CRÍTICA. Tras el fracaso del asalto al Cuartel de Moncada y posterior exilio, Fidel Castro y el resto de revolucionarios regresaron en el yate Granma a Cuba y desde Sierra Maestra iniciaron la lucha guerrillera que culminó con el triunfo de la Revolución Cubana, el 1 de enero de 1959. Gramma. Metales de Cuba cuenta la historia de ese país desde 1953, en lo que interesa, o sea desde que se inició la insurgencia liderada por Fidel Castro que cambió la historia política del mundo.
En la dramatización de esa historia, cuatro jóvenes cubanos residentes en La Habana nos cuentan sus anécdotas personales y las de dos generaciones anteriores de sus familias, especialmente de sus abuelos. Entrelazando las narraciones de cada uno y de sus familiares en una urdimbre única y lineal consiguen un boceto histórico, necesariamente incompleto, marcado por los hechos más relevantes, desde la caída del dictador Fulgencio Batista hasta las recientes reformas sociales que permiten en Cuba la propiedad privada.
Se revisa por orden acontecimientos como el bloqueo estadounidense, la crisis de los misiles, la participación en la guerra de Angola, el fusilamiento del general Ochoa, la gran crisis tras el desmoronamiento de la Unión Soviética… En esencia, es el relato de la historia contemporánea de Cuba. En esencia, es el relato oficial de la historia contemporánea de Cuba, por mor de la técnica del biodrama aplicada en este contexto, donde pesan más las sensibilidades y experiencias personales que la investigación documental y el análisis crítico.
Es una producción comedida -recursos escénicos suficientes, sin excesos- de teatro documental, que transcurre con un ritmo pausado y sin estridencias. De vez en cuando, irrumpen raptos emotivos en algunos cuadros que salvan el discreto nivel actoral -las sinceras lágrimas de la trombonista profesional conmovieron al público y ellas solas merecieron haber presenciado la función-. El recurso a la rotura de la cuarta pared y la interacción con el público amenizan un relato que tiene bastantes dosis de didactismo y adaptación conveniente del discurso.
Me llamó la atención en la representación la inclusión de un cuadro con exiguo peso en la trama narrativa: el superviviente de un victorioso equipo de esgrima, triunfante en muchas competiciones internacionales en los primeros años del castrismo, interactúa brevemente a través de un vídeo con los cuatro actores. Al final, les recuerda: “la esgrima es el arte de tocar sin ser tocado”. La frase encierra una metáfora a la propia obra. Se evidencian “toques” al proyecto revolucionario de Fidel Castro -corrupción de los gobernantes, desigualdades, excesos en las expropiaciones-, pero cuando remansa el poso narrativo queda la indiscutida adhesión al régimen y que han pasado por alto cuestiones esenciales como la falta de libertad -al menos de quienes se oponen al régimen- y la ausencia de renovación política. Es preciso no ser tocados. Se entiende. Tanto como la satisfacción de los jóvenes cubanos con un sistema político con vocación internacionalista que facilita a todos el acceso a la vivienda y a la educación universal e impone la ausencia de discriminación social. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
XXXV Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz
Granma. Metales de Cuba de Rimini Protokoll – Stefan Kaegi. Concepto y dirección: Stefan Kaegi. Dramaturgia: Aljoscha Begrich, Yohayna Hernández. Escenografía; Aljoscha Begrich. Elenco: Con Milagro Álvarez Leliebre, Daniel Cruces-Pérez, Christian Paneque Moreda, Diana Sainz Mena. Financiado por la Fundación Federal de Cultura Alemana, el Consejo Suizo de las Artes – Pro Helvetia y el Departamento del Senado Alemán para la Cultura y Europa.
Lugar y día: Gran Teatro Falla de Cádiz, 31 de octubre de 2020. Asistencia: Tres cuartos de aforo (con medidas COVID).