No, no vamos a hablar sobre Star Wars y su compra por parte de Disney. Trata deAladdín, La Sirenita, La Bella y la Bestia, Blancanieves, La Cenicienta, Pinocho… Y es que, desde sus primeros largometrajes,Disney ha ido versionando cuentos populares e historias tradicionales, imprimiéndose, por supuesto, el “toque Disney”. Esto es, canciones, animales u objetos parlantes, y un final feliz, edulcorado y lleno de gentes felices comiendo perdices.
Pero esos cuentos populares, muchos de los cuales vienen de la tradición oral y fueron recogidos por Charles Perrault o los hermanos Grimm, están llenos de una violencia y una crueldad que jamás podría imaginar quién solo conoce la versión de Disney. Asesinatos, tortura, violaciones, canibalismo y toda una serie de horrores que hoy nos parecerían nada apropiados para el público infantil.
Y es que vivimos en una época en el que la literatura infantil se ha edulcorado hasta el extremo, y en la que los padres están convencidos de que a los niños solo se les deben mostrar imágenes agradables y un mundo donde la maldad es algo puntual, donde todos son buenos menos el malvado de turno que quiere estropearlo todo, y que indefectiblemente es derrotado y todo acaba volviendo a su orden natural: la bondad y la felicidad.
Pero cuando estos cuentos se crearon la mentalidad de la sociedad era muy diferente. Estas historias se utilizaban para educar, bien es cierto que mediante el miedo, pero educar al fin y al cabo. Su cometido era enseñar a los niños que el mundo podía ser un lugar cruel y peligroso, que los animales salvajes podían matarte y devorarte, y que no había que fiarse de los desconocidos. El lobo devora a Caperucita y a su abuela y luego es abierto en canal por el leñador, y Hansel y Gretel son abandonados para morir en el bosque por sus propios padres, y están a punto de ser comidos por una bruja con la que ellos mismos acaban arrojándola al interior de un horno.
Sin embargo, esta intención moralizante ha sido cortada de raíz por motivos éticos (hay que mostrar a los niños un mundo feliz) y, en la mayoría de los casos, estéticos. Y en todo esto, la sombra de Disney es grande y alargada, hasta el punto de haber sustituido en el imaginario popular esos cuentos tradicionales por sus versiones edulcorados donde no caben los matices negativos.
Veamos algunos ejemplos de cómo esos cuentos han cambiado en manos de Disney.
BLANCANIENIEVES Y LOS SIETE ENANITOS
En el cuento original de los hermanos Grimm, la reina malvada le pide al cazador que mate a Blancanieves y le traiga sus entrañas como prueba de que la ha matado. El cazador se apiada de Blancanieves y lo que le lleva a la reina son las entrañas de un cerdo. La reina, al verlas, las devora con voracidad.
Al final del cuento, cuando Blancanieves le cuenta al príncipe todo lo sucedido, este ordena fabricar unos zapatos de hierro, que son calentados hasta quedar al rojo vivo, y que le son colocados a la reina, a la que obliga a bailar con ellos puestos hasta caer muerta.
Como curiosidad, la historia se basa en un cuento original del escritor italiano Giambattista Basile, ‘El esclavo joven’, que es aún más violento.
LA BELLA DURMIENTE
En el cuento de los hermanos Grimm, cientos de jóvenes intentan llegar hasta la princesa dormida, pero un campo de zarzas se lo impide. Muchos quedan atrapados en ellas y mueren en lenta agonía.
De nuevo, los hermanos Grimm se basaron en un cuento de Giambattista Basile, en la que un rey viola a la princesa mientras duerme. Esta queda embarazada y da a luz a dos niños, todo esto sin despertarse. Los niños se llamarían Sol y Luna. Un día, Sol le chupa el dedo a su madre y le extrae la astilla envenenada que la mantenía dormida, despertándola.
Cuando la esposa del rey se entera, trata de matarla junto a sus hijos, arrojándolos a un pozo lleno de animales venenosos. Pero tropieza y es ella la que cae en su propia trampa.
LA SIRENITA
En el cuento original de Hans Christian Andersen, lo que la bruja le pide a la Sirenita a cambio del hechizo que le dará las piernas no es su voz, sino su lengua. Cuando la Sirenita acepta, la bruja le arranca la lengua.
El príncipe se enamora de la Sirenita y mantienen una corta relación, pero él finalmente cede a las presiones familiares y se casa con una joven noble.
