En 1961, Marvel Cómics destacaba únicamente por sus cómics de monstruos y por el trabajo de dos de sus dibujantes, Jack Kirby y Steve Ditko. Sin embargo, en noviembre de ese mismo año aparecía ‘Fantastic Four’, por obra y gracia del tándem formado por Stan Lee y Jack Kirby, una serie que seguía la moda de los superhéroes y que rápidamente se ganó el favor del público gracias a una caracterización de los personajes mucho más realista que la que se ofrecía en las series de otras editoriales, y que se convirtió en la marca de la casa. Se inauguraba la que más tarde sería conocida como la Edad de Plata de los Cómics.
A la aparición de Los 4 Fantásticos seguirían las de otros héroes: El Hombre Hormiga en enero de 1962, y Hulk y Spiderman en mayo y agosto de ese año respectivamente.
En plena vorágine creativa, Stan Lee buscaba un nuevo personaje, distinto a los que ya había creado. Hasta ahora todos tenían que ver con la ciencia ficción, los avances tecnológicos, las radiaciones y sus peligros (un accidente crea a Los 4 Fantásticos, a Hulk y a Spiderman, y El Hombre Hormiga es un científico que crea una fórmula para disminuir su tamaño al de un insecto). Buscaba un concepto nuevo, separado de la ciencia, y así pensó en inspirarse en justo lo contrario, en la mitología, las leyendas y la religión. Su próximo personaje sería un dios.
Pero Lee no quería recurrir a la socorrida mitología grecorromana (que además ya había sido utilizada con otros personajes, como Wonder Woman), así que busca otra menos habitual, pero igualmente épica: la mitología nórdica.
Thor, el Dios del trueno, sería el elegido, y tras revisar el concepto y retocarlo lo suficiente para hacerlo pasar por un superhéroe, esboza un argumento y le encarga a su hermano, Larry Lieber, un guión, que sería dibujado por Jack Kirby y que aparecería publicado en el número 83 del por entonces agonizante título ‘Journey into Mystery’, en agosto de 1962. El personaje tendría un relativo éxito, el suficiente para que la revista cambiara su título en su número 126 por el de ‘El Poderoso Thor’, y como para ser uno de los pilares del grupo más importante de Marvel: Los Vengadores.
sentando las bases de la Fantasía Heroica en el cómic
Pero el origen mitológico del personaje no bastaba como elemento diferenciador, ya que en el fondo, y salvo por el martillo, no era más que otro superhéroe preocupado por su identidad secreta y con poderes sobrehumanos.
Así que Lee decide acompañar las aventuras de Thor con un suplemento de cuatro páginas, que tenía la peculiaridad de no desarrollarse en nuestro mundo, sino que transcurría íntegramente en Asgard, con el fin de ahondar en el origen y en la mitología del personaje. Pero ni Stan Lee ni Larry Lieber tienen la menor idea de mitología escandinava, así que, supliendo su falta de conocimiento con mucha imaginación, y tomando conceptos de aquí y allá, de la mitología grecorromana (en especial de La Odisea), de la judeocristiana, de culturas orientales (concretamente de Las Mil y Una Noches) y del folklore europeo, crearon un Dios del Trueno a su medida. Por fortuna para ellos Jack Kirby sí era un apasionado de la mitología y en estos relatos se movería como pez dentro del agua. El trabajo de Kirby se encuentra aquí en su cénit, y, libre de la obligación de producir media docena de series mensuales, se recrea en el dibujo y en los detalles, y nos asombra con el diseño de las doradas torres de Asgard, con trolls, ogros, dragones, y sobre todo, imposibles armaduras. Poco a poco, y sin saberlo, habían abandonado el género de los superhéroes para poner las bases de la Fantasía Heroica en el cómic.
El único “pero” que podemos achacar a esta obra a nivel gráfico tiene nombre propio: Vincent Colletta.
El veterano entintador ya no estaba en el mejor momento de su carrera, y aún así Colletta nunca estuvo ni mucho menos entre los mejores entintadores de la profesión. De hecho era un secreto a voces que su “éxito” profesional (nadie entintó tanto como él) se debía más a su relación con la mafia que a su maestría con las tintas. Pero Stan Lee era amigo de Vincent Colletta, y sabiendo que atravesaba un momento financiero difícil, presionó para que le dieran el trabajo. Y en justicia hay que decir que Colletta, ya se debiera a que disponía de más tiempo o a que se sintiera más a gusto con la temática, hace un trabajo bastante correcto y muy por encima de su producción anterior. Pese a todo siempre nos quedará la duda de qué habría pasado de caer esta obra en mejores manos.
Originalmente las primeras entregas de ‘Tales of Asgard’ consistían en historias cortas de cuatro páginas, en la que se nos narraban el origen de los dioses y las primeras aventuras de Thor en su infancia y juventud, acompañado por su hermanastro Loki. Eran historias sencillas que parecía que no darían mucho más de sí, pero la buena acogida de los relatos por parte de los lectores, alentó a Stan Lee a crear historias más largas que acabaron convirtiéndose en auténticas sagas épicas en donde se nos narraría por ejemplo el Ragnarok, y donde aparecerían personajes fundamentales de la mitología particular del personaje, como Sif, Balder, Los Tres Guerreros, Hela, Surtur, etc. Más tarde Roy Thomas, discípulo aventajado de Lee, tomaría el relevo de su maestro recreando una particular versión de la Guerra de Troya en la que Loki hará las veces del Ulises de Homero.
‘Tales of Asgard’ se publicó en ‘Journey into Mystery’ números 97 al 125 y en ‘El Poderoso Thor’ números 126 al 145, convirtiéndose no sólo es un gran cómic, sino una lectura obligada para los que quieran conocer de primera mano el trabajo de un Stan Lee en uno de sus mejores momentos creativos, para los amantes de los diseños de Jack Kirby, y para los aficionados a la Fantasía Heroica y, por supuesto, a Thor. DIARIO Bahía de Cádiz
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