Una “final de la temporada”, a decir de Cervera, se vivió en un ambientado Carranza, con el oído puesto en los partidos de Valladolid y Huesca, que fallaron. Cádiz y Elche, ansiosos ambos por ganar, uno por asegurar el play off y el otro por tener alguna esperanza de no bajar, ofrecieron una primera parte mediocre. Todo cambió tras el descanso. Pronto se adelantaban los de casa con tanto de Aridane y ya con el rival a la desesperada, se aprovecharon los espacios y Salvi haría el 2-0 para que explotara la fiesta en la grada. En el 90, los alicantinos, ya descendidos, marcaban el gol del honor, el 2-1 definitivo, que clasifica matemáticamente a los de amarillo en la lucha por el sueño de Primera.
El sábado se vivió la final de Cardiff, y este domingo tocó la de Cádiz, más cercana, más sincera: el Ramón de Carranza, ambientado como en sus mejores ocasiones, acogía un duelo casi a vida o muerte, en la penúltima jornada liguera –con todos los partidos a la misma hora, salvo el del Levante-, entre un Elche hundido en la tabla que se quería aferrar al milagro para sacar la cabeza a última hora y evitar caer al pozo de Segunda B, y un equipo amarillo con posibilidades reales de disputar el play off de ascenso a Primera, siempre y cuando rompiera la tendencia de las últimas jornadas y sumara de una vez esa victoria que tanto se le está resistiendo, para ponerle el lazo a un temporadón imprevisto; y es que nadie esperaba, a comienzos de liga, estar sufriendo por estar en lo alto de la tabla, más bien todo lo contrario.
Un encuentro –con la oreja puesta también en lo que hacían Valladolid y Huesca, principalmente- con unas 16.000 personas en el estadio, de ellos unos animosos más de 400 alicantinos situados en uno de los laterales de tribuna, calificado por el propio Álvaro Cervera como de “la final de la temporada”, precedido durante la semana por la situación de Alvarito, que pudo vestirse pese a diferentes vaivenes en su esperable sanción, por mostrar una camiseta el pasado sábado felicitando a su madre por el cumpleaños. Cosas del incomprensible reglamento.
Así, el once local lo conformaron el ya casi habitual: Cifuentes; Carpio, Brian Oliván, Aridane y Sankaré; José Mari y Garrido en el centro del campo con Aketxe de mediapunta; y Salvi y Álvaro de extremos con Ortuño en la delantera.
La tensión y los nervios eran palpables desde el pitido inicial, con un Elche que trataba de controlar la pelota sin apenas inquietar arriba, y un Cádiz que aguardaba, atenazado, para plantear alguna contra rápida y meter el susto en el cuerpo al rival; y la primera de ellas no llegaba hasta el minuto 22, cuando José Mari se inventaba un pase magistral para el utrerano desde su campo, que acababa en córner.
Mientras llegaban noticias de la victoria momentánea del Reus al Valladolid por 2-0, los gaditanos, en su partido parecían ir a remolque de un equipo visitante movido por la ansiedad que tampoco sabía cómo hacer daño. O lo que es lo mismo, en Carranza se estaba viendo cero fútbol, y un disparo escorado con intenciones de Oliván al cumplirse la media hora.
Acercándose el descanso, los de casa tomaron la iniciativa, y pusieron en algunos aprietos a Juan Carlos. En el 39, mientras Ortuño protestaba un posible penalti, Aketxe probaba desde fuera del área; y en la siguiente, en la otra portería, Pelayo cabecea fuera una falta directa. Ya en el 45, el remate de cabeza era de José Mari, mientras la afición ponía de su parte. Y a las duchas.
Con un cambio inesperado comenzaba la segunda mitad: Ortuño iba al banquillo y en su lugar entraba Rubén Cruz. Y no pasaba mucho hasta que en el 7, en un saque de esquina, centraba el vasco, Aridane acertaba a cabecear y subía el primero. Y la grada se desahogaba. Con los resultados, en ese momento, el Cádiz era equipo de liguilla sí o sí; y el Elche, de Segunda B.
Quedaba un mundo por delante –y el Tenerife, además, perdiendo-, y un equipo alicantino herido y a la desesperada con varios delanteros ya sobre el verde. El reloj, sin prisas, y pese a ello, el 2-0 parecía más cerca que la igualada, al jugar el Cádiz con más espacios. Y en el 25, esa puntilla, necesaria para la tranquilidad y fiesta del cadismo, la daba Salvi, a pase de Cruz, que le había aportado frescura arriba. E inmediatamente, el sanluqueño era reemplazado por Abdullah, y el Cádiz disfrutaba de sus mejores minutos ante un rival ya desnortado. E incluso Aridane mandaba al palo el que pudo ser el 3-0, cumpliéndose el 30.
El partido moría poco a poco aunque el Elche, por dignidad, no bajaba los brazos, y los de Cervera no querían regalar nada; sin embargo, en el 45 Guillermo inyectaba cierto suspense en el ambiente metiendo el 2-1. Pero no había tiempo para mucho más. Y afloraban las sensaciones agridulces en Carranza, con la celebración local y a la vez todo el estadio ovacionando al rival, hundido, descendido ya matemáticamente.
Y en otros campos, el Huesca empataba, y el Valladolid y el Tenerife terminan perdiendo, lo que además de certificar el play off para los gaditanos, recién ascendidos de Segunda B, significa subir a la cuarta posición en la clasificación de LaLiga 123, a falta de la última jornada, en la que se visitará el José Zorrilla con el segundo objetivo sobrevenido cumplido.
Que a nadie se le olvide que el primer objetivo y en principio único de este Cádiz en su regreso al fútbol profesional era amarrar la permanencia… El sueño de subir otro escalón es posible, claro. Se haga o no realidad, hay que disfrutar el momento, y más si se tiene memoria del pasado reciente. DIARIO Bahía de Cádiz
Las FOTOS del Cádiz-Elche, AQUÍ
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