CRÍTICA. El viento es salvaje (Fedra y Medea en Cádiz) recibió el premio Max 2020 al mejor espectáculo revelación. Con esa referencia y la vivencia del final apoteósico -larga, larguísima ovación- puede llegar el convencimiento de que asistimos en el Teatro Pedro Muñoz Seca a la representación de una obra perfecta. Quizás no lo sea en términos estrictos de dramaturgia, pero la perspectiva carnavalesca y el valor del subtexto impulsan a calificarla con máxima nota.
Es un espectáculo variado y fluido, divertido y entretenido casi siempre -hilarante-a veces-, dotado con mucha chispa y humor fácil a la vista, y con mucha inteligencia dramatúrgica en el trasfondo.
El viento es salvaje es una recreación muy libre (mucho) de dos personajes mitológicos femeninos: Fedra y Medea. En la obra, son suplantadas por dos amigas, casi hermanas, Mariola y Vero, unidas desde la infancia por un amor y una fidelidad inquebrantable.
En las notas al programa Las Niñas de Cádiz comentan que “en toda historia terrible hay una paradoja, una contradicción que puede llevar a la comedia; y al contrario, en todo arranque de humor hay un fondo de tragedia”. Optan por la comitragedia, con un arranque de humor que incide en la mala suerte de Mariola, al contrario de lo que le sucede a su amiga Vero. La comicidad se basa en un relato hiperbólico, a veces una astracanada, que mantiene subido de tono el ánimo jocoso en el público.
La comitragedia aborda luego temas como las pasiones, los amores prohibidos, los celos, la culpa, coincidentes en esencia con los relatos mitológicos. Una transfusión de sangre, cambia por completo la suerte de las dos amigas. Mariola se enamora de Juandesito, hijo de su casi hermana, a la vez que sufre el acoso pasional de Juan de Dios, marido de Vero. La tensión se resuelve con el enfrentamiento a muerte entre ambas. La seriedad formal pesa sobre toda la segunda parte en el que destacan aún más muchos de los valores intrínsecos del inteligente texto elaborado por Ana López Segovia. Entre ellos, el simbolismo del levante, quizás difícil de apreciar por público foráneo, y el de las libélulas, perfectamente imbricado en la dramatización por sus connotaciones sexuales, sobre la suerte, las emociones y el cambio a la madurez.
La influencia carnavalesca en el diseño y en la representación de la obra teatral es clara (¡Vivan los acentos! ¡Viva la cultura popular!). Aunque el diseño es polimórfico, con incisos cantados a capella, la elección del verso como soporte de toda la representación enraíza la obra y el tono general de la función con lo popular, sin perder las referencias cultistas por medio del uso de múltiples formas estróficas y la imitación -o apropiación- de versos de escritores de nuestra literatura, entre ellos Lorca. No obstante, el ritmo y las inflexiones de la declamación en verso se acomodan al modo recitativo de género del romancero carnavalesco en Cádiz.
No solo eso, también el diseño por episodios del espectáculo se asimila a la estructura por estampas de esos romanceros. No es mera coincidencia tampoco la orientación bufa de la representación de esos episodios con la tradición cuartetera del Carnaval de Cádiz. Entre ellos, destacaría el episodio de la transfusión de sangre -estupenda Ana López Segovia con su graciosa imitación de un extraño médico-, la imagen (por imaginación) de las dos amigas mecanografiando al aire, las dos intervenciones de Rocío Segovia como mensajero de malas nuevas -en especial, su remedo de pelea entre Juandesito y su padre- y el súper impactante duelo de Vero y Mariola -o sea, Alejandra López y Teresa Quintero, que llevan el peso de la obra- con el chocante sonido de fondo de la marcha semanasantera ‘Señor de Nervión’, tan extremo y chocante como la extracción en la lucha de dos elementos distintivos femeninos, tirados por el suelo luego.
La breve coda final, con Nina Simone cantando ‘Wild is the wind’, impregnada de un triste romanticismo, apaga un poco los ánimos, pero entronca con el episodio de presentación para cerrar esta obra singular que hay que valorar en su auténtica dimensión. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
XXX Festival de Teatro de Comedias.
‘El viento es salvaje (Fedra y Medea en Cádiz)’, de Las Niñas de Cádiz.
Dirección y texto: Ana López Segovia. Elenco: Elenco Rocío Segovia, Alejandra López, Teresa Quintero y Ana López Segovia. Diseño de iluminación: Agustín Maza. Espacio sonoro: Mariano Marín. Música: ‘Señor de Nervión’ de Fran Ortiz Morón y Francisco J. Seren, ‘Wild is the wind’ de Nina Simone.
Lugar y día: Teatro Pedro Muñoz Seca de El Puerto de Santa María, 6 de agosto de 2021. Asistencia: Lleno.