JORNADA 21. Partido trascendental en la rara y gélida noche del martes en el Nuevo Mirandilla para testar la reacción del Cádiz CF post-Álvaro Cervera, con toda la segunda vuelta para tratar de salvarse de la quema, y todavía a la espera de algún fichaje invernal de verdadero nivel.
Y entre tanto, la afición muy muy encrespada y más que con el doloroso relevo en el banquillo o con las limitadas prestaciones y rendimiento del equipo, con la gestión de los últimos tiempos del tándem Vizcaíno-Contreras, más centrada en el marketing y en buscar el negocio que en lo deportivo y en mimar la identidad de un club que es más que un club; como ha recordado en los últimos días la naciente plataforma Alma Cadista, que junto a Brigadas Amarillas, convocaba diversas protestas en los prolegómenos de este choque ante el RCD Espanyol de Barcelona.
Un equipo amarillo que llegaba a esta jornada liguera entresemana con la alegría pasajera de colarse en cuartos de final de la Copa, casi sin pretenderlo, y con las urgencias de ganar o ganar para creer en que se puede luchar por la permanencia. Reto complicado el que asume el catalán Sergio González, que en su debut ante los cadistas alineaba de inicio un once sin sorpresas ni experimentos: un 4-4-2 con Ledesma bajo palos; Cala y Fali de centrales con Iza y Pacha en las bandas; Álex Fernández y Fede San Emeterio en el centro del campo, con Salvi y Perea por los costados; y arriba, Choco y Negredo.
“Tenemos que tener la pelota en algunos momentos para aprovechar la fase en la que tengamos que crear más. Estamos intentando inculcarlo. Esperamos que esa faceta nuestra en el juego aparezca lo antes posible”, subrayaba el nuevo míster en la previa del encuentro; distanciándose de un aspecto de este juego que Cervera parecía no querer ni entrenar.
De entrada, el primer cambio se palpaba en el ambiente: ante las quejas generalizadas, el ‘speaker’ ha empezado a cortarse un poco con su animación artificial de los últimos partidos. El espectáculo de música y luces, no tanto… pese a los gritos de “menos luces y más fichajes”. Y nada más señalarse el pitido inicial, cánticos generalizados de “¡Vizcaíno dimisión!”, y de “¡Álvaro Cervera!”, entre las alrededor de 12.000 personas en las gradas.
Y como ya se pudo comprobar de alguna manera el pasado sábado en El Molinón, los de amarillo empiezan a tratar de no solventar todo con un pelotazo y a correr. Los barceloneses, con todo, en apenas un par de arreones lograban ponerse por delante en el marcador en el minuto 9, con tanto de Manu Morlanes casi a placer aprovechando un pase en profundidad tras un desajuste de la zaga. Pudo empatar el Cádiz dos minutos después, pero el delantero hondureño no llegó en condiciones a un buen centro del Pacha por la izquierda. Y en el 17, Alberto Perea a lo suyo, chupaba y al menos sacaba un córner a favor.
Por momentos, el equipo gaditano lo intentaba, le ponía voluntad y ganas, eso no se le puede negar; Brigadas animaba incansable desde fondo sur, otro sector de la grada silbaba de tanto en tanto, otro se desesperaba sufriendo el estéril e incapaz juego ofensivo…, y frío, mucho frío. Y delante, los pericos sin presión alguna parecían atacar o esperar a su antojo.
En el 38 se reclamó un posible penalti sobre Lozano, pero ni el árbitro ni el VAR vieron nada. A partir de ahí se vieron los minutos más preocupantes en este primer tiempo del Cádiz, desbordado casi en cada acción: en una de ellas, Embarba se driblaba a medio conjunto local para plantarse delante de Conan, ya sin fuerzas. Y antes del descanso, RDT no hacía el segundo de milagro, solo, asistido a la perfección por Óscar Melendo.
Juan Cala se quedaba en la caseta en el ecuador, sustituido por Víctor Chust. No pasaba nada, más allá de desaciertos y errores, y en el 54 igualaba la partida Álvaro Negredo en una acción aislada en la que se encontraba la pelota casi de rebote. El 1-1 caldeaba un poco el ambiente, en la grada y en el verde. Seis después el de Sanlúcar se plantaba ante Diego López pero la estrellaba contra el cuerpo; y en la siguiente el de Vallecas cabeceaba, fuera un centro del Pacha. Por unos instantes, este Cádiz estaba tocando la bola y ¡¡jugando al fútbol!!, y la afición lo reconocía eufórica. Aunque en el 65 asustaba Raúl de Tomás.
Perea dejaba su sitio a Arzamendia, Salvi a Alejo y Choco a Sobrino, con unos veinte minutos por delante. Y ya en el 77 Iza, con molestias, era reemplazado por el canterano Raúl Parra. En la acción anterior le anulaban a los locales el 2-1 por manos de Negredo. Y en el 80, en este caso tras revisar la jugada chivado por el VAR, el árbitro le volvía a quitar otro gol al Tiburón, por una discutible falta de Sobrino al portero. Para una vez que los amarillos remontaban…
Se merecían esa remontada… y remontaron. Se enseñaba el cartelón señalando cinco minutos de tiempo añadido, y en ese mismo momento, a Iván Alejo le salía algo bien y marcaba el segundo, avispado en un saque rápido de banda. El Nuevo Mirandilla por fin disfrutaba con los suyos, se veía tan cerca la primera victoria en casa… y mazazo: el 2-2 subía en el último suspiro con el Espanyol a la desesperada, firmado por Raúl de Tomás.
Sergio González analizaba con acierto el choque en la rueda de prensa posterior, incidiendo en que, en global, era un resultado justo: “el Cádiz de la segunda parte tiene que ser el punto de partida para sacar esto adelante. En la primera salimos encogidos, nos ha faltado de todo; pero lo que nos faltaba lo hemos encontrado en la segunda”. Para el ex del Real Valladolid, la clave está en “recuperar emocionalmente al equipo, a los jugadores, que se lo crean como se lo han creído tras el descanso”. DIARIO Bahía de Cádiz Dany Rodway