Varios colectivos gaditanos se concentraron en la tarde del miércoles en Cádiz, en la plaza del Palillero, como simbólica muestra de apoyo al pueblo kurdo y la Rojava, ante el bombardeo e invasión turca del Kurdistán sirio, que está provocando decenas de muertes y destrucción.
El ejército turco iniciaba hace unos días una invasión del Kurdistán sirio, “provocando ya un nuevo desastre humanitario” en una zona terriblemente castigada tras una guerra contra el Daesh de siete años.
“Queremos hacer visible nuestro apoyo a ese pueblo organizado en la llamada Rojava que está dando un ejemplo a todo el mundo de dignidad y democracia. Es una vergüenza para la comunidad internacional que se intente aniquilar el futuro de un pueblo que representa la resistencia no solo contra el terrorismo y la guerra, sino que además defiende ideales contra la xenofobia, por la democracia y contra el patriarcado”, exponen desde la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (Apdha), uno de las entidades convocantes de la protesta. El pueblo kurdo ha sido fundamental para derrotar al ISIS, se recuerda.
Las organizaciones participantes en esta convocatoria, a través de un comunicado (firmado hasta el momento por la Apdha, el Ateneo Libertario Fermín Salvochea, Anticapitalistas Cádiz, CGT, Agaden Ecologistas en Acción, Ustea, CNT Jerez, Ateneo Libertario Eliseo Reclús de Jeréz y Marea Blanca Gaditana), exigen: la paralización inmediata de la agresión y la retirada de las fuerzas turcas del Kurdistán sirio; reclaman del Gobierno español y de la Unión Europea una posición firme de defensa del derecho internacional y la adopción de medidas contra el gobierno turco, y a la UE la retirada del acuerdo de readmisión, “los derechos humanos no son una mercancía”; y reiteran su respaldo al pueblo kurdo y a su autoorganización democrática, antirracista y antipatriarcal de Rojava.
“UN ETNICIDIO SOBRE LOS ODIADOS KURDOS Y SU TEMIDO PROYECTO” Y LA UE “ATADA DE MANOS”
En dicho manifiesto, recogido por DIARIO Bahía de Cádiz, se detalla la situación, para situar a quienes este conflicto nos coge bien lejos: los milicianos kurdos del YPG (Unidades Populares de Protección) y la YPJ (Unidades Femeninas de Protección) han encabezado exitosamente la lucha contra el Daesh en su territorio, configurando junto con asirios cristianos y sirios el SDF (Fuerzas Democráticas Sirias).
No solo rechazaron al Daesh de sus puertas sino que consiguieron liberar amplias zonas de su control, al tiempo que las instituciones civiles y la población de Rojava (el Kurdistán sirio) ha estado acogiendo e integrando a refugiados del resto de Siria e Iraq.
En esta lucha han contado con el apoyo aéreo de EEUU. Pero sus interesadas conveniencias en la región y los vaivenes políticos del presidente Trump, pese a las promesas, han dejado sin protección ante Turquía a toda esta zona llamada Rojava. “Cuando han dejado de ser de interés en sus opciones estratégicas, de nuevo, como siempre, EEUU abandona a los pueblos y en realidad, pese a las protestas verbales, da el visto bueno a la agresión turca al pueblo kurdo”.
Turquía –se concreta en dicho manifiesto- pretende con esta invasión la eliminación física del pueblo kurdo. Para entender la dinámica hay que saber que el Kurdistán está repartido en cuatro estados desde el final de la primera Guerra Mundial: Siria, Irán, Iraq y Turquía. Este último niega a los kurdos la identidad, el idioma y hasta los nombres de pila, pese a constituir el 16% de su población. En 2016 Turquía desató una intensa represión sobre la zona de Diyabarkir, en su propio Kurdistán.
Turquía, juzga la existencia de una zona autónoma kurda cerca de sus fronteras, Rojava, como una amenaza. El hecho de que allí se venga produciendo desde 2012 un proceso de transformación de la sociedad basada en el liberación de la mujer, la democracia directa y el ecosocialismo, y que reclama la autonomía en Siria, a la vez que es decididamente interétnico e interreligioso y, por ende, laico, “pone en evidencia las carencias democráticas de la propia Turquía y totalmente en cuestión a los estados claramente autoritarios de la zona, puesto que el modelo se erige como una alternativa democrática en la región”.
Erdogan, presidente turco, asegura que solo quiere crear una zona de seguridad entre su frontera y la siria, libre de terroristas, pues de esta forma tilda a las SDF, pese a que estas fuerzas han sido claves para arrinconar al Daesh y pese a que son más que dudosas las relaciones mantenidas durante este tiempo entre Turquía y el yihadismo de la zona.
“El objetivo de Erdogan parece claro –se incide-: un etnicidio sobre los odiados kurdos y su temido proyecto, como ya demostró cuando en 2018, auxiliado por rebeldes sirios y yihadistas invadió Afrín, uno de los cantones de Rojava, provocando miles de desplazados y atentados diarios a los derechos humanos desde entonces”. Su intención es trasladar a esa ‘zona de seguridad’ a parte de los 3,6 millones de árabes sirios refugiados en su territorio, lo que conllevaría la disolución de la población original. En Turquía, mientras tanto, cientos de personas han sido detenidas por atreverse a criticar esta invasión en el norte de Siria, cínicamente denominada por Turquía ‘primavera de paz’.
Por su parte, una vez más “como nos tiene acostumbrados”, la Unión Europea “naufraga en su defensa de los derechos humanos y el derecho internacional”. Las tímidas protestas europeas, no acompañadas de ninguna medida concreta, han sido inmediatamente acalladas ante la amenaza de Erdogán de paralizar el acuerdo de readmisión de 2016 por el que se le asignó 6.000 millones de euros de fondos europeos y abrir las puertas y enviar a Europa los 3,6 millones de refugiados. “Ese infame acuerdo de 2016 deja a la UE atada de manos. De aquellos polvos estos lodos”. El propio Gobierno español se ve directamente implicado en la posible masacre que se avecina, “ya que sus Patriot y un destacamento militar español protegen la base turca de Incirlik, desde donde parten los bombaderos hacia Rojava”.
Por si fuera poco, los más de 10.000 miembros del Daesh presos en Rojava, podrían liberarse con la retirada de las Fuerzas Democráticas Sirias (kurdos y aliados), o directamente ser liberados por el ejército turco, por lo que incluso senadores estadounidenses critican la decisión de Trump en lo que podría significar una revitalización del grupo terrorista Daesh.