El Cádiz se estrenó en Segunda como local en un Ramón de Carranza con gran ambiente ante un Mallorca herido tras su derrota en la primera jornada. Los bermellones se sabían y sentían superiores, y manejaron el partido en muchas fases pero sin crear el peligro que se le presupone a uno de los ‘gallitos’ de la categoría. Cervera, todavía sin poder recurrir a la gran mayoría de fichajes, plantó un equipo que sabe sufrir, darlo todo, y asustar con la velocidad de Salvi, Álvaro y un interesante Ortuño, que adelantaba a los suyos de penalti. En la segunda mitad, con el encuentro roto, Óscar Díaz establecía la igualada, el 1-1. Otro punto muy digno. De momento, no se puede pedir mucho más.
El Ramón de Carranza, con ambiente de lujo y en horario nocturno, de ‘partidazo’, de ‘prime time’, se reestrenó este último domingo de agosto en el fútbol profesional, tras seis campañas de soporífera condena en Segunda B; en la segunda jornada de esta llamada LaLiga 1l2l3, ante un Mallorca que quiere volver a Primera, pero que comenzó la temporada cayendo en su casa ante un recién ascendido, el Reus.
Otro de los novatos en la categoría, el Cádiz de Álvaro Cervera, se reencontraba con su afición –alrededor de 15.000 abonados, aunque por el horario, no todos asistieron, y unas 16.500 personas en las gradas, sólo quedó papel sin vender en tribuna baja- tras el punto arañado en Almería, todavía pareciéndose más al equipo que lograba colarse por méritos propios en Segunda a finales del pasado junio, que al conjunto que será, amén al ramillete de fichajes, que todavía siguen acoplándose y que se supone que irán ganándose la titularidad en semanas.
Así, en el once amarillo: Cifuentes en la portería; Carpio, Servando, Aridane y Brian Oliván; en la media, Garrido y Mantecón, con Abel Gómez más adelantado; Salvi y Álvaro de extremos y Ortuño en la delantera. Como hace una semana, sólo tres de los ‘nuevos’, sobre el verde inicialmente, y las novedades de Servando y Brian con respecto a los que jugaron en Almería.
Con ilusionado apoyo del cadismo se iniciaba el choque en el que los de Fernando Vázquez se sentían superiores, como podría esperarse, y se hacían dueño y señor de la pelota mientras los de casa mantenían posiciones e intentaban alguna tímida internada rápida –nada que no esté en el guión-, lo que pronto desesperaba a algún que otro aficionado acostumbrado al Cádiz de Segunda B, al Cádiz que debía mandar siempre al menos en su casa, dada su sempiterna condición de favorito, que ha perdido al subir un escalón. Hay que asumirlo y entenderlo, y más a estas alturas de una larga campaña en la que el equipo sigue en construcción.
Pero en el 23, una combinación entre Ortuño, Salvi y Álvaro, suponía la acción más peligrosa, ya con los de casa más sueltos, y el Mallorca sin saber cómo hacer daño. Cinco minutos después, además, Ortuño era derribado dentro del área, y él mismo –con pasado mallorquinista-, desde los once metros, abría el marcador, un 1-0 celebrado con ganas.
El primer tanto en el estadio Carranza en la división de plata más de seis años después, que daba alas a los de Cervera, y a la grada –que la tomaba con Company-, al menos mientras el rival se recomponía del contratiempo, y asustaba con sendos lanzamientos de Culio y Brandon. Y poco más, hasta el descanso.
Más igualado regresó el encuentro tras el paso de vestuarios, con un conjunto rojinegro que trataba de controlar el balón sin lograrlo del todo, ante el empuje de un Cádiz intenso y vertical, con Alvarito y Salvi en forma. Y ovación de categoría la que se llevaba Guiza en el 14 cuando sustituía a Abel. Quien lo diría hace un año.
Poco después, Juan Rodríguez tenía el empate en sus botas, pero no acertaba a darle a la pelota cuando apenas tenía que empujarla. Y en el 21, en una acción embarullada y el Cádiz con diez, al estar atendido Servando en la banda –que tuvo que ser sustituido por Luis Ruiz-, Óscar Díaz fusilaba desde dentro del área, haciendo el 1-1. Cervera se veía obligado un partido más a recomponer de alguna manera la zaga por lesión. Y Lekic, en el 30, con ayuda de la mano que no quiso ver el árbitro, casi marca el segundo.
En la movida y rota recta final, con los bermellones intentando meter al Cádiz en su área, debutaba Eddy Silvestre; y Ortuño, cabeceaba de espaldas un centro que tenía que despejar a córner, no sin problemas, Santamaría. Se desperezaban del infructuoso acoso los amarillos, y el jerezano botaba una falta a la que no llegaba Garrido por centímetros. En estos minutos ya sin pies ni cabeza, Company veía la segunda tarjeta y dejaba a los suyos con uno menos para el último arreón local. Ya pasada la medianoche, se certificaba ese 1-1, justo. Otro puntito, muy digno, para seguir sumando, a la espera de que fragüen los refuerzos. DIARIO Bahía de Cádiz Dany Rodway
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