Se está empezando a trabajar en lo que serán las nuevas películas de Star Wars, y como siempre ocurre en las adaptaciones, hay fans que pese a que no se haya rodado ni un fotograma ya están pidiendo sangre, otros se dan por satisfecho y otros lloran al ver que en las nuevas aventuras se va a ignorar todo el universo novelístico y comiquero. Ante el aroma de combustible galáctico, he aprovechado para leer una obra diferente, sobre mi personaje favorito de la saga: Darth Vader.
En estos meses se está empezando a trabajar en lo que serán las nuevas películas de Star Wars, y como siempre ocurre en las adaptaciones, hay fans que pese a que no se haya rodado ni un fotograma ya están pidiendo sangre, otros se dan por satisfecho y otros lloran, cual Jar Jar Bin en un interrogatorio de Boba Fett, al ver que en las nuevas aventuras se va a ignorar todo el universo novelístico y comiquero que se había creado.
Ante el aroma de combustible galáctico, he aprovechado para leer una obra diferente, sobre mi personaje favorito de la saga, y el de millones de fans: Darth Vader.
El artista Jeffrey Brown (Grand Rapids, Michigan, 1975) nos ofrece dos tomos con escenas humorísticas donde el caballero sith tendrá que enfrentarse a la más terrible de las situaciones: cuidar a sus dos hijos, Luke y Leia.
La obra nos muestra una serie de situaciones cotidianas en medio de escenas de la saga, donde a diferencia de esta, la mano derecha del Emperador, se ocupa del cuidado de los pequeños. En dos tomos: ‘Darth Vader e hijo’ (2012) y la ‘Princesita de Darth Vader’ (2013) da rienda suelta a situaciones que encandilarán a los papas fans.
Vemos como un joven Skywalker hace que papi se sienta orgulloso, en el tomo dedicado al aprendiz de Jedi, conocemos a un Luke en sus primeros años de vida, haciendo travesuras, impertinente y encantador… como cualquier niño normal. Aquí se crece bajo la cibernética mirada de su padre y no al cuidado de sus “tíos” en el casi estéril Tatooine.
En el segundo tomo, el autor va un paso más allá, ya que no se queda en la Leia niña, pasa a la adolescente… mostrándonos a un pobre Anakin preocupado y superado ante el crecimiento hormonal de su princesita. Los famosos “no me comprendéis”, los primeros amores, se interpondrán en los deseos de conquista de su padre, quien no dudará en usar todo el poder del imperio para cuidar a la niña de sus ojos. Como el autor define pasará de ser una princesa a una jovencita rebelde. Toda una alusión a Episodio IV.
Como en los buenos monólogos, la gracia reside en que las situaciones son creíbles en todo momento: niños respondones, desordenados, no quieren irse a la cama… todo aderezado en los escenarios de la saga: La Estrella de la Muerte, Tatooine, Endor…
Los chistes son realmente buenos, o al menos me lo parecen ya que tengo a mis dos propios “rebeldes”, es el punto fuerte de la obra. El único punto negativo es que ambos tomos no llegan a las 70 páginas por lo cual en apenas una hora los tenemos devorados.
Una lectura que hará que la fuerza acompañe más a los padres ya que se verán reflejados en uno de los mejores personajes de la historia del cine.