Revista ‘BiCentenario’. Número 8,
correspondiente a septiembre-diciembre 2012 (AQUÍ).
Editada por DIARIO Bahía de Cádiz para contar y divulgar en su momento el Bicentenario de las Cortes de 1810 en San Fernando y de la Constitución de 1812 en Cádiz.
En este número, despedimos el Doce centrados en el momento Cumbre, y hacemos balance; rescatamos parte de aquel EDITORIAL:
“Sí, es hora de confesarnos, pedimos perdón (un perdón laico) por haber querido creer en algo en lo que no creíamos: en que esta conmemoración inconcreta del Diez y del Doce iba a suponer el justo y necesario revulsivo para Cádiz y su Bahía. Nunca nos hemos tragado (ni nosotros calladamente, ni muchos otros derrotistas realistas de forma abierta) la trola que los políticos de turno nos llevan despachando desde hace más de diez años alrededor de la importancia, relevancia y trascendencia de esta efemérides redentora, por lo que rogamos perdón al cuadrado, por seguirles el juego, por hacernos eco de sus adornadas peroratas, por contagiarnos de una vana ilusión. Por ilusionarnos por un proyecto en el que no creíamos pero sobre el que nos autoimpusimos creer. Como quien se aferra a la otra vida, al más allá, mintiendo no sólo a los demás, sino a uno mismo, para no derrumbarlos/se ante la cruda realidad: el sinsentido del punto y final.
(…) Escribe en el ‘Món groc’ el ultraoptimista Albert Espinosa, situado en las antípodas de Unamuno (o quizá no) que “el creer y el crear están tan sólo a una letra de distancia”. Qué sencillo y qué complejo. Creer (sin creer) en este Bicentenario-señuelo de cartón piedra para crearnos un presente-futuro un poco más decente. Ese ha sido nuestro pecado venial y bienintencionado. En esta piedra hemos tropezado nosotros, DIARIO Bahía de Cádiz, y entendemos que la mayoría de medios gaditanos que aún sobreviven (cuya fe en el Doce creemos ingenuamente que no ha perseguido sólo retornos económico-estratégico-políticos).
(…) Sin embargo en la Bahía (y en medio Estado español) no podemos seguir medio zombis (y apaleados), pese a haber ganado unos puntos de dignidad, esperando que surja la próxima oportunidad, otro pretexto para soñar, que a corto y medio plazo no se otea… ¿el Tricentenario? Una vez que este ‘tren’ del 2010 y 2012 ha pasado de largo (con sus éxitos y frustraciones a bordo), tenemos que salir ya al encuentro del siguiente…”.