Este 18 de agosto se han cumplido 74 años de la explosión de Cádiz de 1947, esa que dicen “tiñó de rojo el cielo”. Ese día, al anochecer, estalló un depósito de minas submarinas situado en pleno corazón del barrio de San Severiano y se cobró la vida de al menos 150 personas, y hubo unos 2.000 edificios afectados sobre todo en extramuros.
El Ayuntamiento ha vuelto a recordar esa fatídica fecha con varias actividades y la tradicional ofrenda floral que se interrumpió en 2020 por la pandemia del coronavirus (sólo se colocaron las flores, sin convocatoria) y que ha vuelto este año con un acto nocturno, a las 21.45 horas, en el monumento dedicado a las víctimas de la trágica explosión situado en la plaza de San Severiano.
“A sus familias aún hoy se les debe una explicación y esa injusticia no debe caer en el olvido”, ha subrayado durante la jornada en sus redes sociales el alcalde de Cádiz, José María González ‘Kichi’.
Además, según se ha informado a DIARIO Bahía de Cádiz, la concejalía de Cultura y Fiestas ha vuelto a organizar esta semana varias visitas guiadas (con inscripción previa y grupos limitados) a la exposición permanente ‘La explosión de 1947’, instalada desde 2017 en la Sala San Juan Bajo del castillo de Santa Catalina, todas a cargo del especialista del Instituto Español para la Reducción de Desastres (IERD), José Antonio Aparicio Florido. Quien también se ha encargado de la ruta guiada bajo el nombre ‘La destrucción de los astilleros de Echevarrieta’.
¿ACCIDENTE? ¿SABOTAJE?
Ese 18 de agosto de 1947 se produjo, por la noche, una explosión en un depósito de minas de la Base de Defensas Submarinas; suceso que arrojó el balance de más de 150 personas muertas, 5.000 heridos, y 2.000 edificios afectados.
Aquella noche la onda expansiva arrasó el barrio de San Severiano y los astilleros, los edificios de la barriada España, los chalets de Bahía Blanca, los Cuarteles, la Casa Cuna, el campo de la Mirandilla y el sanatorio Madre de Dios. En la Casa Cuna murieron niños y hermanas de la Caridad. En los edificios de los alrededores fueron sepultadas familias enteras.
Una explosión que quedó fundamentalmente reducida al Cádiz de extramuros, ya que las viejas murallas de las Puertas de Tierra y de San Roque, defendieron en gran parte al casco histórico, pese a que dicen que hasta las puertas de la Catedral se doblaron como consecuencia de la deflagración,
Y cuyas causas aún no son del todo claras y más teniendo en cuenta que fue un hecho que intentó silenciar la dictadura franquista: se habla de accidente, en cualquier caso, evitable –de hecho no era entendible mantener un depósito de minas junto a la población-, e incluso de sabotaje terrorista.
Con todo, extramuros, lo que el gaditano llama Puertatierra, es consecuencia directa de la reconstrucción de la ciudad tras la explosión. Y cierta ayuda del Régimen. Así nacieron las barriadas España, Trille, Brunete, Puntales, o La Paz. E incluso el Estado nacionalizaba el astillero de Echevarrieta y Larrinaga, arrasado por el suceso y en horas bajas, naciendo Astilleros de Cádiz, hoy, tras sucesivas crisis, parte de Navantia.