La decisión del príncipe conlleva la muerte de la Sirenita, y sus hermanas le entregan un cuchillo mágico para que mate al príncipe y se frote con su sangre las piernas, lo que le permitirá recuperar su cola de pez y volver al mar. Pero la Sirenita no es capaz y se suicida arrojándose al mar. Al morir, su cuerpo se convierte en espuma de mar, y su espíritu es condenado a realizar buenas acciones durante 300 años.
LA CENICIENTA
La historia de la Cenicienta fue recogida por Charles Perrault, conocido también por otros cuentos como Caperucita Roja y El Gato con Botas.
En la escena en la que las hermanastras de la Cenicienta están tratando de meter el pie en el zapato de cristal, sin éxito, la madrastra le pide a la primera de sus hijas que se corte dos dedos del pie y a la segunda que se corte parte del talón. Así consiguen encajar el pie en el zapato, pero el príncipe, al ver la sangre, descubre el engaño.
Al final del cuento, durante la boda de Cenicienta, sus amigas las palomas pican a las hermanastras en los ojos y las dejan ciegas.
Existe una versión anterior, también de Giambattista Basile, llamada ‘La gata cenicienta’, en la que no hay una madrastra malvada sino dos, y en la que la segunda convence a Cenicienta de que mate a la primera, y esta lo hace rompiéndole el cuello.
PINOCHO
Pinocho fue creado por el italiano Carlo Collodi. Su libro ‘Las aventuras de Pinocho’ no estaba pensado para convertirse en un clásico de la literatura infantil.
En el libro, las travesuras de Pinocho llevan a su creador, Geppetto, a prisión; aplasta a Pepito Grillo contra una pared por reñirle; se convierte en pez y casi muere frito en una sartén; se transforma en burro y un músico decide hacerse un tambor con su pellejo, por lo que intenta matarlo arrojándolo a un río con piedras atadas al cuello para que se ahogue, pero los peces se comen su carne dejando solo el esqueleto de madera, que es el propio Pinocho; el hada muere a causa de las penas y disgustos que le causa Pinocho; e incluso el propio Pinocho es ahorcado por sus fechorías, aunque no muere al ser un muñeco de madera.
EL JOROBADO DE NOTRE DAME
En este caso no hablamos de un cuento tradicional, sino de una novela de Víctor Hugo, ‘Nuestra Señora de París’. Al inicio, el archidiácono Frollo salva a un bebé deforme de ser quemado vivo por cuatro mujeres que piensan que es un demonio. El bebé será criado en la Catedral de Notre Dame y su nombre será Cuasimodo.
Dieciocho años más tarde, Frollo queda prendado de una joven gitana, de 17 años, llamada Esmeralda. Como ella no le corresponde (está enamorada del apuesto militar Febo, que la corteja), Frollo consigue que la acusen por brujería. Tras ser torturada (le meten un pie en una prensa), confiesa y es condenada a morir en la horca. Mientras ahorcan a Esmeralda, Febo ya está cortejando a una joven noble.
Cuasimodo, que amaba a Esmeralda, mata a Frollo arrojándolo desde la Catedral. El cuerpo de Esmeralda, como el de todos los ajusticiados, es arrojado a un foso en las afueras de París. Años más tarde, al limpiar el foso, encuentran el esqueleto y ella y, junto a él, el esqueleto de un hombre deforme abrazado a ella.
POCAHONTAS
Esta vez estamos en una historia basada en un personaje real, Matoaka, rebautizada luego como Lady Rebecca Rolfe. Su romance con John Smith no consta en ninguna parte y parece ser un invento de Disney.
Lo que sí consta es que en 1613 los colonos británicos raptaron a Matoaka, la violaron y la obligaron a convertirse al cristianismo y adoptar el nombre de Rebecca. Después se casaría con un hombre llamado John Rolfe y en 1915 sería llevaba a Inglaterra como prueba de que los nativos del Nuevo Mundo “podían ser domesticados”. Dos años más tarde, Matoaka tuvo una horrible y dolorosa muerte, probablemente de neumonía, tuberculosis o viruela.
Habría otros ejemplos de adaptaciones famosas de Disney, como la historia de Hércules o Aladino (cuya tercera película, ‘Aladdín y el rey de los ladrones’, está basada además en otro relato de Las Mil y una noches, el famosos ‘Alí Babá y los cuarenta ladrones’.
¿Cuál será el próximo cuento al que veremos desprovisto del menor rastro de enseñanza y moraleja en pos de canciones pegadizas y animalitos danzarines? Eso solo Disney lo sabe. DIARIO Bahía de Cádiz
José Manuel Puyana es autor del blog http://memoriasdeunmorlock.com/