DC Comics publicaba en 1982 su primera maxi-serie. Se trataba de uno de esos proyectos que podemos calificar “de perfil bajo”, modesto, sin el respaldo de autores de relumbrón, en una edición de calidad, sin censura y con distribución exclusiva en librerías especializadas. Su trama era de lo más rocambolesca, ya que era un cómic de ambientación futurista en el que se mezclaban las leyendas del ciclo artúrico con una invasión extraterrestre de La Tierra.
Todo ello junto podría llevar a pensar que estamos ante un proyecto del motón, de digestión rápida y fácil olvido. Pero no. No encontramos ante una serie de culto, uno de los mejores cómic de los 80; década, por cierto, que si por algo destaca es por la cantidad de obras calificadas, y con razón, como inolvidables e imprescindibles. Hablamos de ‘Camelot 3000’.
‘Camelot 3000’ nos contaba la historia de una invasión extraterrestre que asolaba la Tierra en el año 3000 (de ahí el título). La supervivencia de la humanidad pende un hilo, cuando un joven inglés, llamado Thomas Prentice, mientras huye de varios de esos invasores, se topa por casualidad con la tumba de Arturo Pendragón, al que, sin quererlo, devuelve a la vida. Inglaterra y el mundo necesitan un líder, necesitan un rey, y Arturo asume su destino y se pone al frente de su propia resistencia ante los invasores. Para ello deberá reunir a sus caballeros, los antiguos miembros de su Mesa Redonda, ahora reencarnados bajo nuevas (e inesperadas) identidades.
Esta historia, tan sencilla aparentemente, se convertiría en una obra maestra de la mano de Mike W. Barr y Brian Bolland.
Mike W. Barr, quien ya había trabajo con anterioridad para DC y Marvel, y que es recordado principalmente por trabajos como ‘Batman y los Outsiders’, o ‘Batman: El hijo del Diablo’, firma un guión que solo puede ser calificado como atemporal. Su lectura no sólo soporta sus más de 30 años, sino que releído hoy día sigue resultando una auténtica delicia, máxime en un momento como el actual en el que, muy a nuestro pesar, nos encontramos inmersos en una dinámica de sagas, crossovers y macroeventos que no son más que fuegos de artificio y trucos baratos, cuando no directamente una tomadura de pelo para los lectores. Es más, hay momentos de la trama que son tremendamente adelantados a su tiempo, como todo el asunto de que Sir Tristán se haya reencarnado en una mujer, hecho que Barr utilizará para explorar el tema de la no aceptación de la propia sexualidad, la homosexualidad y el machismo, terminando con una escena lésbica muy explícita con Tristán e Isolda como protagonistas, algo tremendamente arriesgado en aquel lejano 1982, cuando los cómics aún estaban intentando quitarse de encima la etiqueta de “lectura para niños” y buscaban alcanzar su mayoría de edad.
te engancha desde la primera viñeta
En ‘Camelot 3000’, Mike Barr consigue mezclar, de manera tremendamente eficaz, la acción trepidante con la profundidad al desarrollar a los personajes, el drama con el humor, las naves espaciales con las espadas y armaduras medievales, la magia de Merlín y Morgana con la tecnología futurista y extraterrestre. Los mitos artúricos se actualizan, toman la forma de una “space opera” y, gracias a la maestría de Mike Barr, todo encaja con una naturalidad pasmosa. ‘Camelot 3000’ te engancha desde la primera viñeta y te lleva en volandas hasta un final espectacular que no defrauda y deja una huella imborrable. Y unas ganas tremendas de volver a leerlo.
Pero si es trabajo de Mike Barr es impecable, la parte gráfica, a cargo de Brian Bolland, solo puede ser calificada de insuperable.
Surgido de la cantera de la prestigiosa revista británica ‘2000AD’, y conocido principalmente por su trabajo en ‘Juez Dredd’, ‘Camelot 3000’ suponía el primer trabajo importante de Brian Bolland para la industria norteamericana, y su trabajo en la maxi-serie sin duda lo consagró como uno de los grandes nombres de la profesión. Brian Bolland realiza uno de los mejores trabajos de su carrera. En cada viñeta encontramos un dibujo sumamente detallado y limpio, y la composición de las páginas y la narración es tan brillante e impecable, que su trabajo, de la primera a la última página, resulta espectacular y difícil de olvidar. Bolland realmente se luce en este trabajo, sin restarle mérito al trabajo que realiza el gran Terry Austin a las tintas.
Lo único que se le puede recriminar a Brian Bolland es su tremenda lentitud a la hora de dibujar, ya que tardó tres años, de 1982 a 1985, en completar los 12 números (312 páginas) que componen la maxi-serie. Sin embargo la espera mereció sobradamente la pena.
‘Camelot 3000’ es uno de los grandes cómics de la década de los 80, una auténtica joya que los más jóvenes no deberían dejar de leer y los más veteranos de revisar de tanto en tanto, para reencontrarse con el placer de leer una gran historia. DIARIO Bahía de Cádiz
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