CRÍTICA. Casi lleno en el Gran Teatro Falla de Cádiz, a pesar de que las condiciones no fueran propicias. Una excelente entrada y satisfacción manifiesta del público –ovación sostenida al final de la función- son muestras del interés del público por disfrutar y saborear espectáculos que llenen el agostamiento cultural de estos años con sustancia y sentido. Una buena señal.
La compañía de teatro Ron Lalá puso en escena Cervantina, una co-producción con la compañía Nacional de Teatro Clásico. Se presenta como una especie de pot pourri para dar a conocer un poco más la obra –y vida- de Cervantes en el año del quinto centenario de su muerte.
Pero no es un popurrí al uso, sino que su objetivo es paladear al máximo la esencia de la obra cervantina, para lo que disponen concienzudamente los ingredientes: Cervantes, música y diversión.
Una breve historia de inicio sobre aspectos biográficos de Cervantes, escenificada como divertimento en diálogo con la musa, dio paso al popurrí textual extraído de obras como El celoso extremeño, El coloquio de los perros, El hospital de los podridos, Don Quijote de la Mancha, El licenciado Vidriera, El retablo de las maravillas, El viejo celoso, La Galatea, La gitanilla, el prólogo de las Novelas ejemplares, Persiles y Segismunda, Rinconete y Cortadillo y el Viaje del Parnaso. Mucho de todo, aunque se todas ellas se concretaron en cuatro números que siguen la estela de la mixtura de El celoso extremeño y el viejo celoso, la gitanilla, Persiles y Segismunda y Rinconete y Cortadillo, respectivamente. Lo demás, son añadidos para cohesión y extensión del relato.
El programa de mano anuncia que se ha declarado un “brote del virus cervantina” en el teatro: “Si usted padece los síntomas (ataques de risa inteligente, lucidez lúdica, ironía aguda y defensa de la libertad) podría estar contagiado; sentimos comunicarle que no hay vacuna, así que póngase cómodo para viajar al mundo de Cervantes”. Y con ese antecedente, la función elabora un entretenido programa para contagiar al público del virus.
Los ataques de risa se provocan con frecuencia, con más o menos inteligencia en el libreto. Aunque, para conseguirlo, la compañía de teatro utiliza recursos escénicos muy limitados –a diferencia de su exitoso antecedente En un lugar del Quijote– jugando con la iluminación, y por supuesto el vestuario, como soporte casi exclusivo de ambientación.
El grupo toma al público como rehén de su juego, tal es el nivel de parodia en el que discurre la acción. Ésta amalgama fragmentos de entremeses, novelas y poemas en un todo único con textos de propia cosecha y forman un todo donde se diluyen las fronteras de lo auténtico y lo inventado. Por supuesto, la rotura de la cuarta pared permite ampliar la intensidad y nivel de interactuación con el público. Aún más, acometen ejercicios de improvisación con el que resuelven humorísticamente las reacciones del público que participa personalmente en su juego.
Como de paso, en la obra se eleva el tono reivindicativo en un alarde de exigencia libertaria que ofrece la conexión cervantina con nuestra realidad contemporánea. Si bien, no se entiende que siendo los papeles femeninos tan destacados en Cervantina, no participen mujeres en su representación. Una contradicción sensu strictu.
La obra lleva el sello Ron Lalá: música, atrevimiento y parodia –casi al punto banal- y, en este caso, una capacidad de divertir y entretener por encima de todo. El aplauso del público ratificó el acierto de la fórmula. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
‘Cervantina’.
Compañía Ron Lalá. Producción: Cía Ron Lalá y Cía. Nacional de Teatro Clásico. Dirección: Yayo Cáceres. Dirección literaria: Álvaro Tato. Elenco: Juan Cañas, Miguel Magdalena, Iñigo Echevarría, Álvaro Tato y Daniel Rovalher.
Lugar y día: Gran Teatro Falla de Cádiz, 18 de diciembre de 2016. Asistencia: Casi lleno.
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