JORNADA 35. El Cádiz sigue caminando por el alambre siempre al borde de darse el batacazo y partirse la cabeza. Y es que lo de este líder es difícil de explicar. Es incomprensible que un equipo que es totalmente incapaz de hilvanar una jugada ofensiva con cierto orden vaya primero de un campeonato tan exigente como la Segunda división española. Por un lado, este hecho dice muy poco de los otros 21 equipos, y por el otro, se contrapone a las modernas teorías futbolísticas basadas en que teniendo la posesión y moviendo la pelotita de un jugador a otro, por algún milagro divino llegarán los goles. Esto, con Iniesta y Xavi en el campo puede valer. Pero pocos equipos tienen un Iniesta y un Xavi. Con Álvaro Giménez y Bodiger, por ejemplo, no es lo mismo.
Aunque nadie pide a los amarillos que hagan ese tipo de cosas. Ni siquiera Cervera, eso es seguro. Se sabe ya lo que el entrenador exige a su equipo, lleva ya unas cuantas temporadas aquí. Y este Cádiz no ataca bien, cosa habitual, pero es que la novedad es que ahora defiende menos que el ejército de Malawi y además no es capaz nunca de llevar a cabo una contra con fluidez, rapidez y peligro. Y estas han sido sus dos grandes fortalezas desde que llegó el Gafa. Está claro que el parón por el coronavirus y esta locura de partidos cada tres días no influyen positivamente en el rendimiento de la plantilla, aunque esta tendencia ya se veía venir antes de que se tuviera que suspender la competición.
Con todo esto, los encuentros de los amarillos se están convirtiendo en una suerte de viacrucis para los aficionados que los ven desde sus televisores (o sus dispositivos telemáticos, digamos ahora). Cuando uno se sienta a ver al Cádiz, sabe que va a disfrutar de un tostonazo impresionante en el mejor de los casos. En el peor, el insoportable partido encima dejará a los de la Tacita sin sumar puntos en el casillero. En cierto modo, dada la situación en la tabla, está bien que las jornadas vayan pasando sin pena ni gloria, sin embargo cada vez el aliento de los perseguidores está más cerca y tentando tantas veces a la suerte, en una de estas perderemos a la ruleta rusa y nos pegaremos el tiro en la sien.
Y es que, señor aficionado, si usted no ha tenido la posibilidad de contemplar el Huesca – Cádiz de este miércoles por sus obligaciones laborales o personales, imagínese cualquier otro partido reciente de los de Cervera y será como si hubiera visto este. Imagínese que la única diferencia es que los gaditanos salieron al campo sin Álex Fernández en la alineación, y con una extraña pareja formada por el Choco (que no llega ya ni a muergo) y Giménez (totalmente anodino) en el ataque. Visualice que Jurado repitió en el once titular y demostró que tiene calidad de sobra para este equipo, pero que quizá le falta compañía, aunque tampoco está el muchacho para correr 100 metros en 9 segundos. Piense en que, como siempre, su equipo estaba agazapado atrás, aunque dubitativo e inseguro, mientras el Huesca intentaba mover la pelota y crear algunas ocasiones tampoco muy claras durante la primera parte. Suponga que, como es normal por la inusual carga de partidos, Cala siente unas molestias y es sustituido por Marcos Mauro; y que en los minutos finales de la primera mitad un remate de Jurado desde lejos da a al Cádiz la única ocasión con peligro. Como si ya hubiera visto todo esto antes, ¿no?
Pues la segunda parte también siguió por los derroteros habituales. Los amarillos tomaron un poco más el control, mostrando cierta ambición difusa y desganada, pero con un inexistente juego creativo basado siempre en el potencial de sus individualidades. Y como suele pasar, cada vez que tiran la manta para arriba, se destapan el culo. Poco después de que Jurado lanzara al larguero una falta, el japonés Okazaki marcaba el gol de los aragoneses.
Reaccionó Álvaro Cervera poniendo en el campo a Álex Fernández, Salvi Sánchez, Pombo y Nano Mesa, pero el equipo continuó en su línea, con la diferencia de que Álex sabe un poco de qué va esto del fútbol y, demostrando que es totalmente imprescindible, fue el único que era capaz de coger la pelota en la frontal del área propia y dar pases inteligentes, o conducir si era necesario. Aún así, la única ocasión real visitante fue un disparo cruzado de Pombo, ya casi al final, tras una buena jugada de Jurado que detuvo el portero sin demasiados aspavientos.
Y entonces, en el último minuto como pasa en las películas malas, llegó la salvación milagrosa. Un centro cruzado sobre el área local es controlado por Salvi que se adelanta a su defensor y recibe una zancadilla. El claro penalti lo lanzó Álex y aunque el guardameta tocó con la punta de sus guantes entró dando el empate con el que terminó el encuentro.
En resumen, más de lo mismo. El equipo juega mal como siempre pero consigue salir más o menos indemne del trance (aunque para el técnico haya sido el mejor partido desde que se reinició la liga). Si el Cádiz consigue subir a Primera, y ojalá lo logre, puede que sea uno de los ascensos más injustos de la historia. Nadie niega el esfuerzo, que estos hombres se parten la cara (y los músculos) en el campo. Mas esta entrega se le presupone a los 22 equipos de la categoría, y no se sabe muy bien por qué, pero vamos los primeros. Este Cádiz no es el mejor en nada, pero tiene más puntos que nadie, algo totalmente asombroso. A lo mejor, un día Guardiola ve esto y nos explica los intríngulis tácticos de esta situación, o empezamos a pensar que quizá sería más práctico llamar a Iker Jiménez. DIARIO Bahía de Cádiz
FOTO: Cádiz CF