Reconozcámoslo, Hulk no suele ser el personaje favorito de nadie. Siempre hay excepciones, pero por lo general los aficionados prefieren a otros personajes como Wolverine, Spiderman, Iron Man o Thor. Ni siquiera en sus inicios, cuando fue creado por Stan Lee y Jack Kirby en 1962, el personaje contó con el apoyo del público, siendo su serie cancelada en su sexto número, en marzo de 1963. Y eso pese a los esfuerzos de sus creadores, que ese mismo mes le hicieron aparecer primero como invitado en Fantastic Four #12, luego, en septiembre, como uno de los fundadores de Los Vengadores, regresando en The Avengers #3, en enero de 1964, y en The Avengers #5en mayo de ese mismo año, y finalmente en Amazing Spider-Man #14, dejando claro que era uno de los puntales del Universo Marvel.
Pero no solo los lectores, también algunos profesionales han confesado que Hulk no les gustaba. Por ejemplo, Peter David, se hizo cargo del guión en el ya muy lejano año 1987, y durante 12 años escribió una de las mejores etapas del personaje, pero su versión de Hulk no es Hulk, al menos no el original creado por Lee y Kirby. Peter David dijo públicamente que el Hulk salvaje no era aprovechable y reconoció en una entrevista que se veía incapaz de escribir una serie sobre un personaje cuyos diálogos se basan en dos o tres palabras. Así, durante esos años, pudimos verle de color verde y de gris, como Joe Fixit o como miembro del Panteón, pero siempre (o casi siempre) inteligente, sacando partido, eso sí, a los grandes diálogos de David.
Lo que a Peter David no le gustaba era el Hulk que es solo un monstruo estúpido y agresivo, sin control, motivación o trasfondo salvo el de arrasar y destruir, gritando su caracterísrico “¡Hulk aplasta!”, que de vez en cuando aparecía en la colección de otros personajes en un número sin historia, sin continuidad ni relevancia, y que normalmente se limitaba a una pelea y poco más.
Ese Hulk no le gusta a nadie, ni siquiera a los seguidores del personaje. Porque estos aficionados saben que “su” Hulk no es ese, igual que los seguidores deConansaben que el Conan de las películas, ese salvaje que habla a gruñidos, no es el de las novelas de Robert E. Howard.
Peter David se hizo cargo del personaje en el número 331 de su colección, lo que nos lleva a preguntarnos ¿Puede un personaje no ser aprovechable y aguantar 330 números publicándose? La respuesta cae por su propio peso.
Entonces ¿cómo se las arreglaron los guionistas anteriores a Peter David para sacar adelante la serie? ¿Cómo lo hicieron Roy Thomas, Chris Claremont, Archie Goodwin, Len Wein, Steve Englehart, o el gran Bill Mantlo? La respuesta, a poco que hayas leído un poco la serie, es bien sencilla. Hulk era una excusa.
Porque otros personajes tienen su “zona de influencia” y su temática propia. Daredevil y Spiderman son héroes urbanos, Los Vengadores se encargan de las amenazas globales, Los Cuatro Fantásticos son los exploradores del Universo Marvel, los X-Men combaten las amenazas mutantes, el Doctor Extraño se enfrenta a amenazas místicas, etc. Por supuesto hay excepciones, y hemos podido ver a Spiderman en el espacio exterior, a Los Vengadores combatiendo a Magneto o a Los Cuatro Fantásticos enfrentándose a demonios como Mefisto. Pero esto era sacar a los personajes de su “zona de confort”, no es lo habitual.
Incluso tienen una base de operaciones, llámese Mansión de Los Vengadores, Instituto Xavier o Edificio Baxter/Torre de las 4 Libertades, o un “territorio”, ya sea “la cocina del infierno”, en New York, o países como Wakanda, Atlantis, la Tierra Salvaje o Attilan.
Pero Hulk no. Hulk, al ser un monstruo perseguido, nunca puede permanecer demasiado tiempo en el mismo lugar. Y ese carácter itinerante le permitía a los guionistas contar prácticamente cualquier historia, de cualquier temática, en cualquier lugar e interactuar con cualquier otro personaje.
Hulk podía aparecer en New York, en el desierto de Arizona o en Alaska. Podía aparecer en otros países, como Canadá, México e incluso España. Aún más, Hulk podía viajar a túneles subterráneos, viajar a otros mundo, a otras dimensiones, o al Microverso.
Hulk era solo el hilo conductor para contarnos historias que iban desde la ciencia ficción clásica al terror, de la comedia al drama. El límite era la imaginación de los guionistas ya que prácticamente cualquier historia tenía cabida en sus páginas.
Pero también había historias que profundizaban en la personalidad del monstruo. El Hulk incomprendido y perseguido; el Hulk heroico y, pese a su simpleza o quizás gracias a ella, con una visión del mundo como la de un niño, menos cínica y deformada que la de los que le rodean; el Hulk desatado que arrasa ciudades y el Hulk incapaz de hacer daño a un niño, que salva a un cachorrillo, o que llora la muerte de su amada Jarella. Historias de amistad, de intolerancia, de miedo al que es diferente, de prejuicios.
Por eso el Hulk de Stan Lee es perfectamente válido, como lo es también el Hulk inteligente de Peter David, como lo ha sido durante cincuenta años.
Por eso, mientras se escriban buenas historias, me seguirá gustando Hulk. DIARIO Bahía de Cádiz
José Manuel Puyana es autor del blog http://memoriasdeunmorlock.com/
Gran artículo Puyi. Siempre ha sido un personaje complicado, a medio camino entre héroe y villano, se ha enfrentado a casi todo el mundo, como dijo Simon Williams en este negocio no eres nadie si no te has pegado con Hulk.
Yo soy gran fan de esta etapa, gracias a la magnífica labor del gran Bill Mantlo y del inmenso Sal Buscema, dibujante Marvel de mi infancia y responsable en gran medida de mi amor por los superhéroes.