Reparto justo de puntos entre Real Mallorca y Cádiz (0-0) en un partido disputado en el que ambos tuvieron sus ocasiones de gol; los amarillos incluso estrellaron dos balones al palo, en la primera mitad Álvaro y en la segunda, Garrido. Los de Cervera siguen flotando en la parte de arriba de la tabla de Segunda –terceros, y a 13 puntos del descenso-, como el aceite sobre el agua, y con tanto orden, trabajo y seriedad parece difícil que se vayan a hundir.
Aquellos que inventaron el fútbol allá por el siglo XIX difícilmente podrían imaginarse en qué se ha convertido ese juego. Y nos estamos ciñendo únicamente a lo que ocurre en el rectángulo de juego, sin entrar en las parafernalias publicitarias y pamplinosas que le rodean, y que tantos dividendos parecen generar. Imaginamos que esos pioneros del ‘sport’ tenían una pelota, cuatro piedras y un descampao, y se lo pasaban divinamente allí pegándole patadas al balón y corriendo alocadamente con el único objetivo de conseguir el ‘goal’. Dudamos mucho que pensaran en quién iba a jugar de mediocentro, en la presión en todo el campo o en el achique de espacios. Posiblemente si uno de esos futbolistas prehistóricos viera algún partido del Cádiz de este año pensaría que no están jugando al mismo deporte.
Y es que el cuadro amarillo este año ha olvidado completamente el espíritu de este juego. Pasa olímpicamente de crear fútbol e impide titánicamente que lo haga el rival de turno. De esta forma, los partidos se convierten en bocadillos pastosos de polvorones muy difíciles de tragar, pero de los que no se sabe muy bien cómo, el equipo gaditano termina sacando algún fruto.
Es encomiable el orden táctico de este equipo. Los encuentros son casi partidas de ajedrez, y en Mallorca, este domingo en el Iberostar Estadio –sin publicidad conocido como Son Moix-, ocurrió lo mismo. Todo el mundo sabe cómo se mueven las piezas de Cervera –ya presente en el banquillo, tras los cuatro partidos de sanción; las bajas por sanción de Sankaré y Abdullah eran suplidas por Migue y Eddy, y la ausencia de Nico le daba la titularidad a Aitor García-: asfixia al rival, ataques por las bandas y centros a Ortuño o al que esté por ahí. El guión de siempre, con las mismas jugadas aisladas de siempre: el típico tiro al poste, el reconocible disparo al larguero del rival, el clásico remate de cabeza peligroso, en este caso de Lago Junior con el paradigmático paradón de Cifuentes, o las internadas de toda la vida de Álvaro, que a veces nos hace recordar al mítico Francisco Javier Zafra. Y por lo demás, a esperar que pase algo.
Y casi pasa al final. Con los equipos ya cansados de tanta táctica, se empezaron a dedicar a la épica y llegó la diversión. En el minuto 75, con una ocasión clara para los bermellones y un subsiguiente contraataque del Cádiz en el que Alvarito fue egoísta y no centró, por una vez. Y de nuevo en el 84, con un córner rematado al poste a placer por Garrido. O en el 89, con un ataque en tromba de los isleños resuelto por el pie de Aridane y no se sabe quién más, y una parada de Alberto Cifuentes a un remate de Rahíllo.
Al final, reparto justo de puntos, 0-0, entre ambos rivales. El Cádiz sigue flotando en la parte de arriba de la clasificación, como el aceite sobre el agua, y con tanto orden, trabajo y seriedad parece difícil que se vaya a hundir.
En este estado, parece que está en un punto en el que no sabe si mirar hacia arriba o hacia abajo. ¿Debería quizá cambiar el chip y pensar en otros objetivos? Ya que hemos llegado hasta aquí, se podría tratar de aprovechar la oportunidad. No parece que los gaditanos, tal como están ahora, sean peor que ninguno de sus rivales de la Segunda división. Aunque no juegue al fútbol es muy efectivo. No pasará a la historia como los futbolistas del siglo XIX, o el Brasil de los 70, pero tampoco es necesario eso. DIARIO Bahía de Cádiz
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