Aunque pueda parecer increíble, hubo una época, allá por los ya remotos años 80, en la que la sombra de la cancelación se posó sobre una de las más antiguas y emblemáticas series de Marvel: Thor.
El número 300 de la serie nos había ofrecido una de las sagas más importantes del personaje hasta ese momento, la Saga de los Celestiales, pero desde entonces la serie sufrió una paulatina pérdida de calidad e interés que hizo que sus ventas se resintieran. Durante tres largos y agónicos años vimos a Thor deambular por su serie, combatiendo con amenazas olvidadas. Tan olvidadas como la propia Asgard, ya que Thor prácticamente solo actuaba en la Tierra. Y entonces, en el número 337 de la serie, llegó Walter Simonson.
Walter Simonson ya había trabajado para la serie en el año 1977, dibujando los números 260 al 271 y el Annual 7, pero en esta ocasión, Simonson llegaba con el control absoluto sobre la serie, tanto en guión como en dibujo, siguiendo con una tendencia que se estaba poniendo de moda, los llamados “autores completos”, con John Byrne, Frank Miller y el propio Walter Simonson como mayores exponentes. Al igual que Frank Miller había revivido a Daredevil, convirtiéndola en una serie de referencia, Marvel puso en manos de Simonson el destino del Poderoso Thor.
La portada de ese número 337 mostraba a un extraño ser, con cara de caballo y vestido como Thor, que destrozaba el título de la portada, cuya tipología, que había permanecido inalterable desde que en el número 126 la serie Journey into Mistery paso a llamarse El Poderoso Thor, cambiaría desde ese número. Toda una declaración de intenciones: Simonson venía a derribar los cimientos de la serie y empezar la lenta reconstrucción sobre unas bases sólidas: volver a las raíces mitológicas del personaje, a Asgard y a las sagas llenas de épica.
Si Simonson hubiera desvelado sus planes a los directivos de Marvel, seguramente lo habrían echado a patadas: Thor convertido en una rana; un nuevo Thor extraterrestre con cara de caballo; asgardianos invadiendo el reino de Hella armados con ametralladoras M-16; Thor abandonando su aspecto habitual, que había permanecido prácticamente inalterable desde su creación, para vestir una armadura; deshacerse de Donald Blake y dejar a Thor sin identidad humana; abandonar el lado superheróico y hacer que Thor, en vez de enfrentarse al Hombre Absorbente, a Ultrón o a Hulk, combatiera trolls, demonios, elfos oscuros, y protagonizara una especie de versión Marvel de El Anillo de los Nibelungos, con el demonio Surtur, la Serpiente de Midgard, el Ragnarok … ¿Cómo iba a funcionar todo eso?
La carta de presentación de Simonson fue la Saga de Bill Rayos Beta, de solo cuatro números, en la que descubrimos a este extraterrestre que, pese a su aspecto, era merecedor de portar a Mjolnir, el martillo de Thor.
La siguiente saga se convirtió en un hito, probablemente lo mejor de la serie en sus más de 300 números: La Saga de Surtur.
Malekith, el elfo oscuro (y villano de la película de inminente estreno Thor: El Mundo Oscuro); Lorelei, la hermana de la Encantadora; el romance entre Balder y Karmilla; Loki, Surtur, Odín,…y EL Ragnarok.
no es un “Superman con martillo”…
Simonson supo evocar como nadie antes que él el mundo de magia, de leyenda y de antiguas creencias paganas en el que vive Thor. Nunca fuimos más conscientes de que Thor es una auténtica deidad nórdica, un dios vikingo con siglos de edad, y no un “Superman con martillo”.
En el clímax de la saga vimos a Bill Rayos Beta, el ejército de Asgard, Los Vengadores y los 4 Fantásticos luchando en Nueva York contra las hordas de Surtur, mientras que en Asgard, Thor, Odín y Loki olvidaban sus diferencias para pelear contra Surtur, no por la gloria, sino por supervivencia, pues el destino de su mundo y del nuestro, dependían de derrotar a Surtur, ahora o nunca. Una saga que nos dejó imágenes inolvidables, como la muerte de Odín, o el sacrifico de Skurge, el Verdugo.
Pero si con esta saga Walter Simonson alcanzó su cénit (y el de Thor), lo que siguió, aunque no al mismo nivel (algo verdaderamente imposible) nos ofreció historias para el recuerdo: la diosa Hella que destroza la cara de Thor y le obliga a llevar sus heridas ocultas; Thor convertido en rana; la subida al trono de Balder el Bravo; la maldición de Loki que vuelve quebradizos sus huesos y le obliga a vestir armadura para poder tenerse en pie; el enfrentamiento entre Thor y la Serpiente de Midgard, que según la profecía terminará con la muerte de ambos;…
Walter Simonson dejó la serie en el número 383, según él, porque sencillamente ya lo había contado todo. Dejó la serie en lo más alto, con la mitología del dios asgardiano reescrita y actualizada, y la senda marcada para los que le sucedieran. Un legado envenenado porque ¿Quién se atrevería a asumir el reto y coger el testigo de Simonson? DIARIO Bahía de Cádiz