CRÓNICA J-8. Tres partidos encadenaba el Cádiz sin ganar –y sin marcar-, un punto de nueve posibles, tras el inicio liguero esperanzador. Por ello mismo, no cunden de momento las alarmas y este sábado ventoso el Ramón de Carranza, con unas 13.000 personas en las gradas, recibía la visita del todopoderoso Osasuna con la misma ilusión, o al menos parecida, y más con la vuelta al titular de David Barral y la recuperación de Alvarito. Peores sensaciones que las ofrecidas la pasada jornada en Lorca eran difíciles de repetir.
Pamplonicas y gaditanos se veían las caras de nuevo esta temporada, tras el partido copero hace unas semanas que se decantó a favor de los amarillos, eso sí, con alineaciones y circunstancias diferentes; por ejemplo, en esta ocasión Aridane –muy aplaudido, en general- sí ocupó un lugar en la retaguardia de los exprimera. Por su lado, Álvaro Cervera recurría a un once con: Cifuentes bajo palos; Carpio, Brian Olivan, Servando y Mauro, en defensa; Abdullah y Garrido en el centro del campo; Aitor y Salvi de extremos, Rubén Cruz de media punta, y el delantero isleño, arriba, que vuelve tras el partido de castigo por la expulsión de hace quince días.
Espeso, muy espeso comenzó el choque, con un Osasuna que trataba de dominar y acercarse al área de Cifuentes, sin lograrlo del todo, y un Cádiz que presionaba para robar, sin hilvanar ninguna contra acertada.
Y llegó el minuto 14 y tras un arreón local sin consecuencias, Sergio Herrera se disponía a sacar de portería y sin venir a cuento agredía a Servando: se ganaba cartulina y el árbitro decretaba penalti. Hasta ahí, todo bien. Lo lanzaba Aítor y lo repelía el portero. Todo mal. Todo seguía igual, el 0-0 del marcador no se movía, mas el ambiente se caldeaba, sobre todo cada vez que la tocaba la pelota el guardameta del conjunto navarro.
Esta acción dio alas durante minutos a los hombres de Cervera, que incrementaron su presión y ambición, y apenas dejaron crear juego a los rojillos. Aunque no se culminaban ocasiones de verdadero peligro, si alguien se estaba mereciendo al menos medio gol, ese era el Cádiz.
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Con susto en el área cadista se reiniciaba el choque: una falta lateral sacada por Torres, la remataba Oier pegada al palo. Y antes del minuto 60 reaparecía un revolucionado Álvaro García, tras varios partidos lesionado, supliendo a Aítor. Entre medias, lucha y orden sin frutos para nadie.
La entrada del utrerano por la banda izquierda dio más mordiente a los de casa, y en el 65, uno de sus centros era medio gol: ni Barral ni Salvi llegaron. Y en el 67 el gran Aridane cometía penalti sobre Barral, y el canario ni protestaba. El isleño lanzaba desde los once metros y… ¡¡fallaba!! La despejaba Herrera, aunque se mandaba repetirlo por invasión del área. En el segundo intento, mismos protagonistas, y ¡de nuevo interceptaba la pelota el portero! Tercera pena máxima desperdiciada por el Cádiz y en el mismo partido… Increíble.
Y suele pasar, cuando perdonas tanto… en el 75, un tiro cruzado de Xisco adelantaba a los rojillos, casi en la segunda oportunidad de los visitantes. En la siguiente jugada, Quique estaba a punto de hacer el 0-2, evitado por una mano oportuna de Cifuentes. Para el ya desnortado tramo final, se recurría a Perea y Carrillo, por Cruz y Brian. Había que ir a por todas, y Marcos Mauro se retiraba lesionado y dejaba a los suyos en inferioridad. Precisamente aprovechándose de ese hueco, De las Cuevas hacía el segundo en el minuto 87.
Mucho público empezaba a abandonar antes del pitido final mientras Brigadas Amarillas coreaba “el Cádiz no se abandona”, entre otros cánticos, tratando de levantar anímicamente al equipo y a parte de la afición. Queda mucha mucha liga, que a los derrotistas no se les olvide, y algún día se tendrá que acabar la sequía goleadora. A seguir pensando en los 50 puntos: quedan 39. DIARIO Bahía de Cádiz