CRÍTICA. Rafael Álvarez El Brujo nos impartió una lección de teatro. Quizás no llegase a la lección magistral que se esperaba -debido a un comienzo a medio gas, declamando con voz alicaída y a la falta de concierto en la iluminación- pero fue de las actuaciones que se recuerdan y sirven para aprender. Por algo, El Brujo es cómico -en el sentido expuesto por Fernando Fernán Gómez en El viaje a ninguna parte, es decir, hombre de teatro- con un saco de experiencia a sus espaldas de prácticamente cincuenta años de autor.
En su monólogo Cómico asume el rol de distintos personajes, fundamentalmente literarios, que van desfilando a través de sus textos. Significativo fue el comienzo de la función con breves recitados de textos de san Juan de la Cruz y santa Teresa de Ávila, místicos del siglo de Oro, donde el sueño y la palabra soportan en su literatura la búsqueda de la luz y la libertad. Engarzó el guiño a la literatura barroca y la palabra con una extensa parodia-lectura de las Gracias y desgracias del ojo del culo de Francisco de Quevedo, entreveradas de cortes y paradas -no se sabe bien si intencionadas-.
La conexión de su monólogo con la palabra tuvo su epifanía en una magnifica secuencia de humor inteligente y mímica con las variantes semánticas posibles de “Sal tú, bebiendo campos y ciudades en largo ciervo de agua convertido”, versos del soneto Invierno dedicado a Lorca por Rafael Alberti en su Marinero en tierra. (De paso, “meterse” con Alberti en su ciudad natal tiene su aquel). Y las referencias al sueño y la espiritualidad se conjugaron en el hermoso final-bis basado en Francisco juglar de Dios -con homenaje incluido al teatro comprometido de Darío Fo-.
Pero el núcleo de la función fue su vida desgranada en anécdotas -a medias verdad, a medias inventada- que cautivó al público por la vis cómica -esta sí- impregnada en la gestión del relato y la extraordinaria facilidad del actor para conectar con el público. Divertidísima la secuencia de su supuesta actividad como monaguillo y el latiguillo para todo del cura del pueblo, y las hilarantes mofas sobre su padre, vendedor y catador de vinos- como protagonista imaginado.
Hay formas de contar la vida propia que sirven para reírse de uno mismo y reírse acompañado. Como explica el propio actor: Cada día puede variar la forma exterior, en función de una anécdota, una noticia de actualidad, una manera especial de estar ahí y de sentirse el público… pero siempre es Cómico. Cómico destilado, cómico esencial. Explico con las risas lo que significan para mí esos momentos de risa. En su lección de teatro sobre cómo compaginar vida, sueño y palabra con lo cómico, lo consiguió plenamente. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
XXX Festival de Teatro de Comedias.
‘Cómico’. Rafael Álvarez El Brujo.
Lugar y día: Teatro Pedro Muñoz Seca de El Puerto de Santa María, 21 de agosto de 2021. Asistencia: Casi lleno.