En 1981 John Byrne desembarcaba por segunda vez en la serie Los Cuatro Fantásticos, tras una primera etapa en la que había dibujado los números del 209 al 221 (agosto de 1979 a febrero de 1980). Pero esta vez había una gran diferencia. Byrne se haría ahora cargo tanto del guion como del dibujo. Y quien en esos años era considerado como uno de los mejores dibujantes de cómics del mundo y uno de los pilares de la industria, no solo demostró que como guionista estaba a la altura, sino que firmó la que para muchos es la mejor etapa de la serie (junto a la etapa de Stan Lee y Jack Kirby) y posiblemente el mejor trabajo de su carrera.
Tras unos primeros números un poco titubeantes, Byrne empezó a definir lo que quería hacer en la serie, porque no estaba nada de acuerdo con el rumbo que esta había tomado. Y es que pensaba que se había abandonado el concepto inicial de la serie, sus señas de identidad, y se les había convertido en un grupo de superhéroes más, uno de tantos.
Porque Los Cuatro Fantásticos en sus inicios no eran superhéroes, eran exploradores, descubridores de nuevas razas y mundos, aventureros, que entroncaban con el género de ciencia ficción. El científico (Reed Richards), el hombre fuerte (Ben Grimm), el joven alocado (Johnny Storm) y la chica (Sue Storm) son personajes arquetípicos que podemos encontrar desde en la ciencia ficción más clásica, como Viaje al Centro de la Tierra, de Jules Verne, o los cómics y seriales de Flash Gordon, hasta en series de televisión como Perdidos en el Espacio.
De hecho, Los Cuatro Fantásticos no vestían los vistosos y ajustados uniformes de otros superhéroes como Spiderman, el Capitán América o Thor, sino que llevaban monos de trabajo, prendas holgadas que se llenaban de arrugas. Además tenían otra particularidad, y es que Los Cuatro Fantásticos eran una familia.
Así que Byrne, bajo el lema ‘Back to Basics’, decidió devolverles su encanto y su antigua identidad, una familia de aventureros que obtienen poderes por accidente y deben vivir con ello.
Como era habitual en él, cuando llega a una nueva serie solía tener un personaje favorito, al cual potencia y daba protagonismo. En el caso de los X-Men ese personaje fue Wolverine, y en Los Cuatro Fantásticos fue Sue Richards.
Cuando Byrne llega a la serie, el rol de Sue era totalmente secundario. Reed era el líder y genio científico, Johnny era el personaje juvenil, la energía y la frescura, y La Cosa era el personaje que caía más simpático a los lectores. Mientras, Sue se había convertido en esposa, madre y ama de casa, y su lugar dentro del grupo se había hecho tan irrelevante que incluso había sido sustituida en dos ocasiones, una por Crystal y otra por Medusa.
John Byrne pensaba que Sue era el pilar que mantenía unida a la familia. Es la que intercede en las clásicas peleas entre su hermano Johnny y Ben, la que saca a Reed de su laboratorio y evita que se pase días ensimismado en su trabajo, es apoyo, consuelo y consejo. Tenía claro que Sue era en realidad el personaje más fuerte, así que la hace abandonar su imagen de eterna víctima rescatada, madre, ama de casa y hermana mayor, para convertirla en una mujer fuerte, segura, independiente, más madura y también más dura. Byrne la hace protagonista de varias tramas e incluso le cambia su nombre clave, y deja de ser “La Chica Invisible” para convertirse en “La Mujer Invisible”. Toda una declaración de intenciones.
También sacaría a La Cosa del grupo y, de paso, acabaría con el eterno noviazgo de Ben Grimm y Alicia Masters. Tras las Secret Wars La Cosa fue sustituida en el grupo por Hulka (She-Kulk). Byrne se había quedado encandilado de la Hulka que su amigo Roger Stern había estado mostrando en Los Vengadores, una mujer divertida, fuerte, segura de su feminidad. Así que le pidió que le dejase a Hulka para sustituir a la Cosa cuando este decidiera no volver a la Tierra. Que Byrne tenía debilidad por Hulka es algo que quedó claro desde el primer momento, aunque sería en 1985, en su propia serie (The Sensational She-Hulk) donde Byrne desarrollaría a ese personaje divertido y sexy que todo reconocemos.
Igualmente, Byrne recuperaría a los villanos clásicos de la serie, empezando por el Dr. Doom, que hacía tiempo que había dejado de ser el principal villano de Marvel y que veríamos en su mejor versión, inteligente, orgulloso, fuerte, un enemigo despiadado pero con honor y palabra. Byrne incluso le hizo protagonista de varias tramas, contándonos su origen o su amor por su patria y su gente.
momentos míticos
La fase de Byrne en Los Cuatro Fantásticos nos dejó momentos míticos: el enfrentamiento entre Los Cuatro Fantásticos, Los Vengadores y el Doctor Extraño con Galactus; el enfrentamiento con Ego, el Planeta Viviente; el juicio de Galactus; la vuelta de los skrulls; la vuelta del Hombre-Topo; Mefisto raptando y torturando a Reed y Sue; la exploración de la Zona Negativa y el cambio de color del uniforme de Los Cuatro Fantásticos; la vuelta de Annihilus; el cambio de apariencia de La Cosa…
John Byrne dejó de dibujar la serie en el número 292 y de hacer los guiones en el número 296, aunque del número 297 al 300, la serie seguiría contando varias de las ideas esbozadas por Byrne, como el regreso de la Cosa al grupo.
Con John Byrne al frente, Los Cuatro Fantásticos, una serie que había caído en la mediocridad más absoluta, se convirtió en una de las cinco series más vendidas de la década, y en uno de los pilares de la editorial, demostrando que no solo los mutantes podían vender cómics.
Una etapa extraordinaria e imprescindible por el que no pasan los años y cuya primera lectura es todo un descubrimiento, y cuya relectura es todo un placer. DIARIO Bahía de Cádiz José Manuel Puyana