CRÍTICA. La compañía de teatro Avante, ubicada en Miami, representó, en el marco de la programación de Festival Iberoamericano de Teatro (FIT) de Cádiz en el Teatro del Títere La Tia Norica la obra de Mario Vargas Llosa ‘Al pie del Támesis’, sexta obra teatral del escritor peruano, escrita en 2008. Surgió de una anécdota que le relató Guillermo Cabrera Infante acerca del re-encuentro del escritor cubano con el poeta venezolano Esdras Parra, luego de muchos años de no haberse frecuentado. Esdras Parra le visitó en Londres, pero era ahora una mujer. La anécdota se completó con el comentario de Infante sobre la incomodidad que experimentó al no saber cómo tratar a Esdras Parra.
De forma similar a lo acontecido durante el encuentro Cabrera Infante-Parra, la acción de ‘Al pie del Támesis’ se desarrolla en el Hotel Savoy de Londres, donde Chispas, un hombre de negocios peruano con Raquel, la hermana de su mejor amigo de la infancia, Pirulo, con quien perdió el contacto hace treinta y cinco años. Ambos inician una conversación en la que, paradójicamente, Raquel y Chispas evocan recuerdos del pasado y desvelan secretos personales.
Vargas Llosa juega con la fantasía, la ficción y la realidad que se mezclan en el diálogo que mantienen Chispas y Raquel: “En esta obra, se me fue imponiendo un asunto que me ha apasionado de manera recurrente en varias de mis novelas y en todas las obras de teatro que he escrito: la ficción y la vida, el papel que aquella juega en ésta, la manera como una y otra se alimentan, confunden, rechazan y complementan en cada destino individual”.
La primera parte de la obra transcurre en el relato lineal del reencuentro de dos personas que se reconocen tras mucho tiempo, hasta el descubrimiento de la verdadera identidad de Raquelita. A partir de ahí, la narración se complica con las mutaciones de roles en Raquel y el constante recuerdo de un hecho que se marcó en lo más profundo de Chispas: el puñetazo que Chispas propinó a Pirulo, tras un acercamiento personal, demasiado atrevido, de Pirulo. La comedia elegante del inicio toma tintes cada vez más dramáticos que se resuelven en un impresionante falso final, aplaudido por el público a rabiar. El final verdadero proporciona un golpe de efecto para el espectador, a quien Vargas Llosa sumerge en la duda sobre las identidades de los personajes y la propia historia narrada. Un toque de ambigüedad paralelo al de las vivencias en la vida real de personajes parecidos.
La alternancia espacio-temporal y las transmutaciones de personajes son técnicas narrativas recurrentes en la obra de Vargas Llosa, con ciertas connotaciones freudianas; hasta el punto que los malos recuerdos se ocultan en el interior hasta que emergen en un momento para enfrentarnos con nuestra realidad, más infeliz de lo que sospechamos. De ahí que la fantasía, los sueños y la ficción sean bálsamos para aliviar el dolor del conocimiento de esta realidad.
Dejando a salvo algunos errores de sincronización en el diálogo, la acción –digamos, el diálogo- mantiene en vilo al espectador, gracias al buen trabajo de los actores. Marylin Romero centra la atención del espectador con la ambigüedad de su personaje y la zalamería recatada que aporta en el juego de seducción con el banquero Chispas, interpretado por Julio Rodríguez. El actor cubano convence al público poco a poco; su interpretación, un tanto retórica, se va adornando sin pausa con la verbalización de la complejidad psicológica y con las historias que entrecruza e inventa para justificarse y no desvelar su infelicidad casi absoluta, tamizada por el éxito en los negocios.
Desde el escenario, el director artístico y productor de Teatro Avante y el Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami, agradeció a los asistentes y a la organización la participación de su grupo de teatro en el FIT. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
XXX Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz.
Compañía Teatro Avante (EE.UU.) Mario Ernesto Sánchez, director. Reparto: Marylin Romero (Raquel Saavedra) y Julio Rodríguez (Chispas Bellatín). Mike Porcel, música original. Pedro Balmaseda y Jorge Noa, escenografía y vestuario. Ernesto Padilla, iluminación.
Lugar y día: Teatro del Títere La Tía Norica, 18 de octubre de 2014. Asistencia: aforo completo.