Se cumplen 76 años ya de la explosión de Cádiz de 1947. Ese 18 de agosto, al anochecer, estalló un depósito de minas submarinas en San Severiano, causando 150 muertos. Este 2023, coincidiendo con la efeméride, el Ayuntamiento ha vuelto a recordar de forma discreta aquella oscura catástrofe en tiempos del franquismo con una ofrenda floral y diferentes visitas guiadas.
Y con una novedad: el flamante alcalde del PP, Bruno García, ha anunciado que va a iniciar los trámites pertinentes para que la ciudad tenga en el futuro una calle con el nombre ‘Víctimas de la explosión de Cádiz’. Se llevará la propuesta a la Comisión de Nomenclátor con la memoria justificativa, antes de su paso por pleno.
Aquel fatídico 18 de agosto de 1947 estalló un depósito de minas submarinas situado a escasos metros del Instituto Hidrográfico de la Marina, que mató a más de 150 personas, hirió a 5.000, y dejó una parte importante de extramuros afectada. Un hecho que la dictadura franquista intentó acallar.
En una nota remitida a DIARIO Bahía de Cádiz, el primer edil del PP defiende que dicha calle “es un tributo necesario para las personas que perdieron la vida y otras muchas que sufrieron daños en un suceso que dejó una profunda huella en la ciudad”. Y añade que “los más mayores” que fueron testigos de aquella explosión, “recuerdan perfectamente dónde estaban y cómo lo vivieron aquel 18 de agosto de 1947”.
Interpreta Bruno García que la ciudad “no ha olvidado nunca” aquella catástrofe con el homenaje que se celebra cada año, unido a las distintas actividades que se hacen a través del Instituto Español para la Reducción de Desastres (IERD), con José Antonio Aparicio a la cabeza, “pero pronto queremos tener también este homenaje en nuestro callejero a todas esas víctimas anónimas”.
ESTE 2023 NO HA FALTADO LA HABITUAL OFRENDA FLORAL, Y LA LECTURA DE LOS NOMBRES DE TODOS LOS FALLECIDOS
Precisamente este viernes 18, la Fundación Municipal de Cultura, junto a la asociación Cádiz Ilustrada y el IERD, han promovido al anochecer el habitual homenaje en la plaza de San Severiano, frente al monolito que recuerda la explosión de 1947.
En el acto, además de una ofrenda floral, se ha leído uno a uno los nombres de todos los fallecidos, y han actuado miembros del centro de danza El Garaje de Pablo Fornell. En el mismo han estado presentes el alcalde, concejales del Gobierno local y de la oposición, así como representantes vecinales y de otras instituciones civiles y militares.
En su intervención, el primer edil popular ha insistido en que “Cádiz nunca debe olvidar lo que pasó aquel día” y ha anotado que pese a que todas las corporaciones han ido haciendo este acto en los sucesivos años, “lo realmente importante es que vosotros, los vecinos, le hagáis este recuerdo porque eso es lo que realmente le da sentido”.
Previamente, se llevaba a cabo una ruta por los lugares de la explosión, en San Severiano; y antes, una visita guiada a la exposición permanente localizada en el castillo de Santa Catalina dedicadas a los efectos de aquella catástrofe y a las víctimas: muestra que cuenta con la maqueta de la zona devastada y paneles fotográficos de edificios destruidos, fotos de las víctimas, planos de los polvorines, armas submarinas y numerosos objetos personales y mobiliario extraído de las ruinas de los edificios, y facsímiles de los documentos que explican la gestación y consecuencias del trágico episodio, así como un área audiovisual.
¿ACCIDENTE? ¿SABOTAJE?
Aquella noche de agosto de hace ahora 76 años la onda expansiva arrasó el barrio de San Severiano y los astilleros, los edificios de la barriada España, los chalets de Bahía Blanca, los Cuarteles, la Casa Cuna, el campo de la Mirandilla y el sanatorio Madre de Dios. En la Casa Cuna murieron niños y hermanas de la Caridad. En los edificios de los alrededores fueron sepultadas familias enteras.
Una explosión que quedó fundamentalmente reducida al Cádiz de extramuros, ya que las viejas murallas de las Puertas de Tierra y de San Roque, defendieron en gran parte al casco histórico, pese a que dicen que hasta las puertas de la Catedral se doblaron como consecuencia de la deflagración.
Y cuyas causas aún no son del todo claras y más teniendo en cuenta que fue un hecho que intentó silenciar la dictadura franquista: se habla de accidente, en cualquier caso, evitable (no era entendible mantener un depósito de minas junto a la población), e incluso de sabotaje terrorista.
Con todo, extramuros, lo que el gaditano llama Puertatierra, es consecuencia directa de la reconstrucción de la ciudad tras la explosión. Y cierta ayuda del Régimen. Así nacieron las barriadas España, Trille, Brunete, Puntales, o La Paz. E incluso el Estado nacionalizaba el astillero de Echevarrieta y Larrinaga, arrasado por el suceso y en horas bajas, naciendo Astilleros de Cádiz, hoy, tras sucesivas crisis, parte de Navantia.