Hoy hace un día de perros, no se ve de donde vienen los aires, me da la impresión que arremolinaos, llegan por Plocia, dan la vuelta a toda San Juan de Dios y se largan hacia la Catedral por la calle Pelota, pero de forma inmediata cambia el sentido y hace el recorrido en dirección contraria; total que a ciencia cierta no puedes asegurar por donde te llega la lluvia, casi casi como esas duchas en las que hay chorritos de agua que te atacan a la vez tobillos, nuca, pecho, muslo y contramuslo.
Hoy, cinco de marzo del dos mil veinticinco, al caer la tarde, el grupo de sintecho que duerme en el banco sin empleados -como las gasolineras, las fotografías… auto servicio, selfis- prepara los sacos de dormir, incluido en el kit de pobres que repartió durante su último mandato Teofila Martínez, que murió hace dos años durante un pleno del ayuntamiento.
Es un grupo curioso, son cuatro personas las que comparten cada noche los pocos metros cuadrados del cajero automático, con la cámara de vigilancia; eso si, en el marco de la responsabilidad social corporativa, la entidad ha puesto en toda su red de cajeros automáticos interruptores, para que por la noche los sintecho puedan apagar los focos y dormir así, a oscuras. Dos hombres y dos mujeres, no son pareja, al menos oficialmente.
Ellas por lo que se dice y lo que dicen no son de aquí, una de ellas, la más bajita anda por ahí a grito limpio recitando sus letanías en un idioma no reconocible, quizás alemán, por eso la conocemos todos como la alemana; la otra muy delgada, muy alta, no habla nunca, solo mira y empuja su carrito de mercadona lleno de bolsas de plástico. Todo lo que encuentra lo clasifica y lo guarda, no importa lo que sea. Normalmente se la puede ver sentada en un banco de la plaza, con la cabeza inclinada, su rostro escondido tras su melena rubia ceniza, contando las dos monedas que pasan de una mano a otra, y de la otra mano a la una.
Los dos hombres sin embargo son de aquí, uno alto, pelo largo y barba, a veces anda de frente, otras para atrás como los cangrejos, hablar, habla poco, quizás por eso es conocido entre la gente como el gallego. Sin embargo el otro habla con todo el mundo y todas las cosas; en el parque Genovés se le puede ver hablando con estatuas, flores, fuentes y árboles; aunque es verdad no se le entiende nada.
El que los cuatro lleven siempre, a modo de turbante o velo, la cabeza y cara tapada ha hecho correr por todo Cádiz una leyenda urbana. Se dice que los cuatro sintecho hace diez años eran gentes muy importantes. Que en lo que antes era Grecia -hoy es parte de Italia, Turquía, Rusia y Chipre- se hicieron elecciones, de esas que se hacían antes, que las ganó un tal Tsipras, que se armó una buena y tubo que intervenir alguien para disolver Grecia y mandar a los dirigentes y gurús del mundo mundial de entonces al paro.
Dicen, no sé si será cierto, que «la alemana» de verdad es la Merkel, que la rubia alta es Lagarde, el gallego Rajoy y el parlanchín Felipe González, no se si será o no cierto, solo se que en el Cantón de Cádiz -después de aquellas elecciones en Grecia, y su reparto entre sus vecinos, también se decidió que Cádiz fuera un cantón independiente-, se está valorando el pintar una línea más en el suelo: una nueva ruta para cruceristas, ‘la ruta del líder abandonado’ la quieren bautizar.
Siempre me mojo los pies cuando llueve y piso la baldosa suelta del secuestro de Lara, la madre que los parió. DIARIO Bahía de Cádiz Fermín Aparicio