CRÓNICA J-39. Enésima final en esta fase decisiva de campeonato, más que igualado y constreñido en la zona alta de Segunda. Y cerrando la jornada 39, en lunes, un más que, a priori, reñido choque en el Ramón de Carranza entre los anfitriones (con la alegría añadida del éxito logrado por el filial de Mere en Tercera, luchando como campeón por un ascenso histórico a Segunda B, sí, donde los ‘mayores’ militaban hace apenas dos temporadas…), que acumulaban siete semanas sin conocer la victoria y obsesionados ya con ella, para no caer de zona de liguilla a última hora, y un Real Zaragoza en alza.
En la primera vuelta, este mismo duelo en la Romareda marcó, y tanto, a este Cádiz de Álvaro Cervera, con la lesión de un hombre clave: José Mari. Para el partido presente, el técnico tenía que buscar reemplazo para Salvi, también en la enfermería, aunque al menos podía recuperar a Alvarito. Así, el once que tenía salir a ganar o a ganar, de entrada, lo conformaron: Cifuentes, en portería; Correa, Bijker, Servando y Mauro, en defensa; Garrido, Álex Fernández, y Perea más adelantado, en el centro del campo; y arriba Barral y Carrillo, intercambiándose en la banda y la delantera, con Álvaro por la izquierda.
Al arranque ansioso de los amarillos (y de la grada, casi 14.000 personas, pese al inusual día de fútbol y la hora), le respondió pronto un acercamiento de Delmás, atajado sin problemas por Cifu. A raíz de ello, se vivieron momentos de indecisión atrás, ante un conjunto maño que parecía querer también un gol tempranero. Sin embargo, este cayó del lado local: una genialidad de David Barral en el minuto 7, revolviéndose dentro del área y colándola por la escuadra, asistido desde la izquierda.
El Cádiz, adelantándose en el marcador, ponía el partido como mejor le gustaba, obligando a los de Natxo González a abrirse, y desde pronto. Pese a ello, continuó llevando el ritmo y el peso del juego, y gustándose con intensidad y chispa, ante un Zaragoza desconcertado.
Pasada la media hora, los rojillos fueron tomando la iniciativa sin hacer daño ante un rival, que iba reculando, y que se había desfondado en el tramo inicial, sobre todo mostrando ganas y nunca creyéndose inferior ante todo un ‘gallito’, uno de tantos en esta LaLiga123. Aunque en el 40, Carranza enmudeció: Borja Iglesias enviaba al palo la pelota… en una acción anulada por fuera de juego.
El segundo tiempo despertaba pronto, con una ocasión desperdiciada de Carrillo, por un lado, y un disparo con veneno de Javi Ros, por el otro. Los gaditanos volvían a estar más activos, y eléctricos, a la hora de buscar un segundo tanto tranquilizador que los aragoneses por igualar la partida. La tensión se palpaba en el verde y en la grada, que ponía de su parte.
Y en apenas unos minutos pasaba de todo. En el 64, se retiraba con molestias Correa y entraba en la zaga Kecojevic, y en la siguiente acción, Delmás veía la segunda cartulina amarilla y dejaba al Zaragoza con diez hombres. En la continuación, en otra cabalgada de Alvarito, ponía la directa, miró a portería, solo a portería, y se la coló entre las piernas a Cristián Álvarez. Un perseguido y merecido 2-0, para desatar la locura en el templo cadista.
Perea y Barral, ovacionados, dejaban su sitio a Nico Hidalgo y Jona, respectivamente, en el último tramo de encuentro, con los maños en fase depresiva, sin terminar de bajar los brazos, o sí, pero es que delante tenían a un Cádiz, al mejor Cádiz, eufórico junto a su afición, disfrutando al fin de esa victoria que tanto se estaba resistiendo, y que devuelve al equipo a la cuarta plaza, a tres jornadas del final de la liga regular. Aunque las diferencias, ahí arriba, siguen siendo mínimas. DIARIO Bahía de Cádiz