y la mala leche sin lactosa de la Letizia, en dos cuplés con quejío, guardando la artillería para más adelante. “De seguidores tengo una jartá, to los que vienen detrás mía pa cobrar, huuuyeee”. Un “hola don Pepito” aflamencado te soluciona la primera cuarteta de un popurrí aplatanao que no engancha como debiera, pasando por distintos palos de este arte, aaayyyyy, “tol día quejándose”, poniendo “un pucherito”, jejeje. “Qué dífici es decir adiós”, remata el grupo cuando por fin se levantan de sus sillas, tras mantenerse durante los veintipico minutos metido en el tipo sin bullas, con resignación, dejando medio frío a un patiobutaca esperando la carcajada. Nada nuevo bajo el sol.
‘El paraíso de Momo’, sin gallinas
¿Noo? Síii. Pierrots, Juan, ¡¡pierrots!! Desde Algeciras, con las barbas a-doradas hasta el extremo, es el turno de ‘El paraíso de Momo’, “que por suerte yo nací, en un bendito paraíso”, apostilla esa presentación que presume de patria chica, sin esperar a la muerte. Juan Antonio Pozo y Cristina Martin rubrican letra y música. “Deberíamos recordad que somos ocho millones, y dispuestos a mandar, mandarían nuestros cohones…”, advierte ese primer pasodoble que envidia como los catalanes votan lo que votan, con “ideales”, mientras los andaluces siguen engañados por PP y PSOE. Y nuevo escarmiento en la otra letrilla, afeando a los padres de ahora cómo crían a sus vástagos, “niños que se han vuelto presos en un universo de tecnología”. A los cuplés, o argo: una novia animalista y la familia real como pretextos para superar el trámite, y lanzar el estribillo, “que cantando carnavales, Cádiz espanta sus males, y se convierte en eterno”. El popu es una homilía bien cantada, con su ración de tópicos febreriles e ideas manidas, que deja intuir que el paraíso está aquí en la tierra, y como chimpón, “que mi paraíso es el carnaval, que yo religiones no tengo más que la religión del carnavalero”. Juan, échale en el cepillo, la voluntad.
‘El Grinch de Cái’, ¡que porquería, io!
¡Que viene el pregonero, que viene el pregonero!, vocea parte del Falla ante la aparición en escena de ‘El Grinch de Cái’, la chirigota gruñona del Sheriff, no hay sorpresa que valga…, “y me voy a quejar que pa eso soy el Grinch de Cái”. Juan Manuel Braza, Juan Pérez y Roberto Gómez comparten la letra. Que no está el Lulu, Juan. “Hoy quiero confesarte que no es oro to lo que reluce”, remarca el primer pasodoble que con ansias de ser el típico piropillo resultón, evidencia que ya Cádi “es menos Cádi”. El siguiente recuerda que han pasado treinta años de ‘Caimán’ y de ‘Los titis de Cái’, y una vez más coinciden en la misma sesión dos chirigotas, clásica y moderna, la del Sheriff y la de Selu, y “punto en boca, Cádiz está loquita hoy por dos chirigotas”. Eso ha gustao. ¡Que porquería! La separtación de AndyLucas y los Gramys sevillanos, con tirito al niño de la Pantoja, para los cuplés. “Que bonito, que bonito, que bonito está mi Cádi…, po será pa ti”, de estribillo malhumorado. Estresante popurrí inrritado con variopintas cuestiones de la ciudad, que acaba rendido a una máxima: “hay quien te quiere por febrero, yo te quiero el año entero”. Forever love, Cádi.
‘Vuelve ya el 3×4’, calla y aprende
Y poniéndole el lacito a la primera noche de COAC 2024, la comparsita de los hermanos Pastrana, introducida por un video con Manuel Sánchez Alba, el Noly, creando sus taratachín taratachán, el Beethoven de la Viña, el Mozart del carnaval…, sus sobrenombres dan pie al tipo: algo así como directores de orquesta arrancando el pellizco y el compás en un atril-mostrador, “entérate Cádi, que vuelve ya el 3×4…”. Y asín se llama este grupo, ‘Vuelve ya el 3×4’, con letra de Rafael y música de Marcos. “El pasodoble que te traigo es Cái Cái, lo llevo dentro, lo he mamao desde la cuna, sabe a mi padre, sabe a Cañón…”. Por ahí entra el primer metapasodoble, sacándose espinitas de concursos pasados. Pepe Silva con su peña en la Cruz Verde resiste al turismo pijo invasor y a la especulación inmobiliaria, en la segunda letrilla reglamentaria. Penes desmedidos en los cuplés, uno de ellos “se lo ha comido” el Ismael Beiro en las elecciones. Que hambre, Juan. “Cádiz no me lo creo, que se me traba la lengua cuando te veo, cuando te veo”. “El carnaval de mi Cái no se mama en redes ni en la televisión, calla y aprende, calla y aprende”, incide sin indirectas un delicioso pupurrí que desemboca camino de la Viña, como no.
Las 23.55 horas. Baja el telón. ¡¡Ni han dado las doce y todavía no hemos repetido la rancia coletilla de estar viviendo el ‘día de la marmota’!! Nos falta hacer el rodaje. Juan, ¿te ha gustao? Po mañana más. A por el pijama de pelitos, mientras la Inteligencia Artificial nos bendice con una frase célebre aleatoria de su base de datos: “La única cosa que necesitas para que el mal triunfe es que la gente buena no haga nada”, dicen que dijo Edmund Burke. Dany Rodway
